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Aún no hacía su arribo el jefe de Gobierno, Miguel Ángel Mancera, para rendir su Quinto Informe de Gobierno en la Asamblea Legislativa y perredistas, panistas, priístas, pvemistas y parte de morenistas aprovecharon para apapachar a quien podría ser uno de los aspirantes que encabece el Frente Ciudadano por México, Ricardo Monreal Ávila.

Como si fuera el mandatario local, la mayoría de asambleístas se levantaron de su curul para saludar y tomarse la foto con el jefe delegacional en Cuauhtémoc.

Lo hicieron casi todos, los mismos que en algún momento lanzaron severas críticas hacia el morenista, en la capital del país como el perredista Mauricio Toledo. Quien se mantuvo firme a su posición fue el líder del PRD capitalino, Raúl Flores, quien no intentó tener un encuentro visual con el zacatecano.

Ricardo Anaya, líder nacional del PAN, vio a lo lejos a Monreal y sin más lo buscó para irlo a saludar.

Claudia Sheinbaum saludó, abrazó y hasta beso en la mejilla le dio a Ricardo Monreal. Esta vez, la competencia entre los dos morenistas pasó desapercibida aunque el diputado Fernando Zárate se encargó de abrir la herida.

“Hoy un partido que se dice de izquierda ha decidido no asumir las comisiones, no han asumido la responsabilidad para construir en este país y en esta ciudad, están destruyendo, no quieren avanzar. Aquí está alguien que ya entendió que ese cambio no era cierto, y entre nosotros también está el futuro o futura jefa de gobierno”, dijo.

Como tanto se vislumbraba, el último informe de Miguel Ángel Mancera simple y sencillamente fue histórico. Logró concentrar a precandidatos presidenciables y también de la capital, en un entorno de amistad y compañerismo.

Quién lo iba a pensar, después de 48 años, desde que Gustavo Díaz Ordaz en esta tribuna logró poner de pie a los priístas, ayer las fuerzas políticas del PRI, PAN, PRD, Verde Ecologista, Movimiento Ciudadano, Partido Humanista, Partido del Trabajo y Nueva Alianza cerraron filas con Mancera, ajeno a su partido e incluso destacaron su liderazgo.

Aunque en 2013, en su primer informe de gobierno logró reunir a casi 13 gobernadores y un número considerable de líderes, esta vez sólo asistieron nueve mandatarios estatales; el jefe de Gobierno seguro de si mismo reafirmó que “va en la ruta correcta” y que ahora tendrá la función de superar ese debate de izquierda y derecha.

Antes recordó que en estos cinco años de esfuerzos y de trabajo que están al escrutinio público, la lealtad es la base principal.

“Agradezco a todo mi equipo de trabajo, me refiero a todos y todas a los que de manera leal y sin dobles intenciones se entregaron a servir a la Ciudad de México, a ellos y a ellas todo mi reconocimiento”, expresó.

Habló de hechos y no de politiquería. En casi una hora con 15 minutos se dedicó a destacar avances, a concretar anuncios realizados hace unos meses. El problema es que muchos de los invitados, de su propio gabinete ya ni siquiera le pusieron atención.

Los bostezos no se hicieron esperar. Justo cuando el jefe de Gobierno llevaba casi 25 minutos de exponer su balance, la titular de la Comisión de Derechos Humanos local, Perla Gómez Gallardo, prefirió poner atención a su celular y exteriorizar varias sonrisas.

Ni siquiera se dio cuenta que la veían por circuito cerrado y también a través de internet.

Mancera Espinosa nunca perdió la sonrisa, fue ovacionado por lo menos en tres rondas. Lo recibieron con aplausos, de la misma manera que a Cuauhtémoc Cárdenas y Porfirio Muñoz Ledo.

Miguel Ángel Osorio Chong, secretario de Gobernación, también fue aplaudido pero en su mayoría por diputados de la bancada priísta.

Quien se barrió en su discurso, quizá por los nervios y la emoción, fue el perredista Mauricio Toledo, quien confundió la sismicidad del terremoto de hace unos días con porcentajes.

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