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david.aponte@eluniversal.com.mx
Es la semana del 5to Informe de Gobierno y el presidente Enrique Peña Nieto se encuentra en su despacho de la Residencia Oficial. Las puertas de las salas en la Casa Lázaro Cárdenas no tienen un minuto de descanso. A la par, los militares encargados de la seguridad no tienen tregua.
El mandatario está a unas horas de recibir a los senadores de su partido, el PRI, y también a los integrantes de la bancada del Partido Verde Ecologista de México (PVEM), sus aliados políticos, para una comida que se prolonga por cuatro horas.
Peña Nieto, de traje azul marino, camisa blanca y corbata a rayas color vino, cruza el pasillo para entrar a un amplio salón ubicado frente a los jardines de Los Pinos.
Faltan más de 15 meses para terminar su mandato y en el ambiente flota un aire de despedida, que llegado el momento marcará la conclusión de “la carrera política” del mexiquense. En sus propias palabras: “Habré de reinventarme. ¿Haciendo qué, en qué? No lo sé todavía, no tengo claro, es algo que habré de definir una vez que concluya esta responsabilidad, pero la que sí tengo tomada, por decisión, es concluir mi vida política en México”.
Pero su gobierno no ha terminado y el Jefe del Ejecutivo federal está por entrar en el último tramo, en la etapa de sucesión y la época de la definición del aspirante priísta a la Presidencia. ¿Qué perfil debería tener el candidato del PRI?
El Presidente no elude la pregunta, a pesar de sus tiempos y los ritmos propios del partido, las dinámicas y tradiciones internas:
“Por lo menos dos atributos importantes de quien resulte abanderado del partido: uno, que sea alguien que tenga una visión clara del México que quiere construir y al que quiera aportar, que haya claridad en la visión de hacia dónde va el país y cómo debe caminar y avanzar para llegar a mejores condiciones. Y dos, un perfil evidentemente de una conducta y una trayectoria honesta, limpia, de reconocimiento y de prestigio, porque creo que eso hará que el PRI tenga un candidato altamente competitivo”, explica.
Ahora que está por iniciar el sexto año de gobierno, ¿cuál considera que ha sido el balance de estos cinco años y hacia dónde se debe caminar en lo que resta de su administración?
—Diría que hemos puesto especial atención en dos temas, dos asignaturas particularmente. Primero, haber impulsado cambios estructurales, que en el pasado se sabía, se tenía diagnosticado qué tenía que hacer México y se vinieron posponiendo por mucho tiempo esos cambios.
Y aquí hubo la participación de distintas fuerzas políticas para lograr ajustes estructurales en diversos ámbitos, donde le hemos dado al país una mejor condición para que pueda acelerar su ritmo de desarrollo y pueda ofertar para su sociedad mayores oportunidades de empleo, de capacidad productiva, de competitividad, de ser más productivos.
Estas reformas van desde haber hecho un cambio en materia de telecomunicaciones y se empiezan a ver frutos. Hoy la gente no paga la larga distancia, los precios de telefonía fija y de telefonía móvil han disminuido, y ese mayor número de participantes dentro del sector hay mayor competencia.
Tienes por otro lado, dentro del ámbito social, la reforma educativa, que es, sin duda, el cambio estructural más importante que se ha tenido en décadas.
Proyección a futuro
El expediente de las reformas estructurales es algo que el presidente Peña Nieto parece disfrutar. Maneja cifras, datos, proyecciones. Por ejemplo, dice que la de telecomunicaciones hará posible que 96% de la población del país tenga internet para 2024; que la energética cambie el modelo de negocios con 80 mil millones de dólares comprometidos para los próximos años; que la hacendaria permita la total despetrolización del país, y que la financiera haga posible que millones de mexicanos tengan acceso a servicios financieros.
¿Cómo visualiza las reformas? ¿Qué haría falta para consolidarlas, qué está imaginando que necesita pasar para que el país empiece a sentir mucho más, con mayor profundidad las reformas?
—Creo que están avanzando. Las reformas ahí van, van a cambiar en muy pocos años el rostro del país, del México que conocimos hace apenas cinco años. En otros cinco o seis años el rostro de nuestra nación va a ser distinto y todo ello en beneficio de la sociedad mexicana.
Sobre las necesidades que todavía se ven en este momento en el país, seguridad, empleo, pobreza…
—A ver, en el tema de seguridad, es cierto, sigue siendo un reto y un desafío importante para el Estado. Hemos avanzado en distintos aspectos de esta asignatura, como una mejor coordinación entre las distintas autoridades, entre el orden federal y los estados. Hemos logrado mejorar las capacidades, la capacitación y capacidades en términos de equipamiento. Estamos instrumentando un nuevo modelo de justicia penal, pero evidentemente estamos todavía a distancia de lograr el objetivo de asegurar que tengamos un país plenamente en paz.
