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Lo mismo en forma de “espontáneas” protestas que les gritan “¡asesinos!” a Margarita Zavala y a Felipe Calderón, que en descalificaciones a priístas que piden “democracia interna” y elección abierta de su candidato presidencial y son tachados de “políticos de café” por sus dirigentes, o en filtración de versiones de renuncias masivas del gabinete del jefe de Gobierno que hacen sonreír a dos o tres gobernadores perredistas, la sucesión presidencial se aceleró y en los partidos se abren frentes al 2018.
Algunos más rudos, como el PAN, donde se acusan públicamente de “mentirosos”, “traidores”, “asesinos” y de “aprovecharse del cargo” para promocionar su imagen; otros más silenciosos pero emergiendo a la superficie, como los priístas que empiezan movimientos y expresiones internas de rebelión, no del liderazgo del presidente, al que reconocen como “jefe máximo”, pero sí del tratamiento patrimonial que Peña Nieto y su grupo —léase Luis Videgaray— le han dado al PRI en este sexenio; y otros más, como el PRD, con la incertidumbre de si será posible una alianza con el PAN, presionada por un Miguel Ángel Mancera que ya tiene un pie fuera del gobierno “para caminar” y otros gobernadores que, con pocos méritos pero muchas ambiciones, están listos para dejar el “cochinero” en sus estados y sacrificarse por la grande.
Quizás el único partido donde nada se mueve en materia de sucesión presidencial es en Morena. Ahí no hay posibilidades de disidencia ante el candidato predestinado que ya levita hacia 2018. Eso sí, los morenos tampoco están exentos de sus frentes rumbo a las elecciones del próximo año, sólo que en su caso la disputa caliente es por la jefatura de Gobierno de la Ciudad de México, cuna y bastión del lopezobradorismo, que se tensa y tironea ante el arranque adelantado de Ricardo Monreal, la tranquilidad de Claudia Sheinbaum, dueña de los afectos patriarcales, y la incesante grilla del ex líder ceuísta Martí Batres.
En el PAN el principal frente abierto es entre Ricardo Anaya y Margarita Zavala. La declaratoria de “guerra” de la ex primera dama, justo un día después de las elecciones del 4 de junio, con un video en el que acusó al líder panista de “traición” y de seguir jugando con doble cachucha, la de dirigente y aspirante, no mereció respuesta verbal por parte de Anaya, pero al parecer sí una respuesta política. A partir de entonces la señora Zavala no sólo enfrentó la censura de varios cuadros y figuras de la cúpula del PAN, sino en sus eventos proselitistas y también en los de su esposo el ex presidente Calderón, les brotan enardecidos críticos que al grito de “¡asesinos!” sabotean sus reuniones. Y mientras, desde barrera, Rafael Moreno Valle sólo observa y sigue en su frenético proselitismo con el panismo de la República, en tanto otros apuntados, como Miguel Ángel Yunes, esperan agazapados, con la perversidad que les caracteriza, su momento de saltar a la encendida batalla panista por el 2018.
La batalla en el PRI, que hasta ahora se mantuvo soterrada, acaba de aflorar con las expresiones de grupos que se resisten a la imposición de un candidato presidencial que no tenga el perfil de militancia clara y experiencia suficiente para abanderar al viejo partido. Esos grupos, los mismos que cuestionan el débil liderazgo de Enrique Ochoa y proponen su inmediato relevo, no están en contra de Peña Nieto, pero sí del estilo patrimonial y personalista con el que el presidente y sus consejeros han manejado al partido. Son los que empiezan a pugnar, de cara a la XXII Asamblea Nacional de agosto, por un método más abierto para elegir al candidato presidencial, por abrir y transparentar también las candidaturas al Congreso y, en los casos más extremos, por la introducción de “candados” que eviten un “candidato por capricho” del presidente, pero sin militancia ni afinidad con su partido.
La movilización priísta, respondida por el dirigente de la CNOP, Arturo Zamora, con la etiqueta de “políticos de café”, cobra forma y en ella se ubica a personajes del tamaño de los ex dirigentes Manlio Fabio Beltrones y Santiago Oñate, además de figuras que ya declaran públicamente como la ex gobernadora yucateca Ivonne Ortega, el ex mandatario oaxaqueño Ulises Ruiz o el diputado capitalino y ex secretario del CEN, José Encarnación Alfaro. Esos grupos, que comulgan más con aspirantes como Miguel Osorio Chong o José Narro Robles, se preparan para la batalla política e ideológica que se librará en la Asamblea, frente al bloque formado por el grupo cercano del Presidente, que encabeza el canciller Videgaray, quien hizo público su proyecto “de más de 30 años de caminar juntos” con el secretario de Hacienda, José Antonio Meade, y que también apoyaría al titular de la SEP, Aurelio Nuño.
Los frentes están abiertos. Las batallas internas por el 2018 ya comenzaron.