Hace 30 años, el 21 de septiembre de 1992, se publicaron de manera simultánea las notas intercambiadas entre la Secretaría de Relaciones Exteriores y la Secretaría de Estado de la Santa Sede para el restablecimiento de nuestras relaciones diplomáticas.

Por: Carmen Moreno Toscano 

Los vínculos entre México y la Santa Sede presentan características particulares, por la naturaleza sui géneris de la Sede Apostólica, la importancia del catolicismo en México, y los principios de laicidad y de separación del Estado mexicano y la Iglesia.

En este marco, a lo largo de estas tres décadas hemos construido una relación respetuosa, basada en valores comunes y en acciones conjuntas para impulsar el respeto a los derechos humanos y los mecanismos de protección para los más vulnerables.

Hoy, el secretario Marcelo Ebrard encabeza en el Antiguo Palacio de la Escuela de Medicina, junto con su homólogo del Vaticano, el cardenal Pietro Parolin, secretario de Estado de la Santa Sede, el encuentro académico “Laicidad abierta y libertad religiosa, una visión contemporánea”.

La presencia del cardenal Parolin tiene un simbolismo especial en esta conmemoración. Hace 30 años estuvo adscrito a la Nunciatura en México y jugó un papel indispensable en el proceso del restablecimiento de las relaciones diplomáticas. Desde entonces, ha sido un amigo incondicional de México y pieza clave en el fortalecimiento de nuestra relación bilateral.

En este periodo, México y la Santa Sede hemos crecido juntos y fortalecido nuestras coincidencias. En el tema de migración, hemos defendido que no son suficientes las políticas públicas o el uso de la fuerza, sino que es indispensable un cambio cultural y social que tome en cuenta el apoyo a las comunidades de origen. Asimismo, hemos trabajado juntos para brindar atención especial a la migración de niños, niñas y adolescentes no acompañados, con plena observancia de los derechos humanos.

Hemos desplegado acciones conjuntas, tanto en los foros multilaterales como a nivel bilateral, para la abolición de la pena de muerte. Por ejemplo, el apoyo de la Santa Sede fue crucial en el “Fallo Avena” de la Corte Internacional de Justicia, que garantizó el derecho de notificación consular para 54 mexicanos sentenciados a muerte en Estados Unidos.

Otra cuestión prioritaria en la que hemos desplegado esfuerzos diplomáticos conjuntos es en el combate a la proliferación de armas pequeñas y ligeras, tema que ha adquirido especial relevancia por la demanda que México inició recientemente en cortes estadounidenses contra las empresas fabricantes y distribuidoras de armas de fuego, que contribuyen a la exportación ilegal de estos artefactos a nuestro país, con consecuencias trágicas para nuestra población.

La relación entre México y la Santa Sede tiene también un impacto positivo a partir de la sociedad mexicana. Una buena parte de los mexicanos es de confesión católica y, como consecuencia, el diálogo y la cooperación existente permea en diversos sectores del país.

La firma de la carta de intención entre la Pastoral Educativa y de Cultura de la Conferencia del Episcopado Mexicano y la Facultad de Medicina de la UNAM para promover el contenido y aporte científico del Códice De la Cruz Badiano –restituido a México por el papa Juan Pablo II– ilustra claramente la colaboración entre ambas partes en la recuperación de nuestro legado histórico de conocimientos de medicina tradicional y el compromiso que mantenemos en su utilización para el progreso del país.

El códice, de la autoría del médico indígena Martín de la Cruz y traducido al latín por Juan Badiano, concluido en 1553 en el antiguo Colegio de Tlatelolco, es el primer tratado sobre las propiedades curativas de las plantas americanas empleadas por los mexicas. El trabajo conjunto en este tema para destacar no solo su uso histórico e importancia en el desarrollo de la medicina, sino la vigencia que tiene todavía, es un ejemplo de lo mucho que podemos lograr juntos.

Subsecretaria de Relaciones Exteriores 
@CMorenoToscano1 

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