La pandemia de Covid-19 no es estrictamente la única causa de la gran crisis económica mundial que nos afecta actualmente. Es cierto, las limitaciones a la actividad económica en prácticamente todas las latitudes han generado fuertes disrupciones; sin embargo, nos atrevemos a asegurar que únicamente quedó expuesta la fragilidad del modelo económico.
Las estimaciones del Fondo Monetario Internacional sugieren que en 2020 el PIB mundial podría caer 3.0% y las disparidades son profundas en las diferentes regiones del mundo. Por otro lado, el Banco Mundial estima que entre 40 y 60 millones de personas serán empujadas a una situación de pobreza extrema en el mundo.
Más allá de una discusión teórica e ideológica entre derecha e izquierda, imperialismo y socialismo, el mundo requiere un cambio estrictamente derivado de la observación de la realidad, de un análisis profundo, tanto de variables económicas como sociales y por supuesto medioambientales.
Consideramos que el mundo vive un agotamiento y, quizás valga la pena decirlo, hartazgo, del modelo de globalización económica. Ciertamente, el valor del comercio internacional en términos reales se quintuplicó en los últimos 50 años; sin embargo, la desigualdad aumentó en todo el mundo y se concentró el ingreso en una proporción muy pequeña de la población. La globalización permitió grandes avances tecnológicos que tuvieron una amplia demanda en prácticamente todos los sectores, desde la telefonía celular y el internet, hasta las redes sociales y los grandes avances denominados como cuarta revolución industrial; pero, asociado a ello, observamos el aumento de la corrupción y la pérdida de valores éticos como elementos diferenciadores a la hora de hacer negocios.
Hemos visto también en este tiempo una serie de cambios geopolíticos y geoeconómicos que incluso más que nunca, está estrictamente ligada a lo anterior.
Todos, sin excepción, nos enfrentaremos en el muy corto plazo a cambios sin precedentes en la forma de trabajar, de interactuar, de hacer negocios. La tan esperada nueva normalidad implicará por fuerza un nuevo modelo económico, que tardará varios años en definirse con claridad, y varios más en permearse. Esperamos que sea un proceso democrático, aunque lento, y será nuestro legado a las nuevas generaciones. Sin embargo, la pregunta hoy es cómo reactivar la economía, cómo volver a echar a andar la maquinaria y prender los hornos.
Las organizaciones tendrán que adquirir nuevas habilidades y valores de manera muy rápida, de lo contrario las posibilidades de no persistir se ampliarán; para ello, deberán tener estructuras versátiles, flexibles y en un inicio muy delgadas. Las nuevas formas de trabajo, como el home office, la comunicación a distancia, el uso de plataformas digitales para promover, contactar clientes, vender y hacer servicios de postventa han llegado para quedarse. Más allá de ser medidas sanitarias, están mostrando su eficiencia y una reducción importante en costos. Muchas organizaciones ya habían avanzado en ello y podrían tener ventajas; sin embargo, las brechas deberán cerrarse rápidamente.
Los equipos de trabajo deberán ser sólidos, leales, constantemente capacitados, entrenados, con objetivos bien definidos que les permitan apreciar los beneficios de la consecución de estos, para ellos y sus familias.
Esperamos años complicados. Para enfrentarlos, las organizaciones de todo tipo —públicas, privadas, sociales, con o sin fines de lucro— deberán hacer uso de todas las herramientas posibles. Hay en el mercado un buen número de soluciones disponibles, herramientas tecnológicas, metodológicas, innovadoras, de todo tipo. Empresas, gobiernos, asociaciones, pequeños negocios… todos los actores económicos deberán hacer uso de ellas para solventar la coyuntura y, sobre todo, para enfrentar el gran cambio estructural que se aproxima. Las estructuras económicas y sociales también tienen un sistema inmunológico que reacciona cuando percibe alteraciones, pero para ello debe fortalecerse y permitírsele actuar. Hoy, es nuestra tarea principal buscar el mejor ambiente de recuperación para todos.
*Presidente de Consultores Internacionales, S.C.