De las pocas cosas ciertas en el incierto escenario electoral de este domingo, es que gane quien gane en el Estado de México, Coahuila, Nayarit y Veracruz —y por encima incluso de muy posibles conflictos postelectorales— el efecto inmediato que seguirá a estas votaciones locales es el aceleramiento del proceso de sucesión presidencial que ya está en marcha. A partir de este lunes 5 aumentará el ritmo y la intensidad con que los aspirantes presidenciales, y prospectos de todos partidos, se moverán públicamente con miras a las nominaciones de 2018.
En donde se notará más claramente cómo meten en acelerador los precandidatos presidenciales es en el PRI, por la razón obvia de que son los más rezagados y hasta ahora contenidos. A partir del lunes, veremos con mayor claridad quienes son los priístas que, además de los conocidos en las encuestas —Miguel Osorio Chong, José Narro o José Antonio Meade— buscarán mejorar su posicionamiento público para ser considerados en un eventual proceso interno para seleccionar a su candidato a 2018, como el que impulsan en la cúpula gubernamental y del tricolor, con la idea de que una “pasarela” de aspirantes ayudaría a mejorar los números del viejo partido que hoy se ubica en el tercer lugar de todas las encuestas.
Peña al gabinete: ¡muévanse! Una señal clara de que las cosas se van a acelerar en el PRI y por consiguiente en el resto de los partidos rumbo a 2018, es la instrucción directa que dio el presidente Enrique Peña Nieto a todos los secretarios de su gabinete en una reunión ocurrida en los primeros días de mayo en Los Pinos. “Les pido a todos que se muevan. Que recorran la República y cambien su forma de hacer giras en los estados”, instruyó el Presidente y pidió a sus colaboradores que ya no se reúnan solo con organismos de su sector y que estén mínimo un par de días en cada lugar para que tengan reuniones con empresarios, dirigentes sociales y organizaciones de todos los ámbitos”.
Peña Nieto les dio “carta abierta” a todos los secretarios para que, en sus giras y recorridos por el país, “hablen de todos los temas, de cualquier cosa que les pregunten, aunque no corresponda a sus funciones”. En los hechos, el Presidente “soltó” a todos sus colaboradores, sean o no aspirantes presidenciales, con la idea de que se muevan en lo que seguramente es una estrategia para observar su desempeño en los siguientes meses, y a partir de ahí, según lo que se observe, definir los perfiles de quienes pueden integran una “baraja más amplia” de posibles precandidatos del PRI en 2018.
“La instrucción fue la misma para todos y varios la están atendiendo con toda la libertad que el Presidente nos dio para movernos y tener reuniones con distintos sectores o incluso opinar y declarar sobre temas diversos y distintos a nuestros campos de acción. El mensaje es claro y quién lo entendió lo entendió”, dice un integrante del gabinete presidencial que confirma la orden dada por el mandatario a todos sus colaboradores de primer nivel.
¿Baraja tricolor ampliada? A partir de la señal dada por Peña a su gabinete, es muy probable que la lista de precandidatos presidenciales del PRI se amplíe en la idea que ya permea en las cúpulas de ese partido de abrir un proceso interno para seleccionar al candidato y de ese modo tratar de jalar reflectores mediáticos que ayuden a reposicionar al PRI y recuperar algo del tiempo y la ventaja que le llevan aspirantes de otros partidos, que tienen ya más de dos años en campaña como Andrés Manuel López Obrador, Margarita Zavala, Rafael Moreno Valle y el mismo Ricardo Anaya. ¿Quiénes podrían quedar en una baraja ampliada de aspirantes priístas?
De entrada estarían las cartas más conocidas y mejor posicionadas en este momento del viejo partido: Osorio Chong, Narro Robles, José Antonio Meade y Manlio Fabio Beltrones. Y, dependiendo del resultado del Estado de México, Eruviel Ávila. Pero a esos hay que añadir otros que se habían rezagado o algunos de nueva incorporación en la baraja priísta: Enrique de la Madrid, Aurelio Nuño y, contra todos los pronósticos, Luis Videgaray. Esos son, los más visibles hasta el momento, pero en la lógica de mayor apertura y visibilidad que ahora se maneja, podrían sumarse incluso otros, aunque todo apunta a que, en una lista definitiva de precandidatos se hablaría máximo de 5 o 6 aspirantes.
Es probable incluso que, derivado de esas decisiones, que los priístas tienen claro que, por más proceso abierto que hubiera, sólo le corresponde al dedo presidencial, se comiencen a ver, pasadas las elecciones de mañana, algunos cambios y reacomodos en el gabinete, la posible salida de algunos integrantes y la llegada de otros, todos movimientos que ya serán en la lógica clara de la sucesión presidencial acelerada que veremos a partir del próximo lunes.
