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Doce jóvenes de origen marroquí. Los doce crecieron en el mismo pueblo catalán, Ripoll. Aparentemente todos fueron radicalizados por un mismo Imam, aunque como relatan los vecinos, “no iban regularmente a las mezquitas, ni diario, ni cada semana”. Algunos de ellos empezaron a ir más frecuentemente, pero solo en los últimos meses, otros ni siquiera eso. Cuatro parejas de hermanos. No procedían de familias marginadas, sino de familias bien integradas a la sociedad española. Probablemente, dicen los reportes, algunos viajaron a Marruecos o quizás a otros países como parte de su proceso de radicalización. Formada la célula, se elige un pueblo de descanso donde, como dice el jefe de la policía local, “nunca pasa nada”, llamado Alcanar, y comienzan a preparar explosivos. Pero probablemente no cuentan con las capacidades técnicas suficientes y algo les sale mal. El miércoles, sus explosivos en Alcanar estallan, y todo el plan se precipita. El jueves deciden atacar sin esos explosivos. Toman la camioneta, perpetran el atentado en Barcelona, y más tarde, otra parte de la célula ataca Cambrils. Las preguntas abundan: ¿cómo funciona el contexto que facilita estas situaciones? ¿Qué es lo que lleva a jóvenes menores de 25 años a tejer una célula y a planear estos actos criminales? ¿Hay un perfil del atacante terrorista y en todo caso, en qué podría ayudar el definirlo? ¿Cuál es el rol de la religión en todo el esquema? Hoy en el blog, algunos apuntes al respecto.
(Ojo, este es un texto de seguimiento. En esta liga puede leer mi primer análisis sobre Barcelona: http://eluni.mx/2w7sb88)
“Perfil” del terrorista y el rol de la religión
(Ojo, este es un texto de seguimiento. En esta liga puede leer mi primer análisis sobre Barcelona: http://eluni.mx/2w7sb88)
“Perfil” del terrorista y el rol de la religión
1. No hay un único perfil del “terrorista”. A lo largo de los años, se ha intentado una y otra vez definir ese perfil sin éxito. Esto se debe a que el terrorismo es un fenómeno complejo y dinámico. Las características y afiliación de los (y las) atacantes varía enormemente en el tiempo y en el espacio. Encontrar patrones a partir de las bases de datos, como lo ha hecho Olivier Roy (ver abajo), es un ejercicio interesante, pero sus hallazgos son limitados a cierto tipo de terrorismo, muy claramente al terrorismo que hemos visto en Europa en los últimos años. No obstante, si estudiamos el terrorismo en países como Nigeria, Somalia o Egipto, solo por poner ejemplos, los patrones cambian considerablemente.
2. De hecho, menos del 3% de atentados se cometen en países occidentales. Diez países concentran el 75% de ataques terroristas y solo 5 de ellos concentran 75% de muertes por esta clase de violencia (Base de datos, U de Maryland, 2017). De manera tal que encontrar los “patrones” del terrorismo en aquellos sitios en donde menor cantidad de ataques se cometen –Europa-, puede funcionar para comprender mejor el fenómeno en esos países, y a veces en otras sociedades que tienen similitudes con las europeas como lo es la tunecina. Pero las circunstancias en otras partes donde muchos más atentados son cometidos a diario, difieren enormemente del contexto europeo.
3. Por consecuencia, hay que efectuar diagnósticos diferenciados y las estrategias de combate deben ser también diferenciadas.
