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Barcelona.— Sin nada en juego más allá del prestigio, Barcelona y Real Madrid chocarán en el Camp Nou en un clásico, que aunque intrascendente para la suerte de la Liga, está cargado de alicientes.
No existen duelos “descafeinados” entre los dos grandes equipos del campeonato español que, con el título ya decidido a favor de los blaugrana, rivalizan por ver cuál de los dos cuajó mejor temporada.
Pese a su nuevo fiasco en la Champions, los catalanes parten adelantados en el pulso simbólico decretado por los medios de comunicación y asumido por jugadores y aficionados: conquistaron ya el octavo doblete de su historia al ganar la Copa del Rey una semana antes de proclamarse campeones de la Liga, con una gran ventaja sobre sus competidores.
Los dirigidos por Zinedine Zidane, que fracasaron en esas dos competiciones, pero están en la final de la Champions League y ahora confían en conquistar su tercer cetro europeo consecutivo para cerrar con nota alta una temporada cuya calificación es todavía incierta.
“Fracaso no; no es una buena temporada en la Liga, sobre todo nuestro inicio, pero nuestro final está mucho mejor”, consideró Zinedine Zidane, quien como entrenador blanco no ha perdido en sus tres visitas al Camp Nou, con saldo de dos victorias y un empate. El clásico cerrará la jornada dominical, con la negativa madridista de realizar el pasillo, como polémica inicial.