El deterioro del tejido social continúa su ruta socavando la confianza entre los ciudadanos y las autoridades ante el júbilo moreno. El país se hunde en un océano de sangre, altos niveles de violencia e impunidad. Los homicidios alcanzan cifras de horror y desde el poder se pretende normalizar y enaltecer la muerte, una fiel compañera de este sexenio.

Los grupos criminales avanzan en su empoderamiento creando un ambiente de miedo entre millones de mexicanos limitando su libertad de movimiento y calidad de vida. El Estado en regiones enteras sumergido en un caos atestiguando quien manda ahí. Un estado de desorden extremo en el que se perciben asuntos fuera de control, carentes de estructura y de dirección clara. El más relevante sigue estando en la esfera de la (in)seguridad. No hay datos que exhiban un país en paz. O un México mejor.

Semana tras semana las cifras de homicidios muestran el fracaso integral de un gabinete de seguridad. Ahí donde se deberían procesar los datos, valorar los análisis, la coordinación entre áreas, corregir el rumbo y desarrollar estrategias.

La pugna por el poder y los constantes choques entre titulares de dependencias torales en el combate al narcotráfico es una amenaza para la estabilidad y el orden en estos tiempos aciagos donde se promueve una desestabilización.

Este caos prolongado por las decisiones, omisiones e intereses del círculo de López Obrador estira una cuerda que puede resultar en consecuencias negativas, un mayor deterioro y en un colapso que arrastre a todos por igual.

En 29 días se llevará a cabo la elección de dos proyectos para la presidencia de la República, la Ciudad de México, 8 estados y en 30 tendrán una elección para alguno de los poderes estatales o municipales. Por su complejidad enmarcada por la polarización, un aparato propagandístico de mentiras y con la participación del crimen organizado en amplias regiones, se ha colocado a los candidatos —sin importar su color partidista— y a la ciudadanía, en un riesgo sin precedentes.

No parece haber un análisis serio del panorama nacional sino un tufo de soberbia de triunfos anticipados. Subestimar el ánimo ciudadano harto de corruptelas y escándalos enmarcados de la permisividad presidencial que tolera comportamientos y acciones deshonestas es un error estratégico.

No hay decoro ni vergüenza ante una cifra de 257 homicidios dolosos en un fin de semana.

El informe sobre los indicadores de la gestión del gobierno de López Obrador en la pandemia del Covid-19 hiela la sangre y detona una ira latente entre miles de mexicanos que perdieron a un ser querido por las (in)acciones de un gobierno omiso, indolente y ruin. Subestimando el virus y mofándose de la prevención. Negando vacunas a personal de salud del sector privado.

El documento refiere además que en la segunda ola la Ciudad de México representó el 24% de las muertes adicionales. Vacunas y antivirales caducaron en bodegas del gobierno. El drama de millones de mexicanos por camas y tanques de oxígeno.

Este sexenio hiede a muerte.

El 2 de junio es un punto de inflexión para México. La impunidad no debe ser tolerada seis años más. El escenario no luce prometedor para una jornada electoral ejemplar cuando se fomenta el enrarecimiento del ambiente y se da rienda suelta a la violencia. ¿Se ha sopesado el escenario en caso de conflictos post electorales? ¿se han dimensionado las secuelas por violencia el día de la votación?

Únete a nuestro canal ¡EL UNIVERSAL ya está en Whatsapp!, desde tu dispositivo móvil entérate de las noticias más relevantes del día, artículos de opinión, entretenimiento, tendencias y más.
Google News

TEMAS RELACIONADOS