4. En la misma línea, por tanto, hay que tener mucho cuidado con entender esta manifestación como un “choque de civilizaciones” en donde el “islam” busca “atacar” a Occidente. En primer término, porque alrededor de 90% de víctimas de organizaciones terroristas son personas de religión musulmana. Esto convierte a la comunidad musulmana en una colectividad que es mucho más víctima del terrorismo que cualquier otra comunidad religiosa en el planeta (sugiero precaución al afirmar –sin información en la mano- que las autoridades islámicas o los miembros de esa colectividad no han manifestado su oposición al extremismo puesto que ello supone ignorar lo que ocurre a diario en distintas partes del planeta, no solo en cuanto a condenar públicamente el fenómeno y marchar por las calles, sino en cuanto al trabajo local para intentar desradicalizar extremistas. Hay cantidad de estudios y reportes que documentan el trabajo cotidiano de comunidades musulmanas locales en ese sentido y acerca de cómo la colaboración de esas comunidades está ayudando a combatir el fenómeno en ciertos países. Hay que leer esa información). Y, segundo, porque se trata de un fenómeno de extremismo que utiliza a la religión y/o la salvación religiosa como vehículo de radicalización, pero que incluye temas que rebasan con mucho a lo religioso. Es ese el sentido en el que vale la pena comentar la tesis de Olivier Roy, compartida inicialmente en la prensa y hoy ya convertida en libro (Jihad & Death, 2017).
5. Para Roy, autor francés, no estamos ante la radicalización del islam, sino ante la islamización del radicalismo. Roy utiliza las bases de datos con información de miles de jihadistas que han cometido atentados, o bien que participaron en planes para llevarlos a cabo. Las bases de datos también incluyen a miles de combatientes procedentes de decenas de países que terminaron en las filas de ISIS en Siria y en Irak.
6. Roy detecta una gran cantidad de patrones presentes entre estos militantes; menciono algunos: (a) 60% de esos militantes son ciudadanos de países occidentales pertenecientes a una segunda generación (hijos) de migrantes; 25% son de tercera generación (nietos de migrantes); (b) 25% son ciudadanos occidentales conversos al Islam; (c) la mayor parte de ellos son jóvenes que participan de la vida juvenil típica occidental (acuden a centros nocturnos, beben alcohol, cantan rap, participan en deportes y clubes juveniles, etc.) y no tienen mayor contacto con la religión sino hasta los últimos años o meses de su radicalización; (d) La mayoría experimenta una especie de “renacimiento” en la que modifican su conducta, se vuelven religiosos o comienzan a guardar las normas del Islam, pero solo en la última fase de su radicalización. Por lo tanto, no es, en lo general, un fenómeno que “abunda” en las mezquitas; (e) 50% tienen antecedentes criminales por haber cometido delitos menores.
7. Con esos datos, Roy afirma que, estos jóvenes que no se sienten parte ni del país de sus padres ni de las sociedades receptoras, buscan un camino para rebelarse, un camino que otorgue sentido a sus vidas. Eso es lo que el jihadismo les ofrece.
8. Lo anterior no significa que esos patrones se deban adaptar necesariamente al 100% de los casos; simplemente son, de acuerdo con las bases de datos, tendencias claras.
9. Hay que leer esto, sin embargo, a la luz de otros datos y factores. Por ejemplo, el Índice Global de Terrorismo encuentra que en países miembros de la OCDE el terrorismo se correlaciona con factores socioeconómicos como marginación y exclusión social, mientras que, en otros países, donde se comete mucha más cantidad de ataques (como Irak, Siria o Afganistán), el terrorismo se correlaciona con inestabilidad política, conflicto armado y violaciones a derechos humanos.
10. No obstante, esas correlaciones no nos hablan de las causas, sino de los contextos en los que el terrorismo florece. Para entender las causas de la radicalización es necesario penetrar a fondo en dos factores: el proceso psicológico individual, y un proceso organizacional. Esto es lo que escribí hace unos meses; lo comparto actualizado:
2. De hecho, menos del 3% de atentados se cometen en países occidentales. Diez países concentran el 75% de ataques terroristas y solo 5 de ellos concentran 75% de muertes por esta clase de violencia (Base de datos, U de Maryland, 2017). De manera tal que encontrar los “patrones” del terrorismo en aquellos sitios en donde menor cantidad de ataques se cometen –Europa-, puede funcionar para comprender mejor el fenómeno en esos países, y a veces en otras sociedades que tienen similitudes con las europeas como lo es la tunecina. Pero las circunstancias en otras partes donde muchos más atentados son cometidos a diario, difieren enormemente del contexto europeo.
3. Por consecuencia, hay que efectuar diagnósticos diferenciados y las estrategias de combate deben ser también diferenciadas.
