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Washington/Managua.— Mientras Estados Unidos dijo que analiza “todas las opciones” en la búsqueda de una solución a la crisis en Nicaragua, miles de seguidores de Daniel Ortega conmemoraron ayer en Managua el 39 aniversario de la Revolución Sandinista, en presencia del presidente, cuyo gobierno reprimió las protestas que durante los últimos tres meses reclamaron su salida del poder y que han dejado más de 350 muertes, según ONG, y 277, de acuerdo con la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH).
“No podemos discutir específicamente las medidas de sanciones ahora, pero puedo decir que todas las acciones están encima de la mesa”, afirmó Todd Robinson, Consejero para Asuntos de América Central del Departamento de Estado de EU, en una rueda de prensa telefónica.
No obstante, Robinson evitó precisar cuáles son las acciones concretas que están siendo analizadas.
Hasta ahora, Estados Unidos ha revocado una veintena de visados a funcionarios y otros individuos implicados supuestamente en violaciones de derechos humanos durante las protestas contra Ortega.
Robinson insistió en que la única “senda para una paz en Nicaragua” sigue siendo la convocatoria de elecciones “anticipadas, libres, justas y transparentes”; es decir, un adelanto de los comicios presidenciales que deben celebrarse cada cinco años y están fijadas para 2021.
“Vamos a seguir trabajando con la comunidad internacional para tratar de resolver esta crisis y parar la violencia”, dijo. “Lo más importante es que los responsables de la violencia van a tener que responder a la comunidad internacional por sus acciones”, declaró. Estableció además un paralelismo con la situación en Venezuela. “Es muy irónico y cínico que en el aniversario de la caída de Somoza, el régimen de Ortega esté aplastando a su propia gente como el presidente Maduro en Venezuela está haciendo”, manifestó.
“Tienen en su mente esta idea de que sus países tienen que pagar porque ellos puedan seguir en el poder y esto es nefasto”, añadió.
“El único y el mejor camino hacia la paz duradera es celebrar elecciones anticipadas, libres, justas y transparentes”, reiteró.
En Nicaragua, miles de seguidores de Ortega acudieron a la Plaza de la Fe para celebrar la revolución del país. “Estamos para apoyar a Ortega y a la compañera Rosario Murillo [primera dama y vicepresidenta]”, dijo una simpatizante de Ortega, a periodistas. Grupos afines al gobierno llegaron a la plaza organizados en bloques y gritando la consigna: “¡Daniel se queda!”, que los opositores recordaron al “¡No te vas, te quedas!” de los somocistas antes de la caída del dictador, el 19 de julio de 1979. El ambiente de la plaza fue animado con canciones revolucionarias y que reivindicaban la figura de Ortega.
La conmemoración tiene lugar dos días después que el gobierno tomó control de la ciudad rebelde de Masaya, el último feudo controlado por sus opositores. En Masaya, cuyos pobladores acostumbraban salir en caravana a Managua para el 19 de julio, las familias se reguardaron en sus casas, mientras los paramilitares que tienen ocupada la ciudad bailaban al son de música sandinista.
Durante el acto, Ortega calificó de “golpistas” a los obispos de la Conferencia Episcopal de Nicaragua y los señaló de ser cómplices de fuerzas internas y externas para intentar derrocarlo. La Conferencia Episcopal, mediadora y testigo del diálogo nacional para afrontar esa crisis, propuso a Ortega adelantar las elecciones generales para el 31 de marzo de 2019, sin que él pueda presentarse a la reelección.
Ortega reveló que cuando los obispos le hicieron esa propuesta, el 7 de junio pasado, se “sorprendió” y cuando recibió el documento, que además de adelantar los comicios, planea la reestructuración del Estado, se dijo: “Están comprometidos con los golpistas”.
Entretanto, el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, dijo que el gobierno de Ortega derrotó un plan “terrorista y golpista”.