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El alcalde Armando Cabada Alvídrez dijo estar orgulloso el pasado 30 de noviembre a un reportero, en Cali, Colombia, sede de una reunión internacional en la materia, y que Ciudad Juárez es la urbe más resiliente de México.
Además a Juárez se le agregó al nombre casi como prefijo incuestionable la palabra “heroica”. Así se llama ahora: “Heroica Ciudad Juárez”.
Pero ni los adjetivos, ni los discursos optimistas y alejados de la realidad han logrado derribar las cifras relacionadas con la violencia cotidiana. Este año ha sido el peor desde 2011. La cifra de homicidios en la administración actual refleja un cambio del partido en el poder que trajo consigo más ejecuciones.
Hasta la tarde del 7 de diciembre fueron asesinadas en esta frontera de Chihuahua 897 personas, de acuerdo con la fiscalía estatal y documentación periodística.
En contraste, durante 2016 se registraron 538 casos. El registro creció 40% en casi un año. En la entrevista de Cabada Alvídrez con el diario El País de Colombia, dijo: “Ciudad Juárez tiene problemas, pero es un lugar bueno para vivir y producir. El problema de la violencia está focalizado actualmente en los que se dedican al crimen organizado, no con la sociedad en general. Por eso hemos realizado muchos esfuerzos para quitarnos el estigma de la violencia”.
En negocio de neumáticos
El miércoles 6 de diciembre, pasadas las 16:00 horas, seis hombres fueron ejecutados en un establecimiento de reparación, compra y venta de neumáticos.
Testigos dijeron en el lugar que las víctimas eran todos hombres, empleados y clientes del lugar.
Un conductor del transporte público, quien pidió no ser identificado, declaró que conocía a varias víctimas. Comentó que se acercó al lugar antes de que llegara la policía y vio los cuerpos tirados, todos con un balazo en la cabeza, cinco afuera y uno en el baño del negocio.
Hasta el momento de manera oficial se ha identificado a dos de las víctimas: Érick Domínguez García, de 17 años, y Jorge Daniel Rubio, de 21. Según el vocero de la Fiscalía Zona Norte, Alejandro Ruvalcaba, las víctimas eran cuatro empleados y dos clientes, reportó El Diario de Juárez.
Un maestro de la Secundaria Técnica 30, que se encuentra más adelante sobre la misma avenida Ponciano Arriaga, visitó la escena del crimen para tratar de confirmar lo que le dijeron, que ahí mataron al conserje de la escuela donde trabaja.
La cifra de homicidios en el estado no ha disminuido, al contrario va al alza en los últimos tres años. En 2015 se registraron mil 545 casos y Chihuahua quedó en el lugar 10 nacional en cuanto al delito; en 2016 fueron mil 838 y fue el lugar número nueve. Hasta octubre de 2017 se asesinó a 2 mil 14 personas y la entidad quedó en el sitio siete de la lista, de acuerdo con el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública.
Casi al mismo tiempo que mataban a los seis hombres en el establecimiento de neumáticos, en otros puntos de la ciudad se reportaron dos balaceras con un saldo de dos muertos y un par de heridos.
Así fueron los homicidios por mes este año en Ciudad Juárez: 53 en enero, 87 en febrero, 68 en marzo, 31 en abril, 45 en mayo, 83 en junio, 51 en julio, 46 en agosto, 76 en septiembre, 62 en octubre, 82 en noviembre y 22 en los primeros siete días de diciembre.
El peso de las palabras y del miedo
Con el aumento de la violencia, también se incrementó el lenguaje utilizado para intentar reflejar una realidad que a veces rebasa las palabras. Surgieron términos para darle matices a la muerte: encobijado, ejecutado, acribillado, balaceado, sicariado, entambado. Campos semánticos del terror. Narcotúnel, narcofosa, narcomanta, narcocorridos. Chacaloso, sicario, alterado. No nos bastó nuestro idioma: carjacking y housejacking. Definiciones desconocidas se volvieron un lugar común: extorsión y secuestro.
Masacre, sobre todo, pesa. La definición de la Real Academia Española dice que es la matanza de personas, por lo general indefensas, producida por un ataque armado. Aquí en 10 años se han producido al menos 15 masacres: 127 víctimas desarmadas que, generalmente, festejaban algo.
Villas de Salvárcar, por ejemplo. Ciudad Juárez, el espejo magnificado de una fiesta que acabó en velorio.
Uno de los ejes principales de la campaña por la gubernatura de César Duarte fue la promesa de la cadena perpetua a secuestradores y extorsionadores, crímenes que iban al alza en ese 2010 y que afectaban, principalmente, a empresarios y en general personas de clase alta. Ganó las elecciones y a dos semanas de tomar posesión y un día después de la masacre en Horizontes del Sur, en una conferencia de prensa sobre los hechos, el 23 de octubre de ese año dijo respecto a la entrada en vigor (al siguiente día) de la prisión vitalicia: “No tengo duda de que al momento que tengamos la agilidad de imponerle cadena perpetua a un secuestrador en Chihuahua, se limitarán mucho aquellos que han estado explorando como una actividad ilícita la incorporación de muchos que no tienen alguna alternativa de empleo o de oportunidad”.
Ese día, tras la masacre en Horizontes del Sur, donde cayeron 14 personas en una fiesta, enmarcada en el año más violento de la historia reciente de Ciudad Juárez, el entonces gobernador expresó convencido: “Chihuahua vive”.
Ahora, el eslogan del gobierno de Javier Corral reza: “Chihuahua amanece para todos”. Pero los homicidios no paran. El estado ni vive ni amanece para todos.
El panista Javier Corral tomó posesión como gobernador el 4 de octubre de 2016. Ese mes, precisamente el de la primera transición luego de una administración priísta desde 1998, fue el más violento de aquel año, con 234 homicidios, 39.4% más que el mes anterior, cuando sumaron 165.
En el escenario de la masacre, precedida por la entrada del primer frente frío y anterior a la primera nevada, una mujer caminaba decida a entrar al establecimiento; ignoró las cintas de precaución y los gritos de los oficiales que intentaban detenerla, trató de burlarlos hasta que fueron tantos que resultó imposible: “¡Es mi sobrino!”, gritaba, “¡Tengo que ver a mi sobrino!”. Pero no pudo pasar. La hicieron salir del lugar. Se puede decir que la contuvieron, pero no se contuvo nada en realidad. La mujer siguió caminando entre las calles, buscando respuestas, acercarse. Tampoco se contuvo el crimen, ni el tren que pasó a un lado con su silbido interminable que rompió las cintas de precaución. No se contuvo a los niños que intentaban ver atrás del lazo amarillo, ni el aumento de los homicidios. No se contiene el miedo.