4. En la misma línea, por tanto, hay que tener mucho cuidado con entender esta manifestación como un “choque de civilizaciones” en donde el “islam” busca “atacar” a Occidente. En primer término, porque alrededor de 90% de víctimas de organizaciones terroristas son personas de religión musulmana. Esto convierte a la comunidad musulmana en una colectividad que es mucho más víctima del terrorismo que cualquier otra comunidad religiosa en el planeta (sugiero precaución al afirmar –sin información en la mano- que las autoridades islámicas o los miembros de esa colectividad no han manifestado su oposición al extremismo puesto que ello supone ignorar lo que ocurre a diario en distintas partes del planeta, no solo en cuanto a condenar públicamente el fenómeno y marchar por las calles, sino en cuanto al trabajo local para intentar desradicalizar extremistas. Hay cantidad de estudios y reportes que documentan el trabajo cotidiano de comunidades musulmanas locales en ese sentido y acerca de cómo la colaboración de esas comunidades está ayudando a combatir el fenómeno en ciertos países. Hay que leer esa información). Y, segundo, porque se trata de un fenómeno de extremismo que utiliza a la religión y/o la salvación religiosa como vehículo de radicalización, pero que incluye temas que rebasan con mucho a lo religioso. Es ese el sentido en el que vale la pena comentar la tesis de Olivier Roy, compartida inicialmente en la prensa y hoy ya convertida en libro (Jihad & Death, 2017).
5. Para Roy, autor francés, no estamos ante la radicalización del islam, sino ante la islamización del radicalismo. Roy utiliza las bases de datos con información de miles de jihadistas que han cometido atentados, o bien que participaron en planes para llevarlos a cabo. Las bases de datos también incluyen a miles de combatientes procedentes de decenas de países que terminaron en las filas de ISIS en Siria y en Irak.
6. Roy detecta una gran cantidad de patrones presentes entre estos militantes; menciono algunos: (a) 60% de esos militantes son ciudadanos de países occidentales pertenecientes a una segunda generación (hijos) de migrantes; 25% son de tercera generación (nietos de migrantes); (b) 25% son ciudadanos occidentales conversos al Islam; (c) la mayor parte de ellos son jóvenes que participan de la vida juvenil típica occidental (acuden a centros nocturnos, beben alcohol, cantan rap, participan en deportes y clubes juveniles, etc.) y no tienen mayor contacto con la religión sino hasta los últimos años o meses de su radicalización; (d) La mayoría experimenta una especie de “renacimiento” en la que modifican su conducta, se vuelven religiosos o comienzan a guardar las normas del Islam, pero solo en la última fase de su radicalización. Por lo tanto, no es, en lo general, un fenómeno que “abunda” en las mezquitas; (e) 50% tienen antecedentes criminales por haber cometido delitos menores.
7. Con esos datos, Roy afirma que, estos jóvenes que no se sienten parte ni del país de sus padres ni de las sociedades receptoras, buscan un camino para rebelarse, un camino que otorgue sentido a sus vidas. Eso es lo que el jihadismo les ofrece.
8. Lo anterior no significa que esos patrones se deban adaptar necesariamente al 100% de los casos; simplemente son, de acuerdo con las bases de datos, tendencias claras.
9. Hay que leer esto, sin embargo, a la luz de otros datos y factores. Por ejemplo, el Índice Global de Terrorismo encuentra que en países miembros de la OCDE el terrorismo se correlaciona con factores socioeconómicos como marginación y exclusión social, mientras que, en otros países, donde se comete mucha más cantidad de ataques (como Irak, Siria o Afganistán), el terrorismo se correlaciona con inestabilidad política, conflicto armado y violaciones a derechos humanos.
