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La vergonzosa y omisa actuación del Instituto Nacional Electoral (INE) y sus 11 consejeros electorales en los recientes comicios estatales, que avalaron —con su silencio cómplice y negligente ceguera— retrocesos evidentes en la inmadura democracia electoral mexicana, coloca a la institución autónoma (y presuntamente ciudadana) en uno de los momentos más oscuros y turbios de su historia. Este INE manco, lerdo y pasmado, en la víspera de la elección presidencial del próximo año, se aleja cada vez más del primer IFE ciudadano de José Woldenberg y compañía, y se acerca, peligrosamente, al órgano que en 2006 quedó entrampado con la elección más cerrada e impugnada de la historia reciente del país.
No hay uno solo de los 11 consejeros que en la reciente coyuntura electoral, plagada de vicios, suciedad, dispendios económicos y burda utilización de recursos y programas públicos, haya dado la cara para denunciar un retroceso a las épocas del partido de Estado que operó y maniobró de manera flagrante y burda en dos campañas estatales, la del Estado de México y Coahuila, sin que el órgano nacional haya decidido, extrañamente, ya no atraer la organización de esos comicios y el procesamiento de su votación, como se lo pidieron varios actores de oposición, sino que ni siquiera se atrevió a denunciar, cuestionar y mucho menos sancionar, la parcial actuación de los dos Institutos Estatales que operaron y maniobraron, tanto en la etapa de campañas como en el manejo de resultados, para favorecer al partido gobernante en ambas entidades.
Pero de todos los consejeros que quedaron tan mal parados en estos comicios locales, el caso más notorio y lamentable de desgaste en su imagen y credibilidad, es el del consejero presidente Lorenzo Córdova Vianello. Al talentoso académico que llegó a presidir el último IFE en 2011, con una imagen fresca de intelectual de izquierda, del que salió después de su primera elección presidencial de 2012 con ciertas dudas y claroscuros en su actuación en aquellos comicios, para luego convertirse en el primer presidente del INE en 2014, cada vez le va quedando más chica la credibilidad y la confianza y más grande el traje de ser el árbitro imparcial y eficiente que le reclama el cargo.
No es casual que, en una clara alusión al empequeñecimiento de Córdova y del INE, cada vez se escuche con más frecuencia la expresión, entre nostalgia y reproche, “¡Cómo te extrañamos Woldenberg!”, que alude a la imagen del árbitro electoral imparcial, discreto pero enérgico, que hoy se percibe tan lejana del actual Consejo General del INE, de su presidente y sus integrantes.
Podría decirse que Lorenzo Córdova, con su reciente actuación en las elecciones estatales, no sólo traicionó, sino que mató y sepultó, en un doble parricidio metafórico, las herencias y enseñanzas de sus dos figuras paternas: la de su padre biológico, el destacado estudioso de la ciencia política, intelectual y activista de izquierda, Arnaldo Córdova; y la de su padre político, el ex presidente del IFE, hoy añorado árbitro electoral, José Woldenberg. A ninguna de esas dos influencias hace honor el consejero presidente, al que hoy se le ve encabezando a un instituto tan complaciente con el poder presidencial, tan omiso de su responsabilidad democrática e histórica, y tan ciego, tibio y agachado en su ejercicio de autoridad para frenar tentaciones de retroceso autoritario.
Si la actitud y la actuación del INE, y de su consejero presidente, en los últimos comicios locales se repite en el proceso electoral federal de 2018, hay muchas razones para preocuparse. En una contienda tan competida e intensa como la que se ve venir por la Presidencia, con un árbitro débil y omiso, que no goce de la plena confianza ciudadana, no sólo se repetirán los retrocesos, suciedades y arbitrariedades que vimos en las recientes campañas, sino que nos puede llevar, el 1 de julio del próximo año, a vivir otra noche larga y de fuerte tensión política. Y a un amanecer de incertidumbre y desconfianza el 2 de julio.
NOTAS INDISCRETAS… En el CEN del PRI aseguran que “nadie se mueve” y que Enrique Ochoa se siente seguro y tranquilo, por lo menos hasta que no reciba una llamada. Mientras, el dirigente sigue festejando que “ganamos dos de 4” y se prepara para organizar la Asamblea nacional. En todo caso, dicen sus cercanos, “si se va será a una buena posición de gabinete” ¿Será?... Y en donde tomaron nota de los tiempos de Ricardo Monreal es en varias oficinas importantes del PRD capitalino. Hay grupos y corrientes que no ven nada mal al jefe delegacional en Cuauhtémoc y sus comentarios de que “seré candidato con o sin Morena”. ¿Monreal, hijo pródigo y candidato de una alianza por la Ciudad en la que participen los perredistas?.. El nombre de Ana Bekoa, actriz de escultural cuerpo, desata tempestades y reclamos en el Olimpo… Se baten los dados. Otra Serpiente.