Hay lugares donde lamentablemente la violencia se ha agravado y esto ha ocurrido centralmente porque se ha logrado detener a los grandes capos, eso ha llevado a que distintos grupos criminales se disputen entre sí las plazas. Evidentemente, esto sigue representando un gran reto, creo que lograr en un futuro próximo el tener policías estatales únicas será también otro avance, pero es una asignatura que si bien ha tenido logros, debo reconocer sigue siendo un reto importante.
Otro, el abatir todavía los niveles de desigualdad. Hay que decir que de acuerdo con los resultados que el Coneval dio en 2015 sobre las carencias que tiene la sociedad, hoy estamos en mínimos históricos, nunca habíamos logrado disminuir este nivel de carencias que tiene la sociedad, no sólo por ingreso, sino también por su condición, si tiene acceso a la seguridad social. Espero que sigamos avanzando. ¿Cuál es el gran reto que tenemos en esta asignatura? Cerrar la brecha de desigualdad.
En el tema de cómo combatir más eficazmente la corrupción y estos temas que estamos viendo, pues recientemente para no irnos atrás, Odebrecht, el socavón, ¿cómo hacer, Presidente, para evitar este fenómeno, pero también la percepción?
—Creo que el tema de la corrupción se ha vuelto un asunto que está en la preocupación y la sensibilidad de toda la sociedad, y lo celebro, porque convoca a que todos asumamos responsabilidad. La corrupción creo que es algo con lo que hemos vivido, al señalar que es un tema prácticamente cultural y lo dije así porque creo que está extendido tanto al ámbito público como al privado, en distintas áreas. Querer realmente desterrar este elemento, este flagelo de la convivencia social, demanda que todos nos involucremos en esta tarea.
Creo que hemos construido un andamiaje legal que favorece a este propósito, pero para que opere adecuadamente demanda que la sociedad esté involucrada. Hoy tenemos algo nuevo, un Sistema Nacional de Transparencia. Ahora todos los poderes están obligados a ser transparentes, distintos órganos autónomos, los propios sindicatos, los partidos políticos, hoy tienen que ser transparentes y cualquier ciudadano puede demandar y saber el destino de los recursos públicos que eventualmente cada entidad pública maneja.
Por otro lado, tienes un Sistema Nacional Anticorrupción, que fundamentalmente está creado para prevenir y para generar políticas públicas que eviten precisamente tener espacios de corrupción y sancionar este tipo de conductas. Yo no recuerdo otra administración en donde tantos actores señalados por corrupción hubiesen estado sometidos a enfrentarse a la justicia, a estar siendo procesados, nunca antes se vio algo así.
Yo he señalado, a ver, la corrupción no se anida en un solo partido político, no es sólo en las instituciones públicas, también está en el ámbito privado y convoca a que todos hagamos esfuerzos reales y genuinos para combatir este flagelo. Hoy se tiene un mejor andamiaje, se cuenta un modelo jurídico para disminuir y prevenir la corrupción.
Creo que esto es algo en lo que habremos de avanzar en los próximos años. Creo que todavía al Congreso le toca tomar algunas definiciones, espero que pueda lograr los consensos necesarios para definir nombramientos que aún están pendientes para que particularmente el Sistema Nacional Anticorrupción entre en plena operación.
Que en México no existiera la palabra corrupción...
—Creo que lo ideal es que no existiera y hay que decir una cosa: puede haber muchas prácticas generadas en los años, pareciera que es algo con lo que nos acostumbramos a vivir, pero también he dicho que no está en la genética de nuestra sociedad el incurrir en los actos de corrupción. Desterrarlos, desterrarla, puede tomarnos tiempo, pero exige que todos nos involucremos y asumamos compromiso y responsabilidad con evitar la corrupción.
Sobre temas de política exterior, para caer en lo que nos toca muy de cerca, porque lo tenemos como vecino, hemos visto asuntos como el de Venezuela, el terrorismo, Norcorea, pero fundamentalmente estos que son más cercanos, un cambio, por ejemplo, en la relación con la República Bolivariana. Preguntarle sobre eso, ¿por qué se han tomado este tipo de posiciones?
—Con Venezuela, en particular, porque si bien México se acoge al principio de no intervención y la libre autodeterminación de cada pueblo, también es cierto que no podemos estar pasivos y no activos en aquellas violaciones que vemos y observamos flagrantes al orden democrático y a la defensa de los valores que los países de la región hemos suscrito.
