Del Javier Duarte desaliñado y de sonrisa burlona que se vio la noche del Sábado de Gloria, al que apareció ayer en la primera audiencia sobre su extradición en el Palacio de Justicia de Guatemala, hay diferencias en su expresión y apariencia, pero exactamente la misma actitud de soberbia y arrogancia que, aún en el paseo de humillación a que fue sometido —al hacerlo caminar descalzo, entre gritos y el torpedeo de preguntas de los reporteros—, y en su forma de hablar ante el juez, confirmaron a un presunto delincuente que no muestra el más mínimo arrepentimiento o remordimiento alguno por su monstruosa corrupción y que, más bien, se conduce seguro, como si se supiera blindado y protegido: “Para que enterar a tu país, si ya está enterado”, dijo al rechazar la asistencia consular que le ofrecieron los jueces extranjeros.
Es como si Duarte supiera algo que ignoramos los mexicanos sobre su futuro legal y judicial. Durante más de dos horas escuchó, con mirada y posiciones altaneras, cómo el juez del Tribunal Quinto Penal, Adán García, leía cómo saqueó el dinero de los veracruzanos para comprar casas, ranchos, terrenos, departamentos, blanqueando los recursos públicos a través de empresas fantasma, para sostener una vida de lujos y abundancia para él, su influyente esposa Karime Macías, hoy casi exonerada por la PGR, su familia y sus socios y amigos. Nunca se inmutó. Eso sí, ya no sonreía en ningún momento, como si alguien le hubiera recomendado borrar esa sonrisa suya que tanto irritó e inquietó a los mexicanos durante su sorpresiva detención.
Duarte ocultó hasta el último momento a sus abogados defensores y mantuvo a los de oficio, hasta que apareció en la sala el abogado Pablo Campuzano, integrante del buffete Del Toro Carazo, que dirige el abogado Marco del Toro, justo los mismos que han defendido, con éxito, a la maestra Elba Esther Gordillo, desde febrero de 2013, por delitos similares de los que acusan a Javier Duarte: como el lavado de dinero, que aún la mantiene en prisión, aunque ya fue exonerada por defraudación fiscal. No parece casual que Duarte buscara al mismo despacho que ha mostrado especial habilidad para echar por tierra las acusaciones de la Unidad de Inteligencia Financiera de Hacienda y de la PGR en lo que se refiere a las operaciones financieras ilícitas de Elba Esther.
Justo ayer los nombres de Javier Duarte y Elba Esther fueron ligados por Andrés Manuel López Obrador, quien en su desesperación por vacunarse contra presuntas acusaciones de que recibió financiamiento de Duarte en las pasadas elecciones de Veracruz, no sólo anticipa que lo van a acusar en tono de nerviosismo profético, sino que afirma que la ex lideresa del SNTE y el ex gobernador veracruzano tienen en común que los dos fueron “traicionados” por el presidente Peña Nieto, a quien “apoyaron y financiaron los dos dándole dinero para su campaña”. ¿Será que el profeta tabasqueño también vislumbra un juicio en el que Duarte tire las acusaciones de la PGR?
Al final Duarte dejó en suspenso su proceso de extradición al decidir no allanarse, como esperaban en el gobierno federal, hasta que sus abogados no revisen primero la solicitud de extradición que hasta anoche no había entregado la Secretaría de Relaciones Exteriores ni la PGR al gobierno guatemalteco. “No quiere decir que no lo vaya a hacer”, dijo Duarte, quien claramente está jugando su juego legal y que, contra lo que espera la PGR y el gobierno de Peña Nieto, podría decidir apelar su extradición y permanecer por varios meses más en Guatemala. Si eso pasa, la PGR de Raúl Cervantes volverá a quedar exhibida y tendrá que explicar por qué no pidió la expulsión o deportación y prefirió el proceso complicado de una extradición. ¿Será que algo habían pactado con Duarte para que se allanara y otra vez se va a burlar del gobierno peñista?
NOTAS INDISCRETAS... Se los dijo un funcionario federal, enviado directamente por el presidente Peña Nieto, para obligar a que los dos hermanos detuvieran su confrontación de los últimos años y trabajaran juntos para evitar una derrota del PRI en las elecciones de junio en Coahuila: “O se dejan de pleitos y trabajan y ganan la elección, o van a ir por ustedes con todo. Son sus cabezas las que están en juego y pueden acabar en la cárcel”. El mensaje del enviado presidencial llegó igual para el gobernador Rubén Moreira que para su hermano y antecesor, Humberto Moreira, antes de comenzar la actual campaña por la gubernatura. Y la advertencia surtió efecto porque hoy, tras su distanciamiento, los dos Moreira trabajan con la maquinaria priísta que ellos mismos construyeron, aceitada con recursos públicos estatales y federales, para frenar a toda costa el avance del PAN en el estado y su candidato Guillermo Anaya, y llevar a la gubernatura al priísta, Miguel Riquelme, que es además el puente que comunica a los hermanos confrontados. El miedo no anda en burro… Paran los dados. Serpiente doble.
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