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Atlantis se coloca una capa llena de lentejuelas azules, elegante para la ocasión, unas botas blancas de charol y una máscara, que está custodiada por dos especies marinas, y que destaca por su sencillez, pero que impone por su gran historia.

El Rey, del gran José Alfredo Jiménez suena en la Arena México. Poco a poco baja por las escalinatas que conducen al ring de la llamada Catedral de la Lucha Libre.

Una voz grave, pero amable para el oído, anuncia su llegada, es Atlantis, una de la máximas figuras de la lucha libre mexicana y del Consejo Mundial de Lucha Libre.

Aunque inició su carrera en la extinta Pista Arena Revolución, un 12 de junio de 1983, con el paso del tiempo decidió probar suerte en la arena de la periferia hasta llegar a la emblemática Arena México.

El gladiador considera que ser alumno de una de las escuelas de lucha con mayor tradición en México, la del Diablo Velasco en Guadalajara, fue un factor fundamental para que diferentes generaciones tengan la dicha de disfrutar del Rey de la Atlandida.

“Aprendí lucha olímpica, grecorromana, intercolegial y la lucha libre. El Diablo Velasco siempre nos inculcó un hábito por la alimentación, el gimnasio, el respeto por el público y este deporte”, explicó a EL UNIVERSAL Deportes.

Esa disciplina es la que lo ha llevado a luchar al menos una vez a la semana durante 35 años.

Atlantis se dice fiel admirador de él mismo. “Sólo yo sé cómo empezó como un novato, primero fue alumno, luego profesional, empezó de abajo, sé cómo ha luchado para ser estrella y para mantenerse así”, explica sin quitar la mira del cuadrilátero.

Hoy, como, parte de sus festejos por los 35 años de carrera, el Ídolo de los Niños celebrará en la Arena México en una lucha retro, donde hará equipo con Rayo de Jalisco Jr. y Octagón para enfrentar al Último Guerrero, Fuerza Guerrera y Máscara Año 2000.

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