10. No obstante, esas correlaciones no nos hablan de las causas, sino de los contextos en los que el terrorismo florece. Para entender las causas de la radicalización es necesario penetrar a fondo en dos factores: el proceso psicológico individual, y un proceso organizacional. Esto es lo que escribí hace unos meses; lo comparto actualizado:
Procesos de radicalización: lo individual + lo organizacional
1. La combinación consiste en una serie de procesos de carácter psicológico en lo individual, los cuales se detonan dentro de y a causa de determinados contextos personales, políticos, económicos, sociales, religiosos y/o culturales, locales y/o internacionales, y que se entretejen con otros factores organizacionales. Entonces, no se trata de si las condiciones de pobreza o marginación producen la radicalización de las personas, sino el cómo ese contexto es percibido por el individuo, el cómo la persona atraviesa su propio proceso, el cómo se genera su contacto con células u organizaciones que ya existen y cómo se da su inserción dentro de estas organizaciones, para entonces entrar en una nueva dinámica que normalmente ya no es puramente individual. A continuación, detallo parte de ese entramado de elementos, pero aclaro que algunos de estos se pueden presentar en mayor o en menor medida, y no necesariamente en el orden que describo.
2. En lo individual, Fattali Moghaddam (2007) explica que el proceso consiste en una especie de escalera de radicalización en la que la persona va ascendiendo por pasos o niveles. En ese curso, el individuo percibe que ciertas condiciones de su entorno local, nacional, o internacional, no son adecuadas y necesitan ser transformadas, y va transitando distintas etapas personales hasta que su radicalización se precipita para dar los últimos pasos en su escalera. Ya a estas alturas, la persona se encuentra convencida de que la violencia es la única alternativa para producir el cambio y, por tanto, el llevar a cabo un atentado es un acto racional y/o moral que da sentido a su vida y, en muchos casos, a su propia muerte.
3. A este proceso individual hay que añadir la actividad de grupos radicales que preexisten e interactúan con dicho proceso. Estos grupos pueden estar operando en sitios lejanos o sitios cercanos y pueden establecer contacto con el individuo en alguna parte de la “escalera” personal. El contacto puede ser presencial, a través de algún conocido, o puede ser a distancia de manera directa o indirecta a través de Internet, de blogs, de redes sociales o como ocurre hoy, en grupos de chat. En algunos casos, la interacción entre la radicalización individual y la propaganda de la organización, consigue por sí sola inspirar ataques. En otros casos, esa interacción es mucho más directa y viva.
4. Entonces inicia una nueva fase que consiste en el reclutamiento y el posible adoctrinamiento de la persona. A partir de ese punto, el individuo enlaza sus propias percepciones y concepciones de la realidad, con las percepciones y conocimientos construidos por el grupo, y/o con las percepciones y concepciones de algún líder o persona influyente dentro de dicho grupo. Así, se empieza a gestar una dinámica organizacional, una cohesión grupal que rebasa y muchas veces se sobrepone a las ideas o percepciones personales.
5. Las visiones personales y organizacionales son influidas y alimentadas por la eficacia (o ineficacia) percibida al respecto del grupo, de sus estrategias, de otros grupos y/o de estrategias rivales. Un claro ejemplo es la competencia que se ha gestado entre Al Qaeda, sus métodos y eficacia, frente a las acciones, métodos y eficacia percibida al respecto de ISIS.
6. Así, empiezan a surgir nuevos grupos, células u organizaciones, grandes y pequeñas, muchas de las cuales se adhieren o afilian a otros grupos u organizaciones existentes. Algunas de estas operan de manera más independiente, otras de manera más coordinada. Ciertas organizaciones mueven sus alianzas de acuerdo con la eficacia percibida de las organizaciones centrales o matrices. Otros grupos son mucho más locales y trabajan por metas muy específicas.
7. Como el terrorismo se fundamenta en la publicitación de actos violentos a través de instrumentos como los medios de comunicación, en la medida en que esos medios de comunicación siguen evolucionando y creciendo, el potencial de eficacia- de un acto terrorista se incrementa. Hoy en día solo se requiere un cuchillo o una navaja para secuestrar gente y, a través de ese acto, viralizar el mensaje deseado en cuestión de segundos.
8. Y en la medida en que el terrorismo reporta eficacia a sus perpetradores, en esa medida tiene el potencial de ser percibido por otros individuos o grupos como una herramienta cada vez más viable para la consecución de las metas individuales y organizacionales.
