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Berlín.— La canciller Angela Merkel logró ayer salvar in extremis su gobierno alemán, al alcanzar un compromiso con su ministro del Interior para reducir el número de solicitantes de asilo en el país.
El compromiso alcanzado prevé la instalación de “centros de tránsito” en la frontera entre Alemania y Austria en los que instalará a los solicitantes de asilo que ya estuvieran registrados en otro Estado europeo, a la espera de su expulsión.
Esta cuestión era el núcleo del conflicto que oponía a Merkel, jefa del gobierno alemán y presidenta del partido de centro-derecha CDU, con su ministro Horst Seehofer, también dirigente de la formación conservadora bávara CSU y que amenazaba con hacer estallar la débil coalición gubernamental, a la que ya le había costado ver la luz en marzo.
Hasta ahora, los migrantes que solicitan asilo al llegar a Alemania eran repartidos por todo el país hasta que se examinaran sus casos. El nuevo acuerdo pone fin a la tradicionalmente generosa política de acogida de migrantes en Alemania.
El Partido Socialdemócrata, tercer socio de la coalición de gobierno, aún debe dar su visto bueno al acuerdo. Su presidenta, Andrea Nahles, se congratuló por que hubieran cesado las hostilidades en el campo conservador para poder “volver al trabajo” pero advirtió que su partido examinará el acuerdo el martes antes de dar su veredicto.
Merkel celebró haber alcanzado, “después de unas jornadas difíciles y unas duras negociaciones”, un “buen acuerdo” que respeta “el espíritu de cooperación europeo” y al mismo tiempo supone “un paso decisivo” hacia un mejor control de las solicitudes de asilo en el seno de la Unión Europea (UE).
“Tenemos un acuerdo claro sobre la forma de impedir en el futuro la inmigración ilegal en las fronteras entre Alemania y Austria”, celebró por su parte Seehofer, poniendo fin a un juego de poder que libra desde hace semanas con la canciller Merkel por la política migratoria.
“Este acuerdo muy sólido, que corresponde a mis ideas, me permite seguir dirigiendo el Ministerio federal del Interior”, añadió.
El domingo, Seehofer había ofrecido su dimisión al considerar que no sería posible alcanzar un compromiso con la canciller. Finalmente se echó para atrás y propuso un último intento de negociación.
El compromiso también prevé que los migrantes instalados en los “centros de tránsito” en la frontera estarán obligados a permanecer en ellos. Su regreso a los países de la UE por los que entraron deberá organizarse en el marco de acuerdos administrativos concluidos con los Estados implicados.
Si no se alcanzan acuerdos, se prevé rechazar a los migrantes en la frontera germano-austríaca, en el marco de un acuerdo con Austria, según explica el texto del acuerdo, hecho público.
Con todo, el compromiso también encontró adversarios.
Un dirigente de la izquierda radical alemana, Bernd Reiexinger, consideró que los llamados “centros de tránsito” que se plantean equivalen a “campos de internamiento masivo”, en alusión al pasado nazi de Alemania, y pidió a los socialdemócratas que los rechacen.
Merkel sale debilitada de esta pelea y el conflicto en torno a los migrantes con el ala derecha de su coalición podría resurgir en cualquier momento, sobre todo tras las elecciones regionales de octubre en Baviera, cuando se prevé el ascenso de la extrema derecha.