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La guerra política entre Andrés Manuel López Obrador y Felipe Calderón, iniciada en la campaña presidencial de 2006 y que se ha mantenido latente, se reactivó ayer con el inicio del tercer enfrentamiento directo entre los dos políticos que en la última década polarizaron y dividieron fuertemente a la sociedad mexicana. Del “peligro para México” al “presidente ilegítimo”, pasando por las denuncias de fraude, las acusaciones de desestabilización (“al diablo las instituciones”) y los “pactos secretos” con otros adversarios para cerrarse el paso, la confrontación entre AMLO y Calderón se perfila para una reedición en 2018 que puede resultar decisiva para uno de los dos personajes.
En la historia política reciente del país, pocos pleitos tan vigentes e intensos. Y ayer, tras el relanzamiento de la precandidatura de Margarita Zavala y el papel activo que Felipe Calderón juega en la estrategia de su esposa, se reavivó el enfrentamiento cuando López Obrador cuestionó en redes sociales el anuncio del ex presidente de donar sus 200 mil pesos mensuales de pensión, pero no renunciar a la protección de guardias del Estado Mayor, asistentes y vehículos, que en conjunto, según una gráfica que subió el tabasqueño a Twitter, le cuestan a los mexicanos 54 millones de pesos al año, en contraste con 24 millones que se le pagan al ex presidente de Estados Unidos George W. Bush o los 10 millones que los chilenos pagan anualmente a su ex mandatario Sebastián Piñeira.
La frase sarcástica de Andrés Manuel, de que “esas pensiones no las tiene ni Obama”, molestó sobremanera a Calderón, que salió a responderle fuerte en entrevistas radiofónicas. “(López Obrador) es un mezquino, porque está lleno de odio, porque no puede superar que le gané hace más de 10 años”, dijo el ex presidente, que también llamó “mentiroso e hipócrita” al dirigente de Morena, al que le preguntó: “¿de qué ha vivido todos estos años específicamente? ¿De qué vivió él hasta 2006? Jamás nos ha dicho a los mexicanos de dónde sacó ese dinero, que él no tiene manera de probar el origen lícito de su dinero”.
Así que los adjetivos, las acusaciones y las descalificaciones mutuas han vuelto entre López Obrador y Calderón. Y como en 2006 y de nueva cuenta en 2012, seguramente volverán también entre los seguidores de ambos, especialmente entre los fanáticos de ambos lados, que revivirán las secuelas de una polarización y un odio político que nunca se fue del todo y que ha seguido latente en los últimos 10 años. La única diferencia ahora es que, en medio del pleito entre el ex presidente panista y el ahora líder de Morena, estará la figura de Margarita Zavala, con quien Andrés Manuel evita debatir directamente y la descalifica sólo como “la señora esposa de Calderón” porque sabe que detrás de la que es hasta ahora su más cercana contendiente está la figura del adversario político que en 2006 lo etiquetó como “un peligro para México” y le ganó después (“haiga sido como haiga sido”) la Presidencia, con 0.56% de los votos en la elección presidencial más cerrada y cuestionada en la historia democrática del país.
López Obrador no se va a pelear con Margarita, pero sí lo hará con Calderón, que en 2012 volvió a cerrarle el paso, esa vez desde Los Pinos, con un “pacto secreto” con el hoy presidente Enrique Peña Nieto, al que apoyó para que consolidara su ventaja y cancelará cualquier posibilidad al tabasqueño, sacrificando incluso a la candidata del PAN, la hoy revivida Josefina Vázquez Mota, y mandando al panismo al tercer lugar de la votación nacional. Ese es el tamaño del encono y los agravios que existen entre los dos personajes que ayer revivieron su confrontación. Y si Margarita Zavala logra imponerse como candidata en Acción Nacional, algo que aún está por verse, en la campaña de 2018 la batalla AMLO-Calderón volverá a marcar la contienda presidencial, con toda su estela de división, polarización y tensión social y política para los mexicanos.
NOTAS INDISCRETAS… El secretario de Gobernación, Miguel Osorio, llegó ayer a Veracruz para darle una cubetada de realidad al gobierno mediático de Miguel Angel Yunes. La cifra de 129 ejecuciones en el estado durante febrero fue la confirmación de que a Yunes, dedicado en los tres meses desde que asumió el cargo a entretener a los veracruzanos con el show de la corrupción de Javier Duarte, perdió el control de la seguridad y violencia que, aunque heredada, había prometido contener. Por eso el anuncio de Osorio sobre la llegada de la Gendarmería al corredor Córdoba-Orizaba, donde se concentran el mayor número de asesinatos, y a otras regiones en el norte del estado, como Poza Rica, que vive una ola de secuestros y violencia, mientras la Marina seguirá en el Puerto de Veracruz; fue sí un apoyo, pero también un golpe de realidad para Yunes. A ver si ya deja el show y se pone a trabajar… Giran los dados. Escalera y subimos.
sgarciasoto@hotmail.com