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estados@eluniversal.com.mx
Tapachula.— Unos 700 migrantes centroamericanos, entre ellos mujeres con niños y adultos mayores, permanecen en la vía pública desde el viernes 16 de marzo en espera de que el próximo domingo arranque el Viacrucis Migrantes en la Lucha 2018.
Sin alimento y sin un lugar para dormir, los originarios de países como Honduras y Guatemala aguardan en las inmediaciones del albergue Belén el comienzo de su peregrinar rumbo a la frontera con Estados Unidos, donde algunos se entregarán al gobierno de ese país para solicitar refugio; otros aspiran a ser recibidos en tierras mexicanas.
Los centroamericanos permanecen en las afueras del refugio debido a que se les negó el acceso con el argumento de que no había cupo. No se les permite la entrada ni siquiera para hacer sus necesidades fisiológicas, tampoco se les ha ofrecido un vaso de agua o un plato de comida, acusan.
En medio del llanto, Santos Isabel recuerda que su hija, madre de tres de los menores que la acompañan, emigró hace un año a Estados Unidos. La mujer dejó su país debido a la precaria situación económica que enfrentaba y a la violencia que su entonces pareja ejercía sobre ella.
La hondureña refiere que el padre de sus nietos la amenazó con quitárselos, por lo cual su hija le pidió que viajaran hacia Estados Unidos, y se unieron al Viacrucis.
Explica que con unos mil pesos viajó a Guatemala, para luego trasladarse a Tecún Umán, localidad fronteriza con México, donde le robaron sus pertenencias. Posteriormente, cruzó a territorio mexicano de forma irregular por el río Suchiate, a bordo de balsas construidas con neumáticos de tractor y tabla.
Al llegar al albergue Belén junto con su hijo y nietos, no le dieron alojamiento, le dijeron que no había espacio para nadie más, desde entonces su único refugio es la sombra de los árboles.
“Vivimos de la caridad de los vecinos y la solidaridad de algunos migrantes”, señala mientras se forma en la fila para que les otorguen un vaso con cereal y leche.
Ahí se encuentra la hondureña Reina Elizabeth Cortés con sus cuatro hijos de cuatro, seis, nueve y 12 años, quienes mitigan el hambre comiendo mango verde.
Ante las altas temperaturas, que llegan a ser de hasta 40 grados, los migrantes buscan refrescarse en las aguas contaminadas del río Cahoacán. Al tiempo que las mujeres lavan ropa, los niños juegan y se bañan.
Ahí, entre prendas húmedas y ruido, Marisol Saldívar, de Guatemala, sueña con llegar a Atlanta, Georgia. Dice que en ese punto del mundo la espera su hermana, que hace un tiempo dejó en Puerto Barrios a su hijo de 15 años y su madre.
Erlin, un joven hondureño, también coincide en que viajar en caravana es la mejor oportunidad para acercarse a la frontera.
“Caminando es muy difícil, se sufren asaltos, secuestros y hasta abusos sexuales a las mujeres”, señala.
A pie y sobre La Bestia. Los más de 700 centroamericanos podrían via jar en el “lomo de La Bestia“, dio a conocer el coordinador del Viacrucis, Rodrigo Abeja.
Se tiene previsto que los migrantes inicien su recorrido con una caminata hasta el municipio de Mapastepec, donde abordarían el ferrocarril de carga que los llevará hasta Ixtepec, Oaxaca.
Según lo previsto, del 5 al 7 de abril harán una escala en la ciudad de Puebla para sostener una reunión con abogados que analizarán los casos de migrantes, a fin de examinar las posibilidades de obtener refugio tanto en México como en EU.
El viaje, explica Rodrigo Abeja, concluirá en Mexicali o Tijuana. En la frontera el sueño de cientos de familias, de escapar del hambre y la inseguridad podría comenzar a hacerse realidad.
Demandan trato digno. Mientras esperan el inicio del recorrido, ayer los migrantes realizaron una marcha en Tapachula, en la que exigieron que gobierno de México que detenga las deportaciones.
Asimismo solicitaron que la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (Comar) no rechace las solicitudes de refugio a las familias que huyen para evitar que sus hijos mueran de hambre o asesinados.
Al no ser recibidos por las autoridades de la Comar, los migrantes, en su mayoría de nacionalidad hondureña, continuaron su manifestación hasta la sede consular de Honduras, donde exigieron la salida del presidente Juan Orlando Hernández, “por mantener a su país sumido en la pobreza e inseguridad.”
Los migrantes tenían planeado entregar un pliego petitorio, primero a las autoridades mexicanas y luego a la representación de su país, nadie los atendió. El documento indicaba que Orlando Hernández utiliza a las fuerzas armadas para reprimir a quienes se atreven a protestar.