Más Información
Videojuegos, el nuevo gancho del crimen para captar menores; los atraen con promesas de dinero y poder
“Vamos a dar apoyo a los pequeños agricultores por sequía en Sonora”; Claudia Sheinbaum instruye a Berdegué
Derrota de México en disputa por maíz transgénico contra EU; estos son los argumentos de Sheinbaum y AMLO para prohibirlo
Era domingo 4 de junio por la noche; los resultados de los comicios locales en cuatro estados fluían ya en conteos rápidos que confirmaban el triunfo del PRI en el Estado de México, el del aliancista, Antonio Echavarría en Nayarit, y en Veracruz el reparto de municipios importantes entre Morena y el PAN. Sólo Coahuila estaba en suspenso por el sospechosamente lento PREP del Instituto Estatal Electoral. Pasaba de medianoche cuando en Los Pinos Enrique Peña Nieto estaba reunido con un grupo cercano revisando los resultados electorales; había euforia por las noticias que llegaban de Toluca e incertidumbre por lo que vivía Saltillo, pero los números que le daban al presidente decían que había ganado Miguel Riquelme.
Testigos presenciales de aquella reunión cuentan que casi a la 1 de la mañana llegó a esa reunión en Los Pinos Enrique Ochoa Reza. Cuando entró a la oficina donde estaban reunidos, el dirigente del PRI se dirigió al presidente con un mensaje “urgente” que todos escucharon: “Ricardo Anaya propone que le entregue Coahuila a cambio de que el PAN ya no haga ruido en el Estado de México, acepte el resultado y dejar solos a Andrés Manuel López Obrador y a Morena en sus denuncias”.
La propuesta causó extrañeza entre los asistentes y el primero en reaccionar fue Peña Nieto: “¿Qué, y eso por qué. Está loco. A ver Poncho, qué números tenemos”, preguntó el presidente a Alfonso Navarrete Prida y quien había sido designado “responsable político” de las elecciones en Coahuila por el mismo presidente. “Nuestros números están claros, ganó Riquelme con 2.5 por ciento”, respondió el secretario del Trabajo con copias de actas en mano. “Que se vaya a la chingada, no tenemos por qué negociar nada”, cerró la discusión el presidente.
Los asistentes a esa reunión ya no cuentan qué hizo después Ochoa Reza, pero es muy probable que haya llamado por teléfono para transmitirle al dirigente del PAN la contundente respuesta que le mandaban desde Los Pinos. Se cerraba así el intento de “concertacesión” panista por Coahuila y eso llevaría a la dirigencia de Anaya a endurecer la posición para “pelear hasta el final” por esa gubernatura, a partir de las irregularidades que lograron documentar en las campañas, entre ellas el gasto excesivo del candidato priísta.
Rechazados en la negociación, el CEN del PAN se volcó con abogados y expertos a documentar violaciones del PRI en Coahuila, al tiempo que Anaya y panistas de alto nivel salían a cuestionar, en “la elección de Estado” en el Estado de México y a anunciar impugnaciones al triunfo de Del Mazo. En los días posteriores y hasta el 12 de junio, anunciaron que impugnarían las elecciones mexiquenses con “juicios de inconformidad” e incluso llegaron a hablar de “pedir la anulación”, algo que finalmente no se solicitó formalmente.
Hoy, lo que no logró por negociación, Anaya está a punto de lograrlo por la vía legal. El reciente dictamen de la Unidad de Fiscalización del INE, validado ya por el Consejo General, confirmó el rebase de topes de gasto del priísta Miguel Riquelme por 7.9%, abre la puerta para la anulación de esos comicios, aunque falta saber si el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, a donde impugnará el PRI los criterios del INE, declara la nulidad del proceso en las siguientes semanas.
La pregunta es si los magistrados confirmarán los criterios del INE y el revés a Peña y al PRI, con lo que algunos piensan se fortalecería la cuestionada imagen del instituto y sus consejeros electorales de cara al 2018 o si darán la razón al partido del presidente, validando la elección en Coahuila, con lo cual también mandarían todo un mensaje para las presidenciales del próximo año.
NOTAS INDISCRETAS…Donde celebraban la llegada de John Kelly como jefe de la Oficina de la Casa Blanca es en Bucareli. Y es que el ex secretario del Interior trabó buena relación con el secretario de Gobernación, Miguel Osorio, en los cuatro encuentros que han tenido los dos funcionarios. Desde la primera vez que se vieron en la Ciudad de México, el 23 de febrero pasado, los dos coincidieron en sus posiciones a favor de la coordinación y seguridad en la frontera, no a partir de políticas coercitivas, como el muro, sino promoviendo el desarrollo social y económico en la región. Así que en Bucareli ven un nuevo aliado en la Casa Blanca para atemperar los embates agresivos de Donald Trump, pero también para fortalecer al secretario Osorio en sus proyectos políticos ¿Será?... A propósito de aliados, el encuentro de ayer entre Rafael Moreno Valle y Silvano Aureoles en Morelia va más allá de expresar sus acuerdos para impulsar juntos el Frente Amplio Democrático; el panista y el perredista, dicen, están haciendo una alianza para apoyarse mutuamente a que sea uno de ellos quien encabece ese frente como candidato, y la lógica dice que sería Aureoles el que impulse a Moreno Valle… Giran los dados. Serpiente. Mal comienza la semana.
sgarciasoto@hotmail.com