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Miguel y su hermano Josué caminaban por un tianguis en la colonia Real de Tultepec, en el Estado de México. Se acercaron a una señora. Le habían echado el ojo para quitarle celular y bolsa. Miguel, quien había consumido drogas poco antes, fue el encargado de intimidarla: “¡Déme su celular!”, le gritó entre amenazas.
Los dos muchachos, de entre 25 y 30 años, despojaron a la mujer de sus pertenencias y se echaron a correr, mientras ella pedía ayuda desesperada. Miguel y Josué intentaron escabullirse entre los puestos y la gente, pero no habían pasado ni 20 minutos cuando la gente los tundía a golpes.
“Ni intentamos defendernos. Nos tiraron al piso y nos hicimos ‘conchita’. Solamente nos cubrimos la cara mientras nos golpeaban”, relató Miguel.
Una patrulla que llegó al lugar detuvo a la turba y les salvó la vida. Fueron trasladados al Reclusorio Sur, en Xochimilco.
La mujer sólo pudo reconocer a Josué, quien sigue preso, esperando su proceso por robo. Miguel, quien contó la historia, está libre.
Crecen casos
México vive una crisis de linchamientos, dice Raúl Rodríguez Guillén, profesor del departamento de Sociología de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) Azcapotzalco. Los números parecen confirmarlo.
De 1988 hasta 2012, en México se cometieron 366 linchamientos (consumados y en tentativa), de acuerdo con un recuento hemerográfico de Rodríguez Guillén. Encontrar números oficiales, afirma, es lo menos complicado.
La cifra del especialista indica que en esos 24 años se cometieron 15.25 linchamientos al año, poco más de uno por mes.
De 2012 al 1 de junio de 2017, el recuento subió la cifra en 376 linchamientos. En otras palabras, en los últimos cuatro años y cinco meses se habrían cometido más linchamientos en el país que en los 24 años previos. Y las cosas cada vez se ponen peor.
En los primeros cinco meses de 2017, los datos de Rodríguez Guillén dan cuenta de 142 linchamientos, más de 28 al mes. El fenómeno se concentra en siete estados: Estado de México, Puebla, Tabasco, Chiapas, Oaxaca, Guerrero y Morelos, además de la Ciudad de México.
Esta expresión de justicia por mano propia se asociada, afirma, con los siguientes delitos:
-Robo, 50%
- Atropellamientos y otros accidentes viales16.2%
- Violación, abuso policiaco, asesinato y secuestro, entre 6% y 7%
Ausencia de autoridad
La gente lincha a los ladrones simplemente porque asume que si los entregan a las autoridades quedarán libres y sin castigo, dice Rodríguez Guillén: “Las ejecuciones y los linchamientos se pueden analizar como expresión de la violencia social localizada. Grupos de colonos organizados ejercen violencia frente a situaciones o condiciones que ponen en riesgo los principios de convivencia pacífica”, escribe en su ensayo Violencia Social, publicado recientemente en la revista El Cotidiano.
Esta acción violenta cuestiona a la autoridad y aunque sea de forma momentánea, intenta restituir esa figura a través de la violencia, porque los límites sociales fueron rotos.
Al linchar a un infractor, de acuerdo con el especialista, la gente lincha de manera simbólica a la autoridad.
El linchamiento es considerado como homicidio doloso (intencional) y si alguien fuera encontrado culpable de cometerlo, podría alcanzar una pena de entre 40 y 50 años de prisión, de acuerdo con Gabriel Regino, ex subsecretario de Seguridad Pública de la Ciudad de México.
El asunto es que los linchamientos prácticamente nunca se castigan; es decir, es muy raro que una o varias personas sean procesadas por ese delito.
Las razones
En México más de 90% de los delitos no se castiga, adicionalmente, en los linchamientos se generan complicidades entre ejecutores y autoridades que transforman ese delito en un secreto, agrega Rodríguez Guillén.
René Jiménez Ornelas, académico de la UNAM y miembro del Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM, coincide. Los linchamientos prácticamente nunca se denuncian: “Las personas involucradas no lo hacen porque tomaron la justicia por su propia mano. Las autoridades, por su parte, prefieren dejarlo así, en secreto, de tal manera que no solamente no se registran los casos, sino que no se denuncian”, dice.
El más reciente linchamiento en México ocurrió el 28 de septiembre pasado. Pobladores del municipio poblano de Los Reyes de Juárez, arrebataron a la policía local a un joven a quien acusaban de robar bicicletas.
La turba llevó al joven, identificado como Moisés Peralta Reynoso, de 26 años, a unas calles de distancia de la comandancia. Lo golpearon por varios minutos hasta que desde la multitud salieron cuatro disparos que hicieron blanco en el muchacho. Murió en el lugar.
También, el pasado 17 de agosto, un grupo de personas golpeó a un presunto ladrón de 22 años quien, según testigos, asaltaba a usuarios y vendedores que llegaban a la Central de Abastos, en la Ciudad de México. Lo mataron a golpes.
Un poco antes, en Tehuacán, Puebla, el 6 de julio de 2017, fue linchado un presunto delincuente que según los pobladores, era el responsable de una ola delictiva. La gente enardecida entró a la casa del sujeto apodado El Pepino, lo golpearon, lo rociaron con gasolina y finalmente le prendieron fuego.
Hasta ahora no se sabe que ninguna autoridad de Puebla o de la Ciudad de México haya detenido a algún presunto responsable de cualquiera de esos linchamientos.
Según los especialistas, reducir el número de linchamientos en el país implicaría un ataque frontal de las autoridades contra el delito y un mejoramiento notable en la procuración de justicia que reduzca la impunidad. Ambas demandas ocupan desde hace mucho los primeros lugares entre las prioridades del país.
Regino asegura que a ninguna autoridad de los tres niveles de gobierno le interesa atender el tema o intentar ponerle solución.
Side Bar: La situación en los estados
Según Guillén, de 1988 a 2016, el número de casos de linchamiento (consumados y en tentativa) en la Ciudad de México fue de 64; Puebla registró 101, y el Estado de México, 191.
Le siguen Morelos y Oaxaca con 39 sucesos cada uno; Chiapas con 22; Tabasco, 20; Veracruz con 19 y Guerrero, 16.
Los municipios con mayor índice de linchamientos a nivel nacional, de 2010 a 2016, son: Ecatepec, con 25; Texcoco con 15 y Chalco con 14, pertenecientes todos al Estado de México. Por su parte, los municipios poblanos de Tehuacán, Puebla capital y San Martín Texmelucan, tienen 10 casos cada uno, en el mismo periodo.