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politica@eluniversal.com.mx
Llegó a México el jueves pasado a las tres y media de la madrugada para ayudar a la búsqueda y rescate de personas atrapadas entre los escombros de inmuebles colapsados por el temblor del 19 de septiembre.
Es una de las seis mujeres que forman parte de la brigada de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) que llegaron a ayudar a México. “No somos héroes, ni nada de eso, simplemente hacemos nuestro trabajo”, dice la capitana Karin Kabitke.
Desde el jueves remueve escombros y busca vida entre toneladas de concreto que se derrumbaron en Álvaro Obregón 286, colonia Roma Norte, en la Ciudad de México.
Es un grupo de 60 personas enviado por el gobierno que encabeza Benjamín Netanyahu: rescatistas, ingenieros civiles, caninos y sofisticado equipo tecnológico de búsqueda y rescate.
La israelí de ascendencia argentina relata a EL UNIVERSAL que llegó con lo que necesita para ayudar a una población que fue afectada por ese sismo de 7.1 grados.
“Nosotros venimos con todo el equipaje lleno de las cosas que necesitamos para trabajar, los ingenieros tienen sus equipos igual que los rescatistas, sólo lo que necesitamos para trabajar las 24 horas”, detalla a este diario.
Días después de aquel 19 de septiembre de 1985, llegó a México un equipo de las FDI israelitas. Fue la Unidad de Búsqueda y Rescate que incluyó 22 doctores que cargaron equipo médico y toneladas de suministros humanitarios. En aquel año, la brigada israelí ayudo a extraer cuerpos de entre los escombros, hasta 10 días después del sismo.
Este equipo ha enviado 21 delegaciones a 15 países diferentes a ayudar en medio de desastres naturales. Pero Karin vio en México algo que en ningún otro lado: la solidaridad.
“Increíble la solidaridad mexicana, la verdad es que la estuvimos viendo desde el primer momento en que llegamos a México, vimos la cantidad de gente que quiere venir y apoyar: donan agua, tiempo de sus trabajos, traen equipo, es una solidaridad que no se ve en cualquier parte del mundo, eso es lindo y alienta el corazón”, describió.
Es una mujer que no rebasa el 1.65 de estatura, delgada, piel blanca y pelirroja. Trabaja enfundada en un overol verde olivo en cuyo brazo izquierdo se visualiza la bandera de Israel. Usa unas botas negras y un chaleco color naranja en donde carga una botella con agua. No suelta su casco, color naranja también.
“Es nuestro equipo de trabajo, todo eso es lo que traemos de equipaje, nada más”, platica.
Kabitke señala que desde que llegaron a México, la madrugada del jueves pasado, la comunidad mexicana los recibió con calidez, pero sobre todo, con un apoyo al trabajo que realizan.
“La comunidad judía en México ha estado con nosotros, pero también todos los mexicanos. A donde vamos la gente nos aplaude, estamos emocionados”, dijo.
Ella resaltó que vino a México porque es su trabajo, como parte del ejército israelí, y después de ello, con el afán de ayudar a gente que cayó en desgracia. Su estadía en el país no sabe cuánto tiempo le tomará.
“Nosotros seguimos trabajando hasta que el ejército [israelí] nos diga. Claro que seguimos con la esperanza de encontrar gente con vida en el edificio [Álvaro Obregón 286], no sé cómo, pero seguimos trabajando”, indicó.
La mujer describió que su trabajo lo ha realizado al lado del Ejército mexicano, así como con la brigada de Estados Unidos y de Japón.
“Pero, sobre todo, con los voluntarios mexicanos que llegan a ayudar y que traen su equipo. Ellos nos dicen por dónde”, exclamó.
Su trabajo lo describe como una oportunidad que el ejército de Israel le da para devolver todo lo que ha recibido de esta institución.
No considera que los de su brigada sean héroes.
“No. Nosotros venimos a hacer nuestro trabajo que es rescatar vidas, sabemos que venimos a hacer la operación que nos encomendaron y por eso es que estamos aquí. No somos héroes ni nada de eso”, subrayó.
Antes de continuar con la remoción de escombros, tras un breve descanso, Karin Kabitke hizo un llamado a los mexicanos a no perder la fe, pero, sobre todo, a prepararse para lo que sigue, porque es necesario entender que después de un temblor de magnitud 7.1 con el desastre que dejó en México, lo siguiente es levantarse.
“Sigan con la fe, hacen un muy buen trabajo”, subraya. “Hay que seguir preparándose para lo que viene, porque cuando uno se prepara, cuando pasa el desastre, sabes qué hacer y cómo actuar. Eso es lo importante. Levantarse”.