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“Vamos a la oficina”. Así les decía Diana Labastida a jóvenes de menos de 20 años a los que ofrecía trabajo en Acolman, Estado de México. Adentro los dotaba de instrumentos para laborar: armas de fuego para despojar a ciudadanos de sus vehículos.
Labastida, de 38 años, lideraba diferentes células de robo de autos en Ecatepec, donde por día se apoderaban ilegalmente de hasta cuatro automóviles que vendían entre 8 y 15 mil pesos por unidad.
Un error durante un operativo la hizo caer junto a varios integrantes de su grupo, el pasado 25 de enero.
En un filtro de seguridad entre la Ciudad de México y el Estado de México, a la altura de Puente Negro, un taxi fue cateado y en su interior había dos juegos de llaves de carros. Cuando cuestionaron a las tres personas, una mujer y dos hombres, respondieron: “No sé”. Transpiraban la sospecha.
Las autoridades de la Secretaría de Segudad del Estado de México realizaron la investigación mediante sus celulares, donde encontraron un grupo de WhatsApp llamado “Los Labastida”, a través del cual se comunicaban y enviaban fotografías, precios de los vehículos y ubicaciones de las operaciones de la policía. Ellos son apenas una de las incontables células que operan este ilícito de alto impacto, que entre 2015 y 2017 se incrementó 84% en la cifra de denuncias presentadas ante el Ministerio Público (MP), según el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP). La violencia aplicada también aumentó 71%.
La Asociación Mexicana de Instituciones de Seguros (AMIS) catalogó a 2017 como año “histórico”, tan sólo con estadísticas basadas en autos asegurados. “El alza en el robo de automóviles refleja una despresurización de las políticas de prevención del delito. La primera lectura importante es la vulnerabilidad que está dejando este delito, un impacto económico en el sector público, privado y también en la sociedad”, dice Carlos Jiménez, titular de la AMIS.
Detrás de las estadísticas se esconde una maquinaria criminal que impacta a diario en el patrimonio de los ciudadanos. Las autoridades se han visto rebasadas y no logran desarticular a las cabezas. Informes de inteligencia, expedientes y agentes de investigación consultados por EL UNIVERSAL, dan cuenta de precios, rutas, modus operandi y otros datos sobre lo letales que son estas bandas del crimen organizado.
El ascenso de un modus operandi
Cuando los agentes de investigación allanaron la “asociación” de Diana Labastida encontraron armas de fuego, un pizarrón con precios de automóviles y tabuladores. A partir de ahí dieron con pistas para aprehenderla junto a sus cómplices. Francisco Díaz González, titular de la corporación involucrada, informó que los arrestos se efectuaron en un día y en diferentes acciones.
El tamaño del crimen se puede medir con las 157 mil 850 denuncias, de 2015, que pasaron a 161 mil 770, en 2016, y a 186 mil 896, en 2017, según el SESNSP. La bomba de robos se coteja con cifras de la AMIS: hubo 27.2% más respecto al año anterior. A la industria aseguradora le representó pérdidas por 15 mil millones de pesos en 2017.
El modus operandi de las bandas —indican los expedientes y los agentes consultados— consiste en enviar a diferentes células formadas por tres a seis asaltantes, todos en un auto. Son jóvenes de 14 a 30 años que evitan las horas de tráfico y escogen avenidas principales.
A las víctimas se les cierra el paso con el vehículo, los amagan, los bajan y un integrante se lleva el carro a una zona alejada a “enfriar”, es decir, a dejarlo toda la noche para cerciorarse de que no tiene GPS y que no fue buscado por nadie.
Posteriormente, los envían a un “corredor”, una especie de intermediario que paga en efectivo. “El carro lo pagan dependiendo de la marca, de 8 a 15 mil pesos”, cuenta la fuente de la Fiscalía General del Estado de México. Estos precios coinciden con el informe de inteligencia al cual tuvo acceso EL UNIVERSAL, donde los “vehículos más comerciales y alterables” son los modelos Mazda, Vento, Aveo, Gol y Jetta. A excepción del Mazda, que alcanza los 18 mil pesos. Una vez que eso ocurre son vendidos en autopartes o clonados. Los autos como un BMW, o camionetas como las pickup, son alterados en sus registros y enviados a otros estados, así como a la ruta hacia el sur en Veracruz y de ahí a Centroamérica. “Tiende a dirigirse el robo más hacia el sur del país, no hacia el norte porque son más baratos, por eso lo sacan por Centro y Sudamérica”, explica el experto Francisco Rivas.
