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Lo que se vio anoche, en el segundo debate de los candidatos del Estado de México, fue que, aunque las encuestas digan que son dos los “punteros” en la carrera por la gubernatura, Alfredo del Mazo y Delfina Gómez, en realidad la mayoría de los aspirantes, incluido el priísta, parecen muy preocupados por exhibir y frenar a la candidata de Morena, a quien llaman despectivamente “la maestrita”, como si, por encima de la poderosa estructura del PRI y el millonario gasto que acompaña a su candidato, las alarmas estuvieran prendidas en torno a un posible triunfo de Delfina y más que de ella, de quien impulsa y apadrina su candidatura: Andrés Manuel López Obrador.
Porque salvo Josefina Vázquez Mota, que ayer se jugó su resto con un cambio de estrategia, y prefirió ir esta vez sólo contra Del Mazo y ya no contra Delfina como lo hizo en el primer debate, el resto de los aspirantes parecieron enfocar sus baterías en la abanderada de Morena como “la candidata a vencer” en las últimas tres semanas que quedan a las campañas mexiquenses. Josefina mejoró su desempeño en relación al anterior debate, mostró más tablas y mejor estrategia, pero al final tuvo dos problemas: sus “golpes” contra Alfredo del Mazo no tuvieron ni la contundencia ni la efectividad, más allá de fotografías y portadas de diarios, y su forma de comunicar a la hora de dirigirse a la gente (“a ti que sufres, a ti que lloras, a ti que padeces”) le restó al final la fuerza que necesitaba mostrar para mandar el mensaje de que no se ha caído del todo y que sigue con vida en esta contienda. ¿Le alcanzará a Josefina con lo que mostró anoche para volver a la pelea en la punta de la que fue expulsada por las encuestas? Difícilmente.
Sobre Del Mazo, sin lograr romper con su principal problema: su acartonamiento y rigidez, que permanecen, mejoró en su comunicación con más gestos y mejor movimiento de manos. Se vio más acertado y menos errático a la hora de mencionar cifras y datos, y salvo el resbalón que tuvo a la hora de defender “los logros” del gobernador Eruviel Ávila en materia de salud —que le costó fuertes críticas de los otros contendientes sobre insensibilidad y desconocimiento de las condiciones en que operan los hospitales y clínicas de salud pública— logró posicionar bien su mensaje: soy el candidato del establishment y el que tiene más experiencia y mejor preparación para gobernar.
Pero aún en ese posicionamiento, el candidato del PRI dejó ver cierto nerviosismo en torno a su contrincante más cercana, Delfina Gómez. Una y otra vez la cuestionó “por su falta de preparación y experiencia”, una y otra vez la descalificó por su desconocimiento de los problemas del estado, y en varias ocasiones insistió en etiquetarla como “una amenaza para el futuro de nuestras familias”, en un claro intento por inocular el “miedo a lo desconocido” o a votar por un cambio que, en la típica visión priísta de “nosotros sí sabemos como hacerlo”, pudiera resultar un retroceso para los mexiquenses.
El otro candidato que aprovechó bien la noche y que pudiera considerarse el que mejor comunicó y conectó ayer con la teleaudiencia, fue sin duda Juan Zepeda, del PRD, que logró posicionar dos mensajes muy claros y precisos en este debate: el primero, “no voy a declinar” por nadie, lo que fue una respuesta dura y directa al “ultimátum” que hizo en la víspera Andrés Manuel López Obrador, y el segundo mensaje de Zepeda: “Soy el candidato que más está creciendo” y voy a meterme a la pelea por la gubernatura. “Voy por ti”, le dijo el perredista a Del Mazo, mientras le dedicaba algunas críticas a Delfina, y se autodefinía como el “caballo negro” de esta contienda que, si alcanza, dijo, puede ganar. ¿Será eso suficiente para que Zepeda se sacuda la sospecha de ser un candidato inventado, auspiciado y financiado desde los gobiernos federal y del Estado de México, para restarle votos a Morena y dividir el voto inconforme en la entidad del presidente Enrique Peña Nieto? Eso aún está por verse.
Y finalmente llegamos a la “maestrita” que se convirtió en la más aludida y golpeada de la noche, incluso por la candidata “independiente” Teresa Castell, que al atacar sólo a la candidata de Morena y no al del PRI enseñó literalmente el “código postal” que pone en duda su real independencia. Delfina Gómez ni mejoró ni empeoró. Se podría decir que se mantuvo. Tampoco dio el estirón que muchos esperan para una candidata que está desafiando a la poderosa estructura del PRI y al Grupo Atlacomulco. No, Delfina es sólo Delfina, una “maestrita”, como ella misma se autodefine, que se vistió y se maquilló para el debate como lo haría cualquier señora mexiquense de clase media baja, y que con algunas propuestas de programas con nombres rimbombantes, quiso reafirmar que sí es “una gente como tú”, pero que sí tiene la capacidad que le cuestionan sus detractores para gobernar, aun cuando sea bajo la sombra de López Obrador.
¿Ganadores del debate? Varios: Del Mazo y Delfina, que se mantienen y flotan en la punta sin convencer demasiado; Josefina, que mejora, pero no tiene la “gran noche” que necesitaba para revivir en la contienda; y Juan Zepeda que intenta trotar como “caballo negro” hacia la punta, pero sin quitarse aún del todo el freno misterioso y oficial que parece controlarlo.
sgarciasoto@hotmail.com