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El principal drama se vive cada madrugada en la Terminal 2 (T2) del aeropuerto capitalino: los escalones de piedra en el área de llegada son ocupados por decenas (a veces más de un centenar) de migrantes que llegaron al país con papeles en regla, pero fueron retenidos por funcionarios federales destacados en la terminal aérea, al “determinar” que pretenden permanecer aquí ilegalmente o dirigirse a Estados Unidos.

Se trata de una historia de terror en la que se encadenan la extorsión sobre migrantes, su enclaustramiento en “zonas grises” (sin incómodas cámaras de vigilancia) de ambas terminales, y el traslado de un número no determinado de ellos a presuntas cárceles clandestinas utilizando a taxistas de las diversas empresas concesionarias.

La operación contra ciudadanos provenientes de múltiples países, con documentos que les otorgan condición de turistas, pero en calidad de “sospechosos” por su origen nacional, aspecto o estrato económico, es realizada lo mismo por agentes del Instituto Nacional de Migración, encabezado por Francisco Garduño, adscrito a la Secretaría de Gobernación; que de la Policía Federal Ministerial, parte de la Fiscalía General de la República, cuyo titular es Alejandro Gertz, o de la Guardia Nacional, cuyo titular es el general Luis Rodríguez Bucio, dependiente de la Secretaría de Seguridad Publica.

Esta trama, disimulada durante un largo lapso bajo el velo que otorgan las horas en que las terminales dejan de operar (entre las 02:00 y las 5:00 horas), ha despertado indignación de viajeros nacionales y extranjeros cuyos vuelos llegan en las primeras horas del día debido a los retrasos que están afectando a las líneas aéreas. Y es un secreto a voces entre taxistas que son obligados a permanecer en el área para estos traslados ilegales.  

Fuentes consultadas por este espacio confirman que estas violaciones contra los derechos humanos son conocidas por autoridades. Ello ha estado atrás de la remoción de directivos aeroportuarios. La fiscalía federal informó que hizo una “rotación” del delegado de la Policía Federal Ministerial que se desempeñaba en el área y destacó a efectivos de la Interpol con el mismo propósito en la terminal 1 (T1). Las versiones recogidas indican que el nudo del problema se concentra en la T2, a la que son enviados los viajeros ‘sospechosos” detectados en la primera. De acuerdo con las mismas fuentes, la T2 se halla virtualmente bajo control absoluto de la Guardia Nacional.

La logística descrita incluye sucesivos “filtros” de los extranjeros, que en muchos casos son trasladados hacia pasillos ocultos tras lo que aparenta ser una “puerta” que no conduce a ninguna oficina, especialmente en la T2. Los presuntos migrantes son sucesivamente interrogados y en algún momento quedan retenidos en las llamadas “áreas grises”, lejos de los sistemas de cámaras de seguridad. Para esos efectos no se usa el área de resguardo o “separos” existentes en la T1, bajo el puente de la puerta 10. Ello, porque se trata de un sitio poco “discreto”, dada la cercanía con oficinas de la Fiscalía General de Justicia de la CDMX.

Testimonios recogidos entre trabajadores de las terminales aéreas y taxistas refieren modestos viajeros a los que se presionó en reclamo de un pago, bajo amenaza de llevarlos a la cárcel. Otros, a los que sus documentos fueron destruidos frente al rostro por negarse a ser extorsionados. Algunos más a los que se retuvo con la promesa de ser liberados para tomar un vuelo de conexión previo pago.  

Informes disponibles apuntan en el sentido de que estos operativos dejan a salvo a las cadenas internacionales de tráfico de migrantes, que siguen teniendo trato “VIP” en las terminales aéreas de la Ciudad de México y de otros aeropuertos internacionales del país.  

rockroberto@gmail.com

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