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Antonio Ambrosio y su familia han desarrollado y buscan expandir la Zega-Cola, un refresco artesanal, alternativo y orgánico, que busca hacer competencia a las sodas comerciales.
El proyecto inició hace tres años y desde entonces ha ido ganando popularidad.
Zegache es un municipio de la región Valles Centrales, a 30 kilómetros al sur de la capital, donde está el taller de esta familia que, entre limitaciones, continúa ofreciendo su producto y sueña con imponerse a los gigantes refresqueros.
Quienes participaron en el taller elaboraban el refresco para consumo familiar, sin ganancias y sin dinero para invertir en hacer crecer el proyecto; los demás ex alumnos del taller abandonaron la pequeña iniciativa, dejando todo en manos de Antonio y su familia.
El proceso. Eufemia Cruz Benito, esposa de Antonio, se encarga de la mezcla y el proceso de elaboración del producto. Para crear una Zega-Cola se requieren aceites: de canela, de naranja, lima, limón, nuez moscada, lavanda y cilantro.
La mezcla requiere de la combinación de ácido cítrico, goma arábica y cafeína. A la hora de integrar los ingredientes, hay un paso peculiar: la familia ideó empotrar un batidor a un taladro, el mismo que usan en el taller de carpintería, para integrar apropiadamente todos los ingredientes.
Sin ganancias. “No vivimos de eso. Hacemos otras cosas, yo tengo un taller de madera o hago trabajos de albañilería y restauración”, comenta Antonio, y añade que la máxima producción mensual ha alcanzado cuatro cajas de jarabe al mes.
Regularmente, el jarabe de Zega-Cola es elaborado cada dos meses, puesto que es complicado para la familia conseguir los ingredientes que les son enviados desde Europa. “Lo hacemos por gusto”, sostiene Antonio y reconoce que no les ha ido bien porque hasta el momento los gastos en adquirir los aceites, las botellas y demás insumos es una inversión con ganancias escasas.
Una botella de jarabe Zega-Cola, de 250 mililitros, cuesta 30 pesos en el establecimiento familiar ubicado en Santa Ana Zegache, mientras que en el centro de la ciudad, cuesta 35 pesos.