Más Información
Así fingió “El Guacho” su muerte para vivir en Estados Unidos; su esposa es hija de “El Mencho”, líder del CJNG
INE aprueba calendario y programa de trabajo para elección judicial; hay un retraso del 15% en actividades
Senado inicia discusión para aprobar reforma contra maltrato animal; Estado debe garantizar su cuidado y conservación
Diputados inician debate para crear supersecretaría de García Harfuch; prevén que dictamen se apruebe por unanimidad
Exceso de reformas erosiona legitimidad, afirma ministra Norma Piña; pide a universitarios pensamiento crítico
Cuando Alfredo del Mazo sintió que la candidatura del PRI al gobierno del Estado de México se le iba por segunda ocasión de las manos, decidió jugarse el todo por el todo. Y, brincándose las formas y las trancas, buscó directamente y sin cita a su primo el Presidente. Del Mazo Maza sentía en ese momento que él no sería el candidato porque el lunes 16 de enero había sido llamado a la oficina del dirigente nacional del PRI, Enrique Ochoa, quien le dijo, en una reunión de varias horas, que tenía que “estar preparado” si el Presidente decidía que él no era el “candidato adecuado” para la difícil elección mexiquense. Eso, en lenguaje priísta, fue el aviso de que, una vez más, su primo Enrique Peña Nieto podía hacerlo a un lado de la candidatura, igual que en 2011.
Era el 24 de enero pasado y Peña Nieto iba a viajar a Punta Cana para participar en la Cumbre de Estados Latinoamericanos y del Caribe. Todo estaba listo en el Hangar Presidencial, hacia donde se disponía a salir el Presidente desde Los Pinos cerca de las 14:00 horas, cuando le avisaron que el diputado Alfredo del Mazo pedía verlo con carácter urgente. Del Mazo llegó, agitado, antes del viaje programado para despegar pasadas las tres de la tarde. El Presidente y el diputado se encerraron, y ahí Alfredo se jugó sus últimas cartas.
Según refieren cercanos al ahora candidato, en esa reunión Del Mazo llevó encuestas para mostrarle al Presidente que él ganaba la elección del 4 de junio. “Déjame competir Presidente. Yo puedo ganar. Los números lo dicen”, habría dicho el diputado según la versión de sus colaboradores. El Presidente había tenido, antes de recibir a su primo, varias reuniones sobre el tema. En una de ellas el gobernador Eruviel Ávila le mostró encuestas que arrojaban que con tres aspirantes y ya sin alianza PAN-PRD, el PRI ganaba. Esos aspirantes eran Alfredo del Mazo, Ana Lilia Herrera y Carlos Iriarte.
Y aunque Eruviel le decía a Peña que con los tres ganaban, también le mostró porcentajes de opiniones negativas de los tres priístas y las de Del Mazo eran, con mucho, las más altas. En ese sentido, le iba mejor a Ana Lilia Herrera que, aunque salía por debajo de Del Mazo, tenía menos negativos. Con esos y otros argumentos, también esgrimidos por Luis Videgaray y por Enrique Ochoa, al Presidente lo habían casi convencido de que su primo no debía ser candidato porque, aunque era el mejor posicionado en las encuestas, también era el que podía ser más cuestionado y vulnerable, entre otras cosas por su parentesco, en una elección cerrada.
Con ese hándicap en contra llegó Del Mazo a la improvisada encerrona. Ante su primo insistió en que podía ganar y, mostrando sus encuestas, le recordó que en 2011 el mismo Peña le pidió dar paso libre a Eruviel. “Yo ganaba también entonces, pero usted me pidió disciplinarme por su proyecto y lo hice”, habría dicho el diputado, según las fuentes. “Ahora le demuestro que también puedo ganar, déjeme competir”, insistió hasta el último momento de la reunión, que se prolongó por más de dos horas. La salida para Santo Domingo, cuya hora se había pasado, fue cancelada y al filo de las 4 de la tarde la Secretaría de Relaciones Exteriores emitió un comunicado anunciando que Peña no iría a la Celac “por problemas en la agenda presidencial”.
Cuando salió de Los Pinos Del Mazo ya sabía que él sería el candidato, pero no dijo nada hasta que desde la oficina presidencial se avisara a Enrique Ochoa y a Eruviel Ávila. Eso ocurrió la tarde del 26 de enero. La renuncia intempestiva de Ana Lilia Herrera a la Secretaría de Educación estatal desató nerviosismo entre los priístas. Herrera fue citada de emergencia en el Palacio de Gobierno de Toluca y comenzaron a correr versiones de que, ante su licencia, sería ella la candidata.
Fue entonces que sonaron los teléfonos en Insurgentes Norte y Toluca para comunicar la decisión del “gran elector”: el candidato era Alfredo del Mazo. Y el mismo diputado, a las 4 con 34 de la tarde de aquel jueves, anunciaba en su Twitter: “Con emoción les comparto que solicité licencia como diputado, para buscar ser candidato del @PRI_EDOMEX al gobierno del #Edoméx”. Eruviel y Ana Lilia no tuvieron más remedio que meter reversa y ella, que estuvo a punto de regresar como senadora, aceptó volver a Educación.
Así fue como Alfredo del Mazo aseguró la candidatura a gobernar el estado que él considera debería quedarse en manos del grupo de siempre. En entrevista con EL UNIVERSAL, dijo que ese botín político no debe ser para Andrés Manuel López Obrador, pero sí para él, que es heredero del Grupo Atlacomulco y será el tercer Alfredo del Mazo que busca gobernar a los mexiquenses, tal como hizo su abuelo, Del Mazo Velez, en 1945 y su padre, Del Mazo González, en 1981. La gubernatura, parece decir el junior y primo del Presidente, es familiar y no se toca.
sgarciasoto@hotmail.com