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Como a Juan Preciado, el personaje de Juan Rulfo al que lo mataron los murmullos de Comala, a Enrique Peña Nieto y a su canciller Luis Videgaray tal vez no los maten los murmullos, pero sí la ingenuidad de no entender y no escuchar lo que les dice la bipolaridad política del presidente de Estados Unidos, Donald Trump. Porque más allá de sus vagas y zalameras promesas diplomáticas de “una buena y constructiva relación” entre los dos países, el mandatario estadunidense volvió a mostrar su total irrespeto y su poca confiabilidad, al espetarle en la cara (“in your face”, dirían los gringos) lo que el presidente mexicano dice no entender y el secretario de Relaciones Exteriores afirma no haber escuchado: que para Trump “absolutamente” México pagará por el muro en la frontera común.
Esos “murmullos”, como los llama Peña Nieto, que en la obra cumbre de Rulfo lo son todo y que 30 segundos definieron una reunión de media hora, son tan claros y contundentes como los escuchó el resto del mundo tras la primera declaración conjunta de los presidentes que por primera vez se reunían en Hamburgo el viernes pasado, en el marco del encuentro del G20, justo después de la abrupta cancelación de México del encuentro previsto en Washington el pasado 27 de enero, por la misma afirmación de Trump sobre el pago del muro hecha entonces por su cuenta de Twitter.
Seis meses después, en Alemania, cuando los dos habían hablado de “cooperación, trabajo conjunto y relación de entendimiento”, Trump se lo volvió a hacer (“Oops, I did it again”) y frente a las cámaras y micrófonos de la prensa mundial, definió, con una sola palabra, el verdadero sentido que para él tuvo la reunión que para la parte mexicana era tan promisoria y esperanzadora: “Absolutely”, dijo el magnate de la boca fruncida y el gesto amenazante sobre si los mexicanos pagarán el muro que tanto le obsesiona.
Quién sabe qué sea más grave, que el presidente mexicano no haya entendido una respuesta tan breve pero tan contundente y ofensiva que le decían en su cara o que no haya tenido, una vez más, la capacidad de reaccionar rápida y enérgicamente contra una afirmación que contradice todo lo que por media hora le habló y le prometió Donald Trump. Porque eso que Peña pretende minimizar calificando de “murmullos” fue la noticia que marcó su primera reunión con el presidente estadounidense, fue lo que le dio la vuelta al mundo y quedó en la percepción no solo de los mexicanos sino de la opinión pública internacional: que al presidente de México su colega y vecino no le tiene respeto y no parece tomarlo en serio.
Porque igual de grave que la incomprensión del presidente (ya sea que no entendió la pregunta y la respuesta en inglés o que no comprendió la gravedad de un señalamiento que dejó pasar) es la pretendida sordera del canciller Videgaray que tiene problemas de audición —que no de comprensión porque él sí domina el inglés— y no escucha la manera en que sus supuestos “amigous” exponen y exhiben a nivel internacional al mandatario mexicano al que, se supone, él debe cuidar. Es curioso que nuestro secretario de Relaciones Exteriores no haya oído el “absolutely” de Trump el viernes en Hamburgo, pero sí haya escuchado lo que nadie más en México escuchó: que nuestro país tenía un interés prioritario en condenar a Venezuela y promover una resolución en la reciente reunión de la OEA, tal y como se lo susurraron a Videgaray en Washington. Aquellos murmullos, que escuchó tan claros, llevaron a México y a su canciller a un fracaso mayúsculo en Cancún, mientras que esa sentencia ofensiva y grosera en inglés nomás no entró en los oídos del secretario.
En fin, que si en Comala los murmullos que habitaban y llenaban ese pueblo imaginario pero real, terminaron por matar no sólo a Juan Preciado, sino a todos los habitantes de la tierra donde vivía Pedro Páramo, en la muy compleja relación México-Estados Unidos esos “murmullos”, como los percibe Peña Nieto o los desplantes, groserías o falta de respeto que ven otros sectores por parte de Donald Trump, también acabarán minando las muy pocas posibilidades de acuerdos positivos para nuestro país. Porque si dos veces, frente a las cámaras y en su cara el presidente estadounidense se ha burlado de esa forma de Peña, qué será cuando de verdad murmuran sobre México en la Casa Blanca.
NOTAS INDISCRETAS…Que sólo fue el tráfico y las manifestaciones lo que le impidió a la señora Angélica Rivera llegar al concierto de gala que ofrecía Angela Merkel a los presidentes en la reunión del G20. Esa es la versión insistente que desde Los Pinos promueven los voceros de Presidencia para explicar por qué el Presidente lució tan solo e incómodo en ese evento al que la mayoría de mandatarios llegó con sus parejas. Hay que alejar la idea de un distanciamientob evidente. Esos malditos globalifóbicos…Los dados vuelven recargados y listos para lanzarse. Escalera doble.
sgarciasoto@hotmail.com