Lo que hemos observado particularmente en Venezuela, pues es una crisis humanitaria, lo que estamos observando es un rompimiento auténtico del orden democrático.
México ha levantado la voz para demandar que Venezuela, por la vía pacífica, por la vía del diálogo, pueda superar y resolver estas diferencias, pero que son inaceptables el rompimiento al orden democrático que hay en esa nación.
Con Estados Unidos, ¿cómo lidiar con un presidente que cuando se está renegociando el TLCAN se posiciona en Twitter, genera polémica? Tenemos el tema del muro también, ¿cómo manejar la relación con un presidente que quiere posicionarse por esa vía?
—Podría decir que hemos dejado muy en claro cuál es la posición y la actitud que México habrá o ha venido asumiendo frente al nuevo gobierno de Estados Unidos. Estamos actuando con serenidad, con prudencia, pero con determinación en favor de defender los intereses de los mexicanos, de defender y actuar siempre en favor del respeto a la dignidad de los mexicanos y de la soberanía nacional.
Estos temas no están sujetos a negociación alguna y al amparo precisamente de respetar estas premisas, estos valores centrales que rigen nuestro actuar, estamos con decisión y con voluntad de lograr un acuerdo que sea favorable ahora que estamos renegociando el Tratado de Libre Comercio, que sea favorable para las tres partes involucradas.
El muro...
—Lo hemos fijado con toda claridad, a ver, es un tema inaceptable y en el que con toda claridad hemos dicho que no es un asunto a negociar, es inaceptable esta condición. Recientemente fijamos una posición puntual y clara en donde hemos señalado y —además creo que se dejó conocer alguna filtración que hubo de la conversación que tuve con el presidente Trump— desde el principio hemos sido claros en esta posición: México no puede, no va a pagar por el muro, México no tiene por qué pagar por alguna barrera que el gobierno decida poner dentro de su propio territorio, a lo que están en su derecho de cada quien cuidar sus fronteras como mejor les plazca y consideren, pero México de ninguna manera habrá que aceptar esta condición, no hay manera, no hay forma y sobre este tema hemos sido más que claros y puntuales.
No debemos extraviarnos en el camino
Hace más de dos semanas, Peña Nieto estuvo en la Asamblea Nacional del PRI, donde se abrió la baraja de aspirantes a la Presidencia, principalmente con la apertura de los candados para que los ciudadanos puedan ser elegibles para la candidatura de 2018.
Viene 2018, de hecho ya estamos en 2018, la sucesión presidencial. ¿Ve algún riesgo, cómo está viendo el proceso que se está dando desde ahora mismo?
—Estamos en los tiempos naturales de todo proceso, estamos a menos de un año de que tenga lugar la elección presidencial y de miles de cargos que estarán disputándose, nunca en la historia reciente había habido un proceso en el que se fueran a elegir tantos cargos.
La tarea del gobierno es asegurar que tengamos un ambiente de tranquilidad y propicio para el buen ejercicio de esta justa democrática y de una gran participación de la ciudadanía. Lo que se estará disputando también son las distintas visiones del México del futuro y en donde habré de apelar como mexicano: espero que la sociedad, más que por emociones, con toda racionalidad juzgue sobre los distintos proyectos que tenga y que asegure que lo que venga hacia adelante sea un futuro bueno y positivo para el país, de desarrollo, de éxito, porque nuestra nación ha evolucionado de manera positiva en los últimos años y creo que no podemos extraviarnos y menos dar giros que nos lleven a otros escenarios, distintos a lo que se ha venido construyendo.
El México de hoy es muy distinto al de hace 25 años. Ha venido creciendo, generando empleo, no queremos que se pierda este ritmo, no queremos que nos extraviemos de este rumbo en el que sin duda ha venido evolucionando de forma positiva.
En algunos mensajes, señor Presidente, usted ha expresado su desacuerdo por el tema del populismo. ¿De eso estamos hablando?
—Lo he señalado con toda claridad, hemos observado en el mundo, no sólo en México. ¿Y qué refiero por populismo? El apelar o el postular soluciones muy fáciles, prácticamente salidas falsas a los problemas y necesidades que tiene un país. Frente a esto tenemos que actuar con absoluta seriedad, con la auténtica serenidad y con toda racionalidad. No hay modelo que haya resultado ser exitoso cuando se ha acogido a salidas falsas o a respuestas fáciles y precisamente el nombre que toman en el mundo entero estas corrientes populistas que justamente postulan ello.
