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En Iztapalapa (límite con Tláhuac) se ubica Concretos Reciclados, la única empresa de México y pionera en América Latina, especializada en reciclar cascajo (escombro) resultado de una demolición controlada. Aquí, tras un proceso que trituración y clasificación por granulometría se obtienen materiales reciclados; éstos, por sus características, pueden ser utilizados para elaborar mezcla asfáltica, concreto hidráulico para banquetas; bases hidráulicas y sub bases para caminos y estacionamientos; terraplenes; relleno para jardines, así como materiales para construcción de ciclopistas y andadores, entre otros.
No obstante, los veinte mil metros cúbicos de cascajo, equivalentes a 26 mil toneladas, que generó el sismo del pasado 19 de septiembre, tan sólo por edificios caídos, no llegaron a este lugar sino al Bordo Poniente o alguno de los 14 tiraderos autorizados por la Secretaría del Medio Ambiente capitalina (Sedema) que se localizan en el Estado de México.
“No llegó nada, ni un metro cúbico. Nuestros principales clientes son particulares, empresas socialmente responsables (ESR) o con alguna certificación tipo ISO que los obliga a hacer un uso apropiado del cascajo que generan por diversas razones”, explica Enrique Granell, gerente técnico de la empresa Concretos Reciclados.
Contrario a lo que pudiera pensarse Concretos Reciclados no surgió por iniciativa propia sino por invitación del gobierno capitalino durante la administración de Andrés Manuel López Obrador, en 2004, cuando Claudia Sheinbaum (hoy jefa delegacional en Tlalpan) era titular de la Sedema.
La invitación consistió en crear una empresa que reciclase residuos de la construcción, en un momento en que se preveía el inminente cierre del Bordo Poniente.
Con base en esa propuesta fue diseñada la Norma Ambiental NADF-007-RNAT que estableció la clasificación y especificación del manejo de residuos de la construcción del entonces Distrito Federal; aunque lo más novedoso fue que incluyó la obligatoriedad a las empresas constructoras de llevar a reciclar un porcentaje del escombro que generen.
Aunque la Norma fue publicada en 2005 y a la fecha está dentro de los 19 manuales de operación de la Sedema, la realidad es que en esta empresa el único ente gubernamental que llega de manera regular a entregar su cascajo es la delegación Iztapalapa.
“De todas las obras de infraestructura, construcción, etcétera que se han hecho en la Ciudad de México, casi nada ha llegado aquí. Sin embargo, sí formamos parte de los trabajos de la Línea 12 del Metro y del Parque Bicentenario porque grupo Carso utilizó varios de los agregados reciclados que fabricamos para elaborar bases hidráulicas y carpetas asfálticas, en el caso de la Línea 12. Nuestros materiales no son los mejores para la edificación de casas o inmuebles de varios pisos; para eso es necesario utilizar materiales nuevos”, refiere.
Para producir un metro cúbico de agregado reciclado se requiere de 1.3 toneladas de escombro que debe ser resultado de una demolición ordenada y controlada. Por eso el escombro que se recibe aquí consiste en: adocretos, arcilla, blocks, cerámicos, concreto simple o armado, fresado de carpeta asfáltica, ladrillos, mampostería, tabiques.
Sin embargo, este material no debe ni puede aceptar otro tipo de materiales mezclados con los de la construcción como aceites y grasas, asbestos, baterías, llantas usadas, orgánicos, papel, madera, plásticos, pinturas, químicos, tanques de gas, textiles, tablaroca, enseres domésticos y vidrios que son considerados contaminantes en este tipo de residuos.
Quizás esa sea la razón por la que el cascajo generado por el sismo del pasado 19 de septiembre y la subsecuente demolición de edificios no ha llegado aquí, pues la prensa ha consignado en las últimas semanas que los damnificados, al no tener oportunidad de rescatar la totalidad de sus pertenencias, se vieron obligados a dejarlas. Así que durante los derrumbes o tras las demoliciones, éstas quedaron mezcladas con el escombro que, en consecuencia, no está limpio.
“Traerlo aquí tiene un costo; la recepción de un metro cúbico cuesta en promedio 90 pesos y tenemos una capacidad para reciclar 2 mil toneladas por día. Mientras que trasladar esa misma cantidad a un tiradero autorizado cuesta entre 30 y 40 pesos. Y bueno, si se elige llevarlo a un tiradero clandestino no tiene ningún costo, excepto el pago de gasolina y las consecuencias ambientales que esto conllevará”, precisa Granell.
En la práctica la norma NADF-007-RNAT de 2004 no se cumplió ya que el inciso 7.5 especificaba que los generadores de residuos de construcción como concreto, tabiques, mampostería, blocks y mortero (entre otros), “deben enviar a reciclaje por lo menos un 30% de estos durante el primer año de aplicación de la norma ambiental, incrementándose en 15% anual hasta llegar a 100%, como óptimo”.
Aunque esta letra muerta fue una sentencia para Concretos Reciclados, Granell asegura que trabajan con números negros y sin quejas debido a que desde 2007 su principal cliente son las empresas constructoras privadas. “Gracias a ellos nosotros reciclamos 2 mil toneladas diarias”.
Actualmente, en la norma vigente NADF-007-RNAT del 2013, el inciso 7.5 ya no existe. Fue sustituido por el punto 8.5.1 que señala “Los generadores de residuos de la construcción y demolición deberán reciclar o reusar in situ sus residuos o enviarlos a un centro autorizado”. No obstante, no se especifica cómo es que se podrá realizar o reciclar dichos residuos in situ.
La cotidianidad rebasa al sismo
“Me parece que hay un enfoque que ha pasado desapercibido. Los 40 edificios que tiró el sismo, por ejemplo, con entre cuatro y cinco niveles, generaron según mis cálculos 20 mil metros cúbicos de escombro lo que equivale a 26 mil toneladas aproximadamente. Sin sismo, la Ciudad de México genera esta misma cantidad en tan sólo cuatro días. Ese dato es más alarmante que los números del sismo en sí: la cantidad de escombro que la ciudad genera y que no es reciclado es superior a la del 19 de septiembre”, menciona.
Granell hace cálculos mentales. Según sus estimaciones de esas 7 mil toneladas, sólo 900 llegan a Concretos Reciclados. Y tras su reciclaje, 130 de ellas logran ser reincorporadas al mercado de la construcción. El resto debe ser guardado por carecer de un comprador inmediato.
“Muchos piensan, por falta de información, que los agregados reciclados no sirven. Todos los días escucho a políticos e ingenieros decirlo y no es cierto. A pesar de que estamos dentro del catálogo de obras de dependencias gubernamentales para realizar bases, sub bases, rellenos, etcétera, la realidad es que la IP es quien más se acerca a nosotros para realizar sus obras, la muestra está en la Línea 12, el parque Bicentenario, la autopista Urbana Sur, el distribuidor vial de la calle 7, en avenida Chimalhuacán y algunas obras menores en Iztapalapa”, agrega.
La empresa apuesta a que su buena relación con el sector privado continúe, confía en que puedan llegar aquí una parte de los residuos de construcción generados en las obras del nuevo aeropuerto internacional en Texcoco.
“Yo creo que serán las nuevas generaciones quienes tengan la convicción de entrarle al tema, sin la intención de seguir posponiéndolo. Nosotros quisiéramos tener más competidores en este sector; con tres plantas más como ésta, para hacer un total de cuatro, podríamos resolver el problema del escombro en la CDMX. Pero mientras no se piense de manera seria en que éste debe ser reciclado, difícilmente habrá más competencia”, dice.