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Cancún.-
El cambio climático y la contaminación son la principal amenaza para el Arrecife Mesoamericano que abarca la Riviera Maya, al poner en riesgo más de 5 mil especies de peces, algas, invertebrados y corales que habitan en ellos, advirtieron especialistas.
Peces con tonos tornasolados en azul, amarillo y naranjas, langostas, mantarrayas, corales con formas que asemejan desde un cerebro humano hasta los cuernos de un alce, habitan las aguas cristalinas del Caribe mexicano, la biodiversidad que conforman los arrecifes funcionan como una barrera natural para proteger a las costas de los huracanes; sin embargo, el cambio climático ha hecho que estos fenómenos tengan mayor intensidad, ocasionando daños a estos ecosistemas.
Para la protección y restauración del arrecife, el gobierno de Quintana Roo, junto con los hoteleros de la costa del Caribe mexicano y la organización The Nature Conservancy, crearán el Fideicomiso de Manejo de la Zona Costera mediante el cual se financiarán proyectos para conservar los arrecifes y las playas de forma continúa, así como cuando se presente un huracán.
El fideicomiso incluirá la compra de un seguro para los arrecifes de coral y las playas, a fin de restaurar los daños ante la ocurrencia de un huracán, y para conservar los sistemas naturales que agregan valor a los negocios y a las comunidades; el seguro pagaría la restauración del arrecife de coral y las playas afectadas por este tipo de fenómenos meteorológicos.
Calina Zepeda, especialista en restauración de arrecifes de la organización The Nature Conservancy, explicó que el cambio climático está provocando huracanes cada vez más frecuentes y de mayor intensidad, los desastres naturales cuestan 300 mil millones de dólares al año a nivel global; en México, estimó, los huracanes Wilma y Emily ocurridos en 2005 generaron un daño de más de 8 mil millones de dólares a la costa.
Detalló que la erosión de las playas es un problema creciente para la industria del turismo, los arrecifes de coral que protegen a la costa del Caribe mexicano se han degradado debido a la contaminación, el blanqueamiento y la sobrepesca.
“Lo que causa mayor daño físico a los corales son los huracanes, porque los puede llegar a quebrar, desprender o enterrar bajo la arena. Hay otras razones como es el aumento de la temperatura del agua, el coral no logra soportar este aumento y el alga que vive en el coral muere, al quedar desprotegido sin esa alga que lo alimenta el coral muere también”, señaló la investigadora.
El tiempo que tardan los corales en crecer depende de la especie, puede ser desde un año hasta cuatro, tiempo en el que apenas alcanza 80 centímetros; para su crecimiento, el coral tiene que estar bajo condiciones muy controladas y en un ambiente indicado para ellos, con la suficiente cantidad de luz solar, así como una temperatura del agua entre los 27 y 29 grados centígrados.
La especialista comentó que los arrecifes reducen 97% de la energía de una ola antes de que ésta llegue a la orilla, lo que proporciona protección a la costa, la cual se equipara a la que brindaría una construcción más costosa y menos resistente, como un malecón o un rompeolas.
Fideicomiso para salvar arrecife
El Arrecife Mesoamericano es la segunda barrera arrecifal más larga en el mundo, es un ecosistema diverso que además de proteger la costa del Caribe mexicano de las mareas de tormenta y del aumento del nivel del mar, trae beneficios económicos significativos para el destino turístico más importante de México.
Miguel Ángel Diego, representante de la Asociación de Hoteleros del Parque Nacional Puerto Morelos, explicó que el fideicomiso recibirá fondos de los impuestos de los hoteles y la industria turística, que incluirá la compra de una póliza de seguro que pagará las afectaciones ocasionadas por un huracán categoría 4.
“Los fondos se utilizarán para restaurar el servicio que brindan los arrecifes como protección costera. Se trata de un esfuerzo colectivo reunido a través del seguro adquirido con fondos fiduciarios; la comunidad local rescata un bien importante del daño causado por las tormentas”, dijo Miguel Ángel Diego.
Al año, añadió, la industria hotelera y turística en Cancún recauda 180 millones de pesos por el uso de la Zona Marítima Federal; de esa cantidad, 20% se destinará al fideicomiso.
Este fondo también canalizará recursos para administrar y conservar continuamente el área costera, dado que el arrecife puede ser más resistentes ante un huracán si se encuentra en buenas condiciones; para garantizar el buen manejo y la transparencia de los recursos, el fondo fiduciario se regirá por un comité técnico y científico que supervisará el gasto en proyectos de conservación, así como de la prima del seguro, explicó Alfredo Arellano, secretario de Medio Ambiente del gobierno del estado de Quintana Roo.
Un vivero para arrecifes
Primero se realiza un corte de coral de aproximadamente cuatro centímetros, los llevan a un acuario donde se controla el agua, como se dijo anteriormente debe estar a una temperatura entre los 27 y 29 grados centígrados, las condiciones deben de ser lo más similares a su hábitat natural; son alimentados con microorganismos como los rotíferos, que son componentes del plancton.
Cuando son cortados los fragmentos de coral, permanecen en observación para detectar algún signo de enfermedad; los fragmentos de coral son implantados en un cemento especial que no contamina, así como en plastilina hipóxica.
En promedio tardan en crecer de cuatro a seis meses hasta que alcanzan una altura con la que puedan sobrevivir en un ambiente marino. Organizaciones civiles e investigadores están desarrollando un protocolo para proteger los arrecifes y responder ante un huracán, mediante la formación de una brigada de respuesta inmediata que comenzará a limpiar, reparar el coral, evaluar el daño y diseñar un plan de restauración a corto y mediano plazo.
Estas actividades de restauración abarcan la reparación de todo el ecosistema, como es incrementar la reproducción sexual de los corales, mediante la captura de larvas y su cultivo en ambientes controlados; rescatar corales rotos, nutrirlos y replantarlos en el arrecife; así como determinar una zona libre de pesca para permitir la recuperación de las poblaciones de herbívoros.