Está demás decir que 2020 ha sido un mal año para México y el mundo. Derivado del Covid-19, hemos visto la contracción más profunda de la historia reciente de la economía mexicana, estimada en -19% para el segundo trimestre de 2020 y con una expectativa de -10.3% para el año.

Prácticamente todos los fundamentales económicos han mostrado caídas y contracciones. Los valores de las exportaciones y de las importaciones entre abril y junio de 2020 fueron 62% y 66% de los observados en el mismo periodo de 2019, respectivamente; las entradas de divisas por concepto de turismo en abril y mayo fueron únicamente 3% del promedio mensual observado en 2019; la inversión extranjera directa, durante el primer trimestre de 2020 fue 26% menor a la del mismo periodo de 2019; los títulos en renta variable y la tenencia de valores gubernamentales por parte de no residentes cayeron 29% y 23%, de febrero a marzo, lo que significó una caída de 67 mil 714 millones de dólares.

En el terreno de la política pública ha sido también un periodo de transiciones; recordamos la cancelación del proyecto de CBI en Mexicali, la suspensión de la planta de Iberdrola, los impedimentos a la participación de privados en energías renovables y, por supuesto, el redireccionamiento del gasto público hacia apoyos sociales disminuyendo con ello la inversión física.

No obstante, el tipo de cambio se mantenido estable. Por supuesto, no podemos dar por descontado que ha habido una depreciación de la divisa mexicana. Al cierre de 2019, el tipo de cambio nominal se situaba en 19.10 pesos por dólar, y hemos observado variaciones que han llevado al tipo de cambio a superar máximos históricos de 25 pesos por dólar en la segunda quincena de marzo.

Ya en julio el nivel técnico, estimado mediante la media móvil de 50 días, tuvo un descenso en la primera quincena y se estabilizó hacia fin de mes, pasando gradualmente de 23.76 a 22.49 pesos por dólar. Incluso, observamos que en los últimos días el tipo de cambio rompió esta barrera en casi 50 centavos.

¿Cuáles son los fundamentos que han mantenido estable a esta variable? Básicamente, consideramos tres elementos específicos.

El primero es el T-MEC. La entrada en vigor del tratado comercial entre México, Estados Unidos y Canadá ha dado certeza de las reglas de juego y ha sido un estímulo a inversiones que estaban detenidas y que en muchos casos están en proceso de maduración. Lo anterior brinda confianza a los actores económicos por la posición estratégica de México ante uno de los mercados más importantes para el comercio internacional.

El segundo es el buen manejo de la inflación y la tasa de interés real, que sigue siendo competitiva respecto a otros países emergentes, lo que esperamos podría atraer de nuevo capitales de corto plazo. De hecho, ya observamos una recuperación en la posición de títulos de renta variable por parte de no residentes, pasando de 95 mil 425 millones de dólares en marzo a 104 mil 937 millones en junio.

El tercero, la política monetaria expansiva en Estados Unidos ha debilitado el valor del dólar frente a otras divisas. El índice dólar, que mide su valor con relación a una canasta de monedas extranjeras, alcanzó su máximo en la segunda quincena de marzo (coincidente con los mayores tipos de cambio en México) y ha venido en picada desde entonces tocando mínimos similares a septiembre de 2018. Esto podría abrir la posibilidad a mercados emergentes a hacerse más atractivos, incluyendo el mexicano.

¿Qué podemos esperar? Desde hace varias semanas, en Consultores Internacionales, S.C. estimamos que el tipo de cambio se mantendría en una banda que va de 21.50 y hasta 22.50 pesos por dólar.

Ciertamente, hay riesgos que podrían romper esta banda que son de origen interno y nos referimos específicamente a las decisiones que tienen afectaciones en la inversión extranjera, a la falta de Estado de derecho que deriva en inseguridad física y jurídica tanto para hogares como para empresas, la falta de apoyos al sector empresarial y, en general, el debilitamiento del ambiente de negocios. Otros riesgos de origen externo podrían generar nerviosismo e inestabilidad en los mercados, por ejemplo, asociados a la elección presidencial en Estados Unidos.

De momento, hay una buena perspectiva de México en el exterior y esto sin duda es una oportunidad que debe aprovecharse.

Presidente de Consultores Internacionales, S.C.

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