El asesinato de María Luisa Tapia Cons es una herida que no cicatriza en los vecinos de la colonia Pimentel; a la septuagenaria la mató un hombre por robarle unas galletas y objetos sin gran valor en su domicilio ubicado en la esquina del callejón Naco y Michoacán, de Hermosillo, Sonora. Desde ese día, en julio del 2016, los vecinos se armaron contra los delincuentes y tienen el lema “Matar o morir”.
Doña “Lichita” murió por hemorragia cerebral; Luis Rafael “N”, un hombre a quien la víctima rentaba un cuarto en la parte superior de su vivienda, bajo los efectos de enervantes, la atacó a martillazos en la cabeza y en el rostro, su cuerpo fue encontrado recostado en la cocina con un cuchillo incrustado en el abdomen, luego trató de quemar la casa para borrar evidencias.
Minutos después de las 10.00 horas, luego de haber perpetrado el crimen, cuatro vecinos lo vieron salir del domicilio cargando una mesita de madera; en la barda del domicilio de la víctima encontraron una caja de cartón con una botella de cristal de tequila, una licuadora, cuatro copas de cristal, cinco botellas y tres paquetes de galletas.
El sujeto sólo dio una vuelta a la cuadra y regresó a su cuarto, donde se localizó la mesa y ropa con manchas de sangre de la víctima; objetos que aseguró no supo cómo llegaron a ese lugar.
El 27 de abril del presente año, el Juez Penal de Oralidad del Distrito Uno, condenó al hombre de 25 años de edad a 52 años de prisión sin derecho a ninguna prerrogativa de ley, una multa de 44 mil 846 pesos y una reparación del daño material por 29 mil 648 pesos.
Durante el juicio se le encontró culpable de homicidio calificado con alevosía y brutal ferocidad, robo con violencia en las personas y daños.
Ante esta situación, Gabriel Núñez, un profesor jubilado, alzó la voz y conminó a los habitantes del sector a organizarse y tener armas en sus domicilios para protegerse contra la delincuencia.
Mandó hacer y distribuyó 300 carteles con la leyenda “Vecino Vigilante Armado, lo cual llamó la atención de las autoridades quienes lo visitaron y atendieron sus demandas de alumbrado público, rondines policiacos, le proporcionaron los teléfonos de los comandantes policiacos y de la policía de proximidad para acudir a llamados de emergencias. Además, les colocaron un botón de pánico. Alrededor de 30 vecinos están organizados por un grupo de WhatsApp.
Don Gabriel mandó hacer 40 garrotes, recibió instrucción policiaca sobre su uso y capacitó a sus vecinos; a los delincuentes hay que golpearlos en la cabeza para desmayarlos, luego pegarles en las rodillas y en los tobillos para nulificarlos y de ser necesario dispararles.
Dijo a EL UNIVERSAL que el brutal asesinato de Doña Lichita despertó el espíritu de supervivencia de al menos 30 residentes del sector, donde en la mayoría de esos hogares hay armas.
Para la defensa de su hogar cuenta con un garrote, una pistola y un rifle calibre 22, armas que está dispuesto a usar con el ánimo de abatirlos, “si se muere el delincuente lo siento mucho, de que se muera él a que me muera yo, que se muera, aquí se trata de matar o vivir”.
Un delincuente que entra a una casa sabe bien que se va a jugar la vida.
ml