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El número de estudiantes de programas de educación superior en América Latina y el Caribe se duplicó en la última década, pero la formación de capital humano calificado no es suficiente para elevar la productividad, el crecimiento y la equidad, puesto que debe existir un entorno en donde las empresas puedan generar puestos de trabajo de calidad y a su vez hacer uso productivo de esa fuerza laboral.
Aún los avances que se han dado en la expansión y mejora de la enseñanza superior, “el desempeño del sistema es decepcionante”, porque en promedio, alrededor de la mitad de la población de 25-29 años de edad que comenzaron la educación superior en algún momento no finalizaron sus estudios, porque aún están estudiando o porque desertaron.
“Sólo en México y Perú la tasa de graduación está cerca de la estadounidense (que es del 65%) y esta ha disminuido con el tiempo, puesto que los individuos de 60 a 65 años de edad tienen una tasa de graduación promedio del 73”, se concluye en un nuevo informe del Banco Mundial que hoy se publica denominado Momento decisivo: La educación superior en América Latina y el Caribe.
En ese documento basado en conversaciones con 268 egresados y antiguos colaboradores del programa de Becas Internacionales de la Fundación Ford , se precisa que el citado nivel de enseñanza se ha expandido radicalmente en los últimos 15 años, puesto que la tasa bruta promedio de matrícula de estudiantes definida entre estudiantes de secundaria y de los que tienen entre 18 y 24 años de edad, ha crecido del 21% al 43% en tres años.
El estudio que resalta la necesidad de hacer mayores esfuerzos en ese sector, será presentado hoy en la Ciudad de México por el Institute of International Education (IIE), en el que se retrata las vidas y carreras de docenas de líderes comunitarios de Brasil, Guatemala y México.
“Todas estas personas tienen algo en común: participaron exitosamente del Programa de Becas Internacionales de la Fundación Ford (IFP), una iniciativa que durante 12 años ofreció estudios universitarios de posgrado a líderes emergentes provenientes de comunidades marginadas de 22 países. Un total de 4 mil 305 líderes comunitarios se beneficiaron entre 2001 y 2013 de ese programa. De ellos, 268 son de origen latinoamericano”, se resalta en el documento.
Subraya que los resultados del trabajo de campo en América Latina proporcionan innumerables ejemplos de las formas en que los alumnos se van
desarrollando en roles de liderazgo con mayor frecuencia en la academia, el gobierno, la sociedad civil, así como en diversas organizaciones.
Dirigen centros de investigación, de educación, y organizaciones líderes que trabajan en una amplia gama de cuestiones de justicia social, como la cultura
preservación, derechos indígenas y humanos, así como desarrollo juvenil.
El caso de Flora
Flora Gutiérrez Gutiérrez creció en la región Zapoteca de Oaxaca, donde ella luchó por seguir su educación. A pesar de los desafíos que enfrentó en el camino, incluyendo pobreza y racismo, su pasión por la enseñanza la llevó a solicitar una beca IFP, para completar una maestría en Derecho Penal en el Instituto Nacional de Ciencias Penales en la Ciudad de México.
Hoy, ella practica y usa la ley para defender los derechos de las mujeres y los indígenas, y ha creado importantes redes de abogadas indígenas, y fue elegida como legisladora suplente.
"Crecí trabajando para ayudar a mantener a mi familia. En la comunidad de donde vengo, todos tuvimos que trabajar. Pero tuve suerte porque mi padre, que no sabía leer ni escribir, valoraba nuestra educación”, explica Flora Gutiérrez.
"Más adelante en la vida, la beca IFP me brindó la seguridad y fuerza que necesitaba para seguir mi maestría, y por primera vez en mi vida pude concentrarme completamente en mis estudios. Mi título me proporcionó las habilidades profesionales que necesito mantener y hoy ayudar a otras mujeres indígenas a defender sus derechos", destaca.
En el documento se indica que si bien la promoción de la educación superior es muy importante, el hacedor de política no debe perder de vista lo que sucede después de la universidad. “Es más probable que ese nivel de enseñanza genere buenos resultados si recibe estudiantes graduados de secundaria que están académicamente preparados. Además, los graduados de educación superior sólo pueden materializar su potencial productivo si su entorno se lo permite (…).
“El mensaje para el hacedor de política en la región es que la formación de capital humano calificado no basta para incrementar la productividad, el crecimiento y la equidad a menos que también se cree un entorno favorable”, se insiste.