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Alicia García Pérez vio cómo se derrumbó su vivienda en el sismo del 19 de septiembre. Ella y sus familiares resultaron ilesos pero de inmediato quedó abrumada, pues “ya no teníamos un techo donde vivir”, recuerda.
A un mes del terremoto, no sólo fueron retirados los escombros de su casa de lámina en el pueblo de San Pablo Chimalpa, delegación Cuajimalpa, sino que está apunto de estrenar un nuevo hogar, construido por una fundación.
Doña Alicia ha vivido sus 62 años en la calle Constitución, la principal vía en Chimalpa, la colonia más afectada de Cuajimalpa, delegación en la que hubo 156 inmuebles dañados, de los cuales 73 se tuvieron que demoler y varios eran casas de adobe, algunas de más de un siglo de antigüedad pero también hubo daños en edificios de concreto de dos o tres pisos.
En este pueblo se construyen por parte de la fundación Reconstruyamos México cuatro viviendas de un piso, a base de un material conocido como panel, que son armazones de malla de acero rellenos de unicel y que se recubren con concreto para conformar los muros y techo; a éste último se le añade una losa de concreto. Las casas cuentan con baño, tres habitaciones pequeñas y espacio para sala, comedor y cocina.
“Nos plantearon este apoyo y pensamos: no importa, que nos hagan una casita como sea”, expresa Alicia sobre el inmueble al cual sólo le hacen falta detalles para los servicios de agua y luz.
Una vecina de la calle Fraternidad recuerda que con los esfuerzos de su esposo y ella lograron comprar un predio y edificar una casa de adobe que heredaron a su hijo José de Jesús, pero que se cayó con el sismo.
Comenta que en tres días, voluntarios levantaron la estructura de la casa y ella en retribución les preparaba comida. “Solamente Dios se los va a pagar porque yo no tengo manera de pagarlo”, expresa. Sin embargo, algunos vecinos apoyados externaron ciertas dudas sobre la durabilidad de las viviendas.