Las fechas se irán definiendo, pero un plazo importante para las decisiones que se tomen en el PRI en materia de sucesión presidencial, será la XXII Asamblea Nacional programada para iniciar el 23 de agosto próximo. Las mesas de trabajo serán un buen termómetro de como vendrá la elección del candidato priísta, pues hay desde los grupos afines al presidente Peña que buscarían garantizar el control absoluto del grupo gobernante, hasta algunas corrientes internas que disienten de Los Pinos y del grupo de poder que encabeza el canciller Luis Videgaray, y que buscarían arrebatarles el manejo y las definiciones de 2018, con cambios en los estatutos que podrían incluir nuevos “candados” que modifiquen los requisitos para la candidatura presidencial y evitar la llegada de personajes afines a Videgaray, con un perfil más técnico que político, o sin militancia partidista.
De hecho, hay grupos que empujan que, inmediatamente después de la Asamblea, se inicie la “pasarela” de aspirantes con miras a un proceso interno que no retrase más la elección de un candidato presidencial, a más tardar en septiembre u octubre del presente año, con el argumento de que quien sea el abanderado presidencial del PRI “tiene que recuperar todo el terreno y la desventaja que tiene frente a los precandidatos de otros partidos, que ya llevan tiempo definidos y en abierto proselitismo”.
Relevo inminente en el PRI. La opinión que crece al interior del priísmo, tanto en las cúpulas del partido como en el gobierno, es que, cualquiera que sea el resultado de este domingo, Enrique Ochoa Reza debe ser relevado ya de la dirigencia nacional del partido. El argumento, en el que coinciden los críticos de Ochoa, pero también algunas voces del gabinete más afines al líder priísta, es que el PRI necesitará de un perfil distinto al del ex director de la CFE para manejar temas tan delicados como la efervescencia interna que traerá la Asamblea Nacional. “Necesitamos un priísta más identificado con los priístas y que genere más confianza y respeto entre las bases y las dirigencias del partido”, dice un consejero político del PRI que pidió el anonimato.
El cambio es necesario, agrega, si el presidente quiere tener un control claro de la sucesión presidencial, pasando antes por la Asamblea. “Ochoa ya cumplió su ciclo y funcionó para lo que lo pusieron ahí, que era debatir y lanzarle golpes a López Obrador; a partir de ahora Peña necesitará a un político de tiempo completo que no llegue a conocer el partido ni a improvisar o inventar estrategias, y que pueda de inmediato tomar las riendas y poner orden entre los distintos grupos que se encuentran algunos inconformes y molestos por la caída del partido provocada a su vez por la caída de la imagen presidencial”, señala en experimentado priísta consultado.
La pregunta es quién puede reunir ese perfil que describen algunos priístas y miembros del gabinete. Y, sin atreverse a mencionar nombres, deslizan que puede ser algún “ex gobernador con buena imagen”, y en esa categoría son muy pocos, por no decir escasos, los priístas que, habiendo gobernado un estado, hayan terminado su sexenio con buena imagen pública. Lo que sí mencionan es que la idea de una “prelación estatutaria” que llevara a la actual secretaria General, Claudia Ruiz Massieu, a ocupar la presidencia del partido, la ven poco probable, por los vínculos familiares de la ex secretaria de Turismo, que significarían darle la dirigencia del PRI a un salinismo que sigue claramente vigente.
Notas indiscretas… Todavía no pasan las elecciones y en el PAN ya comenzaron los ajustes de cuentas y el reparto de culpas por el fracaso de su candidatura en el Estado de México. Hay voces de la cúpula, ligadas a algunos aspirantes presidenciales, que ya hablan de una nueva “traición” en el historial de su dirigente Ricardo Anaya. Señalan que el dirigente “parece haber garantizado la derrota en el Estado de México. Demoró y manoseó los procesos internos de selección de candidaturas; impuso candidatos y luego los abandonó”. Está claro que esos panistas hablan de Josefina Vázquez Mota, lo que no está claro es con quién acusan a Anaya de haber “garantizado la derrota” en Edomex. ¿Acaso se refieren al Pacto de Los Pinos acordado el 20 de enero pasado entre Anaya y Peña Nieto?.. Ayer sesionó la Conago, encabezada por Miguel Angel Mancera, para revisar los avances en materia de seguridad entre los estados. El tema de seguridad para periodistas y defensores de derechos humanos fue uno de los que se trataron entre los gobernadores y hubo un llamado a apurar resultados en las investigaciones de asesinatos abiertas y a comenzar a aplicar los protocolos de protección a esos dos grupos en los estados… Dos frases llamaron la atención en la presentación del Plan Estatal de Desarrollo 2017-2018 del gobernador Antonio Gali. La primera fue cuando el mandatario dijo que Puebla “va por el camino de romper la inercia del retroceso” y la segunda cuando, tras mencionar sus planes para generar empleo y apoyar a pequeños productores para el desarrollo del campo, mencionó que en su breve administración “sí habrá desarrollo equitativo para las regiones” ¿Será que Gali intenta marcar distancia de su antecesor Moreno Valle?.. Los dados mandan doble Escalera. Buena semana.
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