David Corrales, jefe interino de la Sección de Robo de Vehículos del Organismo de Investigación Judicial en Costa Rica, reveló en mayo de 2017 que autos de esa nación son localizados en México, Guatemala y otros países latinoamericanos, mientras que unidades mexicanas son vendidas en Guatemala o El Salvador.
“Hay bandas tan especializadas que el trabajo muchas veces ni un perito lo logra detectar”, cuentan agentes, quienes explican que las áreas especializadas comienzan a tener trabajos importantes. Sin embargo, enfatizan que es “paupérrimo” para el nivel del ilícito. “Estamos hablando de que al día, una célula de tres ladrones se roba tres vehículos y salen a operar tres veces a la semana, ahora multiplícalo por el número de bandas”.
El menú
El crimen organizado dedicado al robo de vehículos también tiene focalizado para qué utilizará cada modelo y cuánto le representa cada uno. Durante el periodo 2000-2016, la Procuraduría General de la República (PGR) registró un total de aseguramientos de 58 mil 34 automóviles con reporte de robo, especifica un oficio obtenido por El Gran Diario de México vía la Ley de Transparencia. La clasificación de los más robados —según los documentos— es la siguiente: camionetas costosas, autos chicos o medianos comerciales y transportes de carga.
Primero aparecen modelos de camionetas como las pickup, con 2 mil 872 aseguradas; Silverado, con 959; Grand Cherokee, con 700; Explorer, 551, y Expedition, con 399. También aparecen con más de 100 robos modelos como Ranger, Tahoe, Cheyenne y Lobo, entre otros. Las fuentes señalan que los vehículos anteriores son elegidos para la clonación cambiando papeles y placas con un modelo y color similar de otro estado de la República para que no sea sujeto a reporte de robo. Por otro lado, son utilizadas para delinquir, puesto que el crimen organizado “no compra parque vehicular, lo roba, si ellos necesitan camionetas como puede ser una Suburban”.
Carlos Jiménez, de la AMIS, apunta: “Normalmente los delincuentes requieren trasladarse, la forma es con vehículos robados para cometer otros ilícitos”.
En la segunda, están los autos que, según el informe de inteligencia, son los comerciales y alterables.
En los años 90, por ejemplo, el vocho se convirtió en el más robado de la historia, pero ahora son otros como el Tsuru con 748 unidades recuperadas; Jetta, con 671; Sentra, con 601, y Accord, con 517.
De igual forma figuran con más de una centena de reportes los Civic, Altima, Focus y Corolla. Estos generalmente son desvalijados porque, aseguran agentes de la fiscalía, suponen una inversión alta para el bajo costo que recuperan, entre los 8 y 18 mil pesos. En el tercer orden de la clasificación están los transportes de carga que usa habitualmente la iniciativa privada. En el oficio de la PGR se registran 512 Suburban, 361 tractocamiones, 289 de redilas, 163 de caja refrigerada, 162 torton y 34 tráileres.
En la base de datos de PGR aparecen 8 mil 410 unidades cuyo modelo no está especificado. En el universo de los autos asegurados representan el 14.4%.
Más violencia
El pasado 7 de febrero, un agente de la Secretaría de Seguridad Pública de la capital se enfrentó a una banda que había robado una camioneta Nitro color azul en la delegación Azcapotzalco. Durante la refriega el uniformado recibió un balazo y murió. Con seguimiento a las cámaras de videovigilancia se detuvo a siete personas, presuntos autores del homicidio, y dos vehículos.
De acuerdo con el SESNSP, la modalidad del hurto con violencia también ha repuntado. De las 45 mil 136 denuncias presentadas ante la autoridad en 2015 saltó a 45 mil 152 en 2016 y en 2017 aumentó a 63 mil 179. Esto significa 71%.
El informe de la AMIS detalla que de los vehículos inscritos en alguna aseguradora que fueron robados, en 60% se cometió violencia. Las entidades donde más sucedió fueron Guerrero, Sinaloa y el Estado de México.
Jiménez expresa que aunque el robo con violencia no significa que en cada caso haya un homicidio, “vemos un contexto de mucho más violencia” que pone en vulnerabilidad al sector público, al privado y a la sociedad. Por ello, considera, se deben mejorar los mecanismos de prevención y persecución, aplicar tecnología y brindar certeza jurídica. También fortalecer la cultura del aseguramiento, por ser el segundo patrimonio más importante tras una casa.
Actualmente, las autoridades en los estados acentúan las desarticulaciones de bandas que se dedican exclusivamente a la operatividad del robo, pero a nivel federal, en la PGR no hay objetivos prioritarios contra los capos del robo de vehículos, financiadores, intermediarios u organizaciones de clonadores.