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El inédito rechazo de Cuba a un ex presidente de México para ingresar a su país es un duro revés diplomático de la isla, en momentos en que México necesita apoyo y solidaridad de naciones amigas ante la hostilidad de la política de Donald Trump. Pero en la determinación soberana del gobierno de Raúl Castro, de negarle la entrada a su país al ex presidente Felipe Calderón (que desató molestia a nivel diplomático y rasgamiento de vestiduras en el PAN) también está la hostil y fría política exterior mexicana hacia la isla durante los dos gobiernos panistas y un reacercamiento no muy exitoso en la administración priísta de Peña Nieto.
Cuba lleva 17 años de un alejamiento político y diplomático con México que tuvo su peor momento en la crisis de relaciones con el gobierno de Fox, que vivió un intento de “cicatrización” que no cuajó con Calderón y que, aunque tendió a normalizarse con Enrique Peña Nieto, no ha recuperado el nivel de cercanía y confianza que hubo entre los dos países en las épocas de Fidel Castro y del PRI, en las cuatro décadas antes del arribo del PAN a la Presidencia.
¿Se justifica por eso un gesto ofensivo como el de la administración de Raúl Castro en contra, no de Felipe Calderón como ciudadano, sino de un ex presidente mexicano invitado a un evento en La Habana? Los diplomáticos dirán que no y que la acción es un error grave del gobierno cubano; la vox populi en redes sociales lo tomará a chacota, como hacían ayer en las redes sociales, donde se mofaban del ex presidente y su gusto por el ron isleño; mientras el gobierno cubano esgrimirá sus razones, que tienen que ver con su visión de intromisión en asuntos políticos internos.
Negar el acceso de un invitado internacional a un evento político es propio de un régimen dictatorial y cerrado; pero habría que revisar los antecedentes de la relación y la posición de Felipe Calderón como presidente en temas de libertad política y democrática en la isla. Desde la Presidencia Calderón impulsó la ideología panista que ve en la Cuba de los Castro a una sociedad “reprimida y coartada en sus derechos políticos” y apoyó el financiamiento y la relación desde la embajada mexicana, a cargo del fallecido panista Gabriel Jiménez Remus, de grupos de la disidencia cubana.
En su único viaje a la isla como presidente, en abril de 2012, antes de dejar la Presidencia, Calderón intentó terminar la “cicatrización” en las relaciones, tras la tensión que heredó del foxismo, pero lo hizo con un doble mensaje para el gobierno de Raúl Castro. Por un lado, llegó a La Habana con un discurso que condenó el embargo estadunidense, pero por otro incluyó en su agenda una reunión con líderes de la disidencia cubana que fue tajantemente rechazada por el gobierno castrista. En vez de esa reunión, al presidente de México le ofrecieron un encuentro con el cardenal de La Habana, Jaime Ortega.
Aquel desencuentro confirmó que no había la confianza de ninguno de los dos gobiernos en el otro y que el intento de normalización de Calderón había fracasado. Ese es el antecedente del incidente diplomático de ayer, en el que al ex presidente, invitado por familiares del fallecido Osvaldo Payá a la entrega de un premio en su nombre, le negaron la entrada a territorio cubano y ni siquiera pudo abordar el avión de Aeroméxico en que viajaría. Felipe Calderón, como ciudadano mexicano y político de derecha es libre de tener sus posiciones sobre la falta de libertades políticas y la violación de derechos de los disidentes en Cuba, pero en su calidad de ex presidente de México, el gobierno cubano no quiso recibirlo en su territorio en un tema que para ellos es de política interna. La cicatriz entre la isla y los panistas sigue abierta.
NOTAS INDISCRETAS… Luis Videgaray llega hoy a San Lázaro en comparecencia y encontrará a los diputados molestos por su “descuido y desatención” hacia ellos. Y es que los líderes de las fracciones se quejan de que a finales de enero, en reunión en Los Pinos, el presidente Peña Nieto pidió a los coordinadores “cerrar filas y apoyar” en la negociación con Estados Unidos, y a cambio Peña se comprometió a que Videgaray buscaría a los líderes de San Lázaro “para diseñar y delinear juntos la estrategia y el plan de acción”. El canciller nunca se comunicó con los diputados y ni siquiera les tomaba llamadas. Por eso en San Lázaro se sintieron “engañados y maltratados” y citaron a comparecer al canciller, al que hoy reciben con cajas destempladas y cuchillos afilados… También ayer en San Lázaro comenzó el proceso para elegir tres nuevos consejeros del INE con la creación del Comité Técnico que recibirá solicitudes de aspirantes a suplir a Javier Santiago, Arturo Sánchez y Beatriz Galindo que concluyen en abril. Para estar a tono con los escándalos por altos sueldos, privilegios y prestaciones de los consejeros electorales, la convocatoria bien podría decir: “¿Busca un trabajo que lo haga rico de la noche a la mañana? ¿Quiere jugosos bonos navideños, aguinaldo generoso, auto de lujo, teléfono gratis, asesores y secretarias a su gusto? ¡El trabajo de consejero electoral es para usted! Requisitos: mínima experiencia e, indispensable, buenos amigos diputados y en los partidos”… Los dados mandan Escalera doble. Mejora el tiro.
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