Me he declarado absolutamente contrario a estos postulados, porque no creo en ellos, porque creo que son puertas fáciles, pero engañosas y que pueden condenarnos a un retroceso más que a un avance, pero al final de cuentas como Presidente de la República seré invariablemente respetuoso de la definición que tomen la gran mayoría de los mexicanos, vivimos en un país democrático, y seré absolutamente respetuoso de la definición que tomen los ciudadanos.
Sobre su partido, recientemente en la Asamblea Nacional usted fue bien recibido, ¿qué perfiles tendrían que tener o qué perfil, más bien dicho, debería tener el candidato de su partido a la Presidencia de la República?
—Milito en un partido, en el PRI, que es quizá el más antiguo de México, que lleva a cuestas también desgaste, señalamientos, descrédito, pues es el costo de llevar muchos años dentro de la competencia democrática, pero soy un Presidente orgullosamente priísta, que cree en un partido que ha aportado a México la construcción de instituciones que hoy sirven a los mexicanos como el Seguro Social, el ISSSTE, como instituciones públicas como es la autonomía que tiene la UNAM, el Politécnico, varias universidades creadas, que ha construido toda una red de servicios médicos que permite hoy que la expectativa de vida sea mayor a la que se tenía hace apenas 80 años.
Lamentablemente, ha habido yerros, ha habido fallas y ha habido actores que en su conducta han manchado la imagen y prestigio del partido. Pero el PRI, evidentemente, convoca a mucha gente que, con serenidad sabe y reconoce lo que el partido ha aportado, y en una justa democrática lo que debe de esperarse.
Por lo menos dos atributos importantes de quien resulte abanderado del partido: uno que sea alguien que tenga una visión clara del México que quiere construir y al que quiera aportar, que haya claridad en la visión de hacia dónde va México y cómo debe caminar y avanzar para llegar a mejores condiciones.
Y dos, un perfil evidentemente de una conducta y una trayectoria honesta, limpia, de reconocimiento y de prestigio, porque creo que eso hará que el PRI tenga un candidato altamente competitivo. Sin duda, el PRI irá a una competencia electoral seguramente cerrada, apretada, son los signos y son las condiciones de toda democracia y creo que estos dos elementos o estos dos atributos, al menos, por señalar algunos, son importantes en quien vaya a desempeñar o vaya a ser el abanderado del priísmo.
¿Serían las cualidades ideales para el próximo Presidente de México?
—Serían las cualidades ideales y serán los mexicanos quienes decidan quién será su Presidente y autoridades que estén compitiendo en las elecciones de 2018.
Sobre el tema de los partidos, un presidente de partido está hablando de una guerra contra otro, ¿tendría que ser ese el tono de una contienda electoral de nuestro México?
—Creo que en el ejercicio del gobierno he acreditado primero el conducirme con absoluto respeto a las distintas expresiones políticas, el buscar vías de entendimiento y de diálogo que nos permitan construir en favor de México. Eso permitió impulsar una agenda de cambios para el bien del país, el lograr este clima de entendimiento y de diálogo, y será el que mantenga hasta el final de esta administración.
No estoy inmerso en ninguna diferencia ni guerra con ningún partido, a todos los respeto, les tengo reconocimiento por su activa participación en nuestra democracia, pero soy de los que cree en el diálogo, en el acuerdo y construcción de una agenda compartida para bien de México.
¿Hay intención de la Presidencia, de usted, de imponer al procurador [Raúl] Cervantes como el fiscal General de la República?
—Es un tema que está en el Congreso, no tengo yo ningún afán en y menos en imponer absolutamente a nadie. Hay que recordar que quienes son fiscales o quien es procurador y han sido procuradores pasan por un proceso de escrutinio, de revisión y de aprobación por el Senado. El Presidente no designa libremente al procurador, está sujeto a un proceso en donde al final de cuentas es el Senado el que confirma que alguien se desempeñe en el cargo y de ahí que estos señalamientos, me parece, son sólo en un ánimo de confundir, porque creo que está en la Cámara Alta definir quién deba llevar esta responsabilidad.
Ahora y yo creo que mucho por la crispación que surgió en distintas competencias electorales, en los varios ámbitos de competencia, fueron posponiendo esta definición, pero considero que el Congreso está llamado y especialmente el Senado a tomar una participación mucho más activa, porque el Sistema Nacional Anticorrupción y las responsabilidades propias de un fiscal, pues hoy no se han podido realizar por esta indefinición que ha habido de parte del Congreso.
¿Cuál ha sido el tema más complicado en lo que va de su sexenio y cuál ha sido el que más satisfacciones le ha dado?
