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Cuando en 2012 el entonces candidato a la Presidencia, Enrique Peña Nieto, defendía a Tomás Yarrington, entonces acusado por la DEA de haber recibido “sobornos” del Cártel del Golfo y Los Zetas, y acusaba “una campaña orquestada y bien planeada del gobierno (de Calderón) para desprestigiar al partido”, lo que el hoy Presidente estaba defendiendo era una sólida alianza político-económica entre la clase política de Tamaulipas, con el ex gobernador Yarrington como figura central, y la clase política mexiquense, originada en los tiempos de Arturo Montiel y consolidada y mantenida con Peña.
Yarrington trabó con Arturo Montiel un pacto cuando éste resulto electo abanderado del TUCOM, en agosto de 2005: apoyo financiero a las aspiraciones del mexiquense y para ello envió desde Tamaulipas a un operador de todas sus confianzas: Simón Villar, ex diputado federal y ex dirigente del PRI tamaulipeco, quien se convirtió desde entonces en el enlace entre el grupo de Tomás y los políticos mexiquenses. Villar, se decía, era el encargado de llevar los dineros desde el estado norteño hasta Toluca para la campaña de Montiel.
Pero cuando Montiel renunció a sus aspiraciones presidenciales, exhibida su fortuna, el nexo Tamaulipas-Edomex no se interrumpió; los apoyos financieros y políticos de Yarrington ya habían llegado también a la campaña del entonces candidato de PRI a la gubernatura, Enrique Peña Nieto, a quien se veía junto al ex gobernador tamaulipeco en recorridos registrados en fotografías que captaron esa cercanía. Los vínculos se reforzaron en la gubernatura peñista, tanto que el tamaulipeco Simón Villar, fue nombrado por Peña subsecretario de Gobernación. Y luego sería secretario de Educación con Eruviel Ávila, titular del Conafe en el gobierno federal y hoy es coordinador regional de la campaña de Alfredo del Mazo y, según dicen, encargado de armar y operar “grupos de choque”.
La relación Peña-Yarington ya existía al surgir los primeros señalamientos contra el ex gobernador tamaulipeco, a quien el entonces titular de la SIEDO, José Luis Santiago Vasconcelos, acusó en 2004 de ser parte de la “red de protección” del capo Osiel Cárdenas. Por eso, el ex gobernador, ya perseguido, buscó con insistencia ser postulado por el PRI a diputado federal. Es sabido que en 2006 Yarrington fue a ver a Manlio Fabio Beltrones, entonces líder de la CNOP, para pedirle encarecidamente que intercediera con Roberto Madrazo: “Por favor Manlio, dile a Roberto que yo no quiero fuero, lo necesito”, suplicaba el hoy preso en Italia.
Los nexos Yarrington-Peña seguirían en la campaña del actual Presidente y personajes como el diputado Baltazar Hinojosa, ex colaborador cercano de Tomás, se integrarían al grupo mexiquense con Luis Videgaray, además de los ex gobernadores Eugenio Hernández y Manuel Cavazos. Fue en esa época cuando, ante señalamientos de la DEA en febrero de 2012, el candidato Peña apoyaba a Yarrington y acusaba una “acción orquestada” contra su partido. Sólo meses después, en mayo de aquel año, cuando las acusaciones se recrudecieron en una Corte de Texas, que el coordinador de campaña, Videgaray, deslindó al candidato y declaró: “No vamos a defender a alguien que esté en esta inexplicable situación. Le pedimos al señor Yarrington que comparezca ante la justicia y que aclare lo que tenga que aclarar”.
Pero el deslinde fue mediático, porque la alianza de Yarrington con el grupo mexiquense que llegó a Los Pinos se mantuvo al grado que durante cuatro años, la PGR de Peña Nieto mantuvo “congelada” la orden de aprehensión librada desde agosto de 2012 por delitos contra la salud y lavado de dinero. El gobierno peñista nunca intentó capturar a su aliado político, que primero se escondía en un rancho en Soto La Marina, y luego se fugó al extranjero, a pesar de la orden de aprehensión que ya le habían librado en Estados Unidos acusado por la Corte federal del Sur de Texas, de importación y distribución de drogas, lavado de dinero y fraude bancario en aquel país.
Fue hasta noviembre de 2016, en medio de los escándalos de corrupción de Javier Duarte, que la PGR ofreció recompensa de 15 millones de pesos por la captura de Yarrington, que ya para entonces estaba escondido en la pequeña ciudad de Paola, en la región de Calabria, Italia, sede de uno de los clanes más poderosos de la mafia calabresa de la N’drangheta, considerada la más peligrosa del mundo y que, según la investigación de la periodista Cinthya Rodríguez, tiene pactos primero con El Cártel del Golfo y luego con Los Zetas para la importación de cocaína a toda Europa. Fue hasta que salió de Paola y tomó un tren a Roma y de ahí a Florencia, donde cenaba con un amigo polaco, que la Polizia italiana pudo detener a Yarrington.
Así que a Tomás siempre lo protegieron en su larga fuga dos grandes aliados, primero en México el gobierno de Enrique Peña Nieto, y después en Italia, la despiadada mafia calabresa.
sgarciasoto@hotmail.com