Los gobernantes deben rendir cuentas y dar explicaciones de sus actos y de los resultados de sus gobiernos ante los ciudadanos en quienes reside la soberanía en una democracia.

Así debe ser. Pero eso aún no ocurre en nuestra debilitada democracia y mucho menos cuando se trata de los gobiernos estatales y municipales, como los que serán sometidos al voto de los electores en este año.

Y no ocurre porque la rendición de cuentas en nuestros gobiernos locales aún está fuertemente influida por la distribución del poder político en las entidades, por el control de los medios de comunicación, y por las experiencias previas de alternancia.

Así que la rendición de cuentas es un asunto incipiente en la gran mayoría de los gobiernos locales y su ausencia o escasez es una poderosa herramienta de control para los gobiernos frente a la decisión de los electores en las urnas. Mientras menos resultados fidedignos de las acciones de gobierno tienen los electores, más capacidad de maniobra tendrán los partidos en el gobierno que buscan mantenerse en el poder.

De allí la importancia de que los electores tengan a la mano información objetiva, como los resultados económicos que arrojan los gobernantes durante su mandato. ¿Qué resultados se dieron en materia de generación de empleos locales, de combate a la pobreza, de competitividad, del manejo de las finanzas públicas, etcétera). Son resultados que afectan directamente la calidad de vida de los ciudadanos de esa comunidad y en función de estos resultados —entre otros— los electores deberían tomar una decisión de voto razonado.

Recientemente, México ¿Cómo vamos? —un centro de pensamiento del sector privado que pertenece al Instituto Mexicano para la Competitividad y cuyo consejo directivo está presidido por el empresario Valentín Diez Morodo— presentó su “Semáforo Estatal del Estado de México”, uno de los tres estados —junto a Coahuila y Nayarit— en el que se disputarán gubernaturas en este año.

México ¿Cómo vamos? evaluó los resultados de ocho variables económicas en el Estado de México que gobierna el priísta Eruviel Ávila y quien asumió la titularidad del Ejecutivo Estatal el 15 de septiembre de 2011 y la concluirá el próximo 14 de septiembre.

En general, la evaluación sobre los resultados de las variables económicas seleccionadas por México ¿Cómo Vamos? no son favorables a la gestión de Eruviel Ávila.

El crecimiento económico del Estado de México en 2016 fue irregular. Creció 0.8% en el primer trimestre a tasa anual, 4.6% y 3.8% en el segundo y tercer trimestres, respectivamente.

Pero en un horizonte más amplio el crecimiento económico estuvo lejos de la meta propuesta de 4.5% anual del gobierno estatal y por debajo del promedio nacional. En 2012, la economía estatal creció 3.8%; en 2013 lo hizo en 1.1%; en 2014 avanzó 1.3%; y en 2015 la expansión fue 1.9%. Un dinamismo económico mediocre. Mientras que la economía nacional creció 10.7% entre 2012 y 2015 en cifras constantes, el Estado de México lo hizo 8.3%.

Lo anterior deriva en una pobre creación de empleos formales. Según México ¿Cómo Vamos? el Estado de México generó menos de 75% de la meta de empleos formales que se habían propuesto para 2016, que era de 166 mil 600 empleos formales. Pero a finales del año pasado apenas se generaron 58 mil 799 empleos formales; una cifra anual que ha sido la mayor en el sexenio de Eruviel Ávila porque en 2015 se generaron 55 mil 376 empleos formales; en 2014 sólo 36 mil 997; en 2013 hubo una crisis en la generación de empleos formales en el estado y sólo se crearon 3 mil 99 empleos; y en 2012 fueron 56 mil 549 los nuevos empleos formales que se acreditaron.

Tanto la baja tasa de crecimiento económico como la escasa generación de empleos formales derivaron en una alta tasa de informalidad laboral estatal, superior al promedio nacional que es elevada (52.4% de la población ocupada). De hecho, durante el sexenio de Eruviel Ávila la informalidad laboral creció. En septiembre de 2011 —cuando inició su gobierno— la tasa de informalidad laboral era de 54.9% y para diciembre de 2016 registró 55.4%, después de un pico de 57.8% alcanzado en diciembre de 2015.

Y claro, ello tuvo consecuencias sobre la pobreza laboral de la población. Mientras que en septiembre de 2011 este indicador fue 29.9% de la población, para diciembre de 2016 creció a 36.5%. Con todo, la cifra es menor que el promedio nacional de 40%.

Todo lo anterior impactó la productividad de los trabajadores mexiquenses que tienen una baja productividad (84 pesos producidos por hora trabajada) en relación al promedio nacional (133 pesos producidos por hora trabajada). Pero a lo largo del gobierno estatal la productividad prácticamente no creció: pasó de 81 pesos por hora en septiembre de 2011, a 84 pesos por hora en diciembre de 2016.

Éstos son los indicadores que pesan en el ánimo de los ciudadanos. Allí está una fotografía económica —parcial, de hecho— de la rendición de cuentas del actual gobierno mexiquense.

Twitter:@SamuelGarciaCOM

E-mail: samuel@arenapublica.com

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