—Resulta una pregunta difícil, porque el Presidente de la República casi se vuelve cotidiano, qué bueno que no de todos los días, pero casi, muy frecuentemente el estar al tanto, enterado de temas críticos y de problemas en distintas partes de la geografía nacional. Ha habido momentos críticos, diría que hay uno muy marcado en mi administración, que ha sido el tema de Ayotzinapa, donde fue muy lamentable lo que ocurrió con los jóvenes desaparecidos, en el que se ha realizado una investigación como nunca, con tanta gente y tanto personal involucrado. Y también no dejo de decir que creo que tuvo sesgos todo este proceso de investigación de una alta politización, pero lo que debe prevalecer es al final de cuentas el resultado de la indagatoria que permita o no dejar dudas sobre qué eventualmente pudo haber ocurrido con los jóvenes desaparecidos.
Fue uno de los momentos difíciles, pues nos ha tocado sortear también decisiones complejas, sobre todo cuando hemos, como nación y de algunas partes del país, sentido el embate de la naturaleza. Hoy estamos observando la fuerza de la naturaleza en el país vecino del norte, allá en Texas con el huracán Harvey y aquí lo vimos con Ingrid, con Manuel, con Odile. Digo, hemos sentido los daños que deja la fuerza de la naturaleza, pues obviamente han sido decisiones, sobre todo más que difíciles, de determinación actuar frente a estos hechos. Por eso no podría sólo señalarte una, yo creo que es una constante en el ejercicio de la Presidencia de la República, el estar al tanto como respondiendo y haciendo frente a distintos eventos que se presentan en varias partes del territorio nacional.
Y en cuanto a las satisfacciones, si algo hoy tengo en satisfacción creo es el haber impulsado los cambios que por al menos un par de décadas se habían pospuesto. México, se decía en el pasado, estaba sobrediagnosticado, ya se sabía qué se tenía que hacer y no había habido forma de lograr el que se completaran estos cambios y ocurrieron en esta administración. En esta administración gracias al diálogo, gracias al entendimiento, gracias al respeto que hemos tenido para con las distintas expresiones políticas, logramos consensuar e impulsar esta agenda transformadora. Otros organismos de fuera, el mundo mismo reconoció los cambios de México. La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), esta agrupación en la que participan las grandes economías, los países de mayor desarrollo en el mundo, señaló que México —ningún otro país miembro de la OCDE en la que México forma parte— había impulsado una agenda de transformaciones tan importante. Tener este reconocimiento internacional deja una gran satisfacción y no solo por haberlo logrado, sino porque sé que de ello deparará prosperidad y desarrollo para nuestro país.
Como decíamos al arranque de la conversación, inicia el último tramo, el último año de su gobierno, ¿cómo se ve el señor Presidente al terminar, cómo se ve en 2019 como el ciudadano Enrique Peña Nieto?
—Lo primero, falta un año tres meses todavía, entonces falta tiempo y estoy en la etapa de concretar y consolidar los proyectos que hemos venido impulsando a lo largo de esta administración. Espero realmente cerrar a tambor batiente, con mucha fuerza y sobre todo con la posibilidad de concretar estos proyectos de infraestructura, de implementación de reformas en un grado de avance muy importante y significativo. Eso es lo que me importa hoy en día, ¿qué habré de hacer después? No lo sé. No lo he pensado, no lo he discutido...
Usted es un político muy joven...
— Soy joven, prácticamente en la edad en la que varios presidentes han concluido su administración. Bueno, al menos en una etapa todavía más avanzada, pero en promedio diría que estoy en la edad promedio. ¿Qué sí tengo definido? Es para mí el haber servido como Presidente de la República y actividad a la que me he entregado con absoluta pasión, con todo mi corazón, con toda mi capacidad, con toda mi fuerza y con todo mi compromiso para servirle al país y para entregarme a la causa de México. Para mí ha sido la mayor satisfacción y el mayor privilegio que he tenido en política y al haber llegado a esta alta responsabilidad, también tengo muy claro y esta es la única definición que sí tengo desde hoy tomada, concluye mi carrera política, concluye mi participación en la vida política de mi país. No dedicado ya a la política, habré de reinventarme, ¿haciendo qué, en qué? No lo sé todavía, no tengo claro, es algo que habré de definir una vez que concluya esta responsabilidad, pero la que sí tengo tomada por decisión es concluir mi vida política en México.
El Presidente se despide de sus colaboradores y sale de la Casa Lázaro Cárdenas para ir a comer con los senadores del PRI y del PVEM, en tiempos de efervescencia política por la sucesión de 2018.