Le quedan meses al sexenio de AMLO y está en un duelo de narrativas y juicios con el tercer hombre más rico del país, Ricardo Salinas Pliego, dueño de Grupo Salinas.

De una estrecha relación, donde el empresario era parte del compacto consejo asesor del Presidente, y luego de que, incluso, en el 25 aniversario de TV Azteca Salinas Pliego le diera a AMLO las llaves del “máster” (centro de control) de la televisora, ahora la relación es de confrontación.

Al centro de la disputa, varios supuestos impagos de impuestos de Grupo Salinas, por cerca de 26 mil millones de pesos. La tensión en la relación empezó cuando el ministro de la SCJN Luis María Aguilar ejerció la atracción de varios juicios y detuvo por casi un año su cobro.

Cuando esto ocurrió, el gobierno le quitó a Banco Azteca la posibilidad de hacer pagos a beneficiarios de programas sociales federales y después también le retiró la posibilidad de que sus clientes hicieran el pago de impuestos desde el portal electrónico del banco.

Luego vino una campaña en redes sociales, originada desde cuentas afines al gobierno, para afectar la reputación y captación del banco.

La disputa se ha extendido a otros temas regulatorios, como auditorías a la forma en que TV Azteca transmite los tiempos oficiales y hasta cómo “toca” cada noche el Himno Nacional.

Recientemente, la disputa creció con un decreto oficial que le retiró al empresario, de manera anticipada, la concesión del campo de golf Las Parotas, al convertirlo en un parque nacional. A la par, terceros emitieron alertas para Huatulco sobre los riesgos en el tratamiento de las aguas residuales si las instalaciones hidráulicas del campo de golf dejan de operar. Salinas Pliego ha contestado con coberturas televisivas críticas al gobierno y ha cuestionado el uso de las fuerzas armadas en el litigio.

En contraste, el hombre más rico de América Latina, Carlos Slim, ha construido una relación cercana con AMLO que, gracias a contratos públicos, le ha permitido crecer aún más su fortuna. Nunca cuestiona al Presidente. Al contrario, frente a él ha hecho declaraciones cuestionables, como cuando en 2019 señaló que el crecimiento de una nación era “intrascendente” y que lo relevante era su “potencial”.

Por su parte, el segundo hombre más rico de México, Germán Larrea, ha tenido diferencias con AMLO sobre minería, construcción y los ferrocarriles. Larrea no ha cuestionado públicamente al Presidente, pero se ha sabido que manda cartas expresando su sentir y mantuvo la defensa legal de sus temas. Cuando empezaron los conflictos entre Salinas Pliego y AMLO, aprovechó para zanjar diferencias, leyendo correctamente que al gobierno difícilmente le gustaría sostener conflictos, al mismo tiempo, con dos de los hombres más ricos del país.

La virtud de lo que estamos viendo en el affaire AMLO-Salinas Pliego es que públicamente se están discutiendo, entre ambos, situaciones que nos interesan a todos. De otra forma, no habría cuestionamientos al Presidente, pues se ha negado durante todo su gobierno a dar entrevistas a medios de comunicación serios. Pero también es una oportunidad para cuestionar y conocer al empresario. ¿Sirven las obras emblemáticas de la 4T? ¿Qué empresas pagan impuestos y cuáles no? ¿La Corte se prestó al juego del empresario? ¿Por qué el impago de impuestos durante años? ¿Se quitó en la 4T la facultad de la condonación fiscal? ¿Por qué entonces AMLO ofreció una quita de 8 mil millones a Salinas Pliego? ¿Qué tan eficientes son las áreas legales del SAT y de la Consejería Jurídica para cobrar impuestos?, ¿o usan la intimidación? ¿Los funcionarios del presente sexenio han sido eficientes o son unos “gobiernícolas”? ¿Puede el gobierno quitar concesiones de manera anticipada? ¿Los jueces agraviados por la 4T van a jalar con el empresario o se mantendrán neutros? ¿El Presidente seguirá mandando más allá de su sexenio? ¿Tendrá viabilidad Grupo Salinas si pierde los litigios?

Salinas Pliego apuesta al paso del tiempo y a los juicios para componer su situación. El Presidente, por el otro lado, apuesta a la fuerza del Estado, e incluso a la continuidad transexenal de sus planes y programas, para imponerse.

Ambos parecen lejos de un arreglo y cada uno mantiene con valentía la posición de salir victorioso. El tiempo dirá quién gana esta disputa, pero se abre el camino a debates más regulares y públicos entre las clases política y empresarial del país, algo que no hemos visto en décadas. Enhorabuena.

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