9. Mientras estas organizaciones y grupos siguen proliferando, se multiplican las eventualidades de posible contacto, reclutamiento y adoctrinamiento de potenciales combatientes quienes a su vez han pasado por procesos personales propios.
2. En lo individual, Fattali Moghaddam (2007) explica que el proceso consiste en una especie de escalera de radicalización en la que la persona va ascendiendo por pasos o niveles. En ese curso, el individuo percibe que ciertas condiciones de su entorno local, nacional, o internacional, no son adecuadas y necesitan ser transformadas, y va transitando distintas etapas personales hasta que su radicalización se precipita para dar los últimos pasos en su escalera. Ya a estas alturas, la persona se encuentra convencida de que la violencia es la única alternativa para producir el cambio y, por tanto, el llevar a cabo un atentado es un acto racional y/o moral que da sentido a su vida y, en muchos casos, a su propia muerte.
3. A este proceso individual hay que añadir la actividad de grupos radicales que preexisten e interactúan con dicho proceso. Estos grupos pueden estar operando en sitios lejanos o sitios cercanos y pueden establecer contacto con el individuo en alguna parte de la “escalera” personal. El contacto puede ser presencial, a través de algún conocido, o puede ser a distancia de manera directa o indirecta a través de Internet, de blogs, de redes sociales o como ocurre hoy, en grupos de chat. En algunos casos, la interacción entre la radicalización individual y la propaganda de la organización, consigue por sí sola inspirar ataques. En otros casos, esa interacción es mucho más directa y viva.
4. Entonces inicia una nueva fase que consiste en el reclutamiento y el posible adoctrinamiento de la persona. A partir de ese punto, el individuo enlaza sus propias percepciones y concepciones de la realidad, con las percepciones y conocimientos construidos por el grupo, y/o con las percepciones y concepciones de algún líder o persona influyente dentro de dicho grupo. Así, se empieza a gestar una dinámica organizacional, una cohesión grupal que rebasa y muchas veces se sobrepone a las ideas o percepciones personales.
5. Las visiones personales y organizacionales son influidas y alimentadas por la eficacia (o ineficacia) percibida al respecto del grupo, de sus estrategias, de otros grupos y/o de estrategias rivales. Un claro ejemplo es la competencia que se ha gestado entre Al Qaeda, sus métodos y eficacia, frente a las acciones, métodos y eficacia percibida al respecto de ISIS.
6. Así, empiezan a surgir nuevos grupos, células u organizaciones, grandes y pequeñas, muchas de las cuales se adhieren o afilian a otros grupos u organizaciones existentes. Algunas de estas operan de manera más independiente, otras de manera más coordinada. Ciertas organizaciones mueven sus alianzas de acuerdo con la eficacia percibida de las organizaciones centrales o matrices. Otros grupos son mucho más locales y trabajan por metas muy específicas.
7. Como el terrorismo se fundamenta en la publicitación de actos violentos a través de instrumentos como los medios de comunicación, en la medida en que esos medios de comunicación siguen evolucionando y creciendo, el potencial de eficacia- de un acto terrorista se incrementa. Hoy en día solo se requiere un cuchillo o una navaja para secuestrar gente y, a través de ese acto, viralizar el mensaje deseado en cuestión de segundos.
8. Y en la medida en que el terrorismo reporta eficacia a sus perpetradores, en esa medida tiene el potencial de ser percibido por otros individuos o grupos como una herramienta cada vez más viable para la consecución de las metas individuales y organizacionales.
9. Mientras estas organizaciones y grupos siguen proliferando, se multiplican las eventualidades de posible contacto, reclutamiento y adoctrinamiento de potenciales combatientes quienes a su vez han pasado por procesos personales propios.
Revertir este proceso supone, primero que nada, estudiarlo y entenderlo cada vez mejor; segundo, combatir alguno o todos los eslabones que lo encadenan, pero, sobre todo, atacar las causas de raíz, ubicadas en las condiciones de falta de paz estructural de una gran cantidad de sociedades en nuestro planeta. De ello tendremos que hablar en una próxima colaboración.
Twitter: @maurimm