En el cuarto día de protestas por los aumentos a los precios de las gasolinas, la respuesta del presidente Enrique Peña Nieto, lejos de tranquilizar y serenar los ánimos de una sociedad indignada y enardecida contra la corrupción y contra sus políticas de gobierno, pareció atizar el fuego de las movilizaciones sociales en todo el país. Ayer, además de caos por marchas, paros de transporte y bloqueos carreteros, dichas movilizaciones se tornaron violentas ante el saqueo y cierre de 70 tiendas, supermercados y establecimientos comerciales y el cierre de 179. El nombramiento y resurrección de Luis Videgaray como canciller tampoco calmó a los mercados, y el peso volvió a caer tras el anuncio presidencial, alcanzando los 21.75 pesos por dólar.
Y es que el mensaje de Peña Nieto, a su regreso de vacaciones, pareció completamente improvisado y carente no sólo de una explicación clara y convincente, sino también de sensibilidad ante la ira y el enorme impacto que el “gasolinazo” está teniendo en los precios y en el ánimo de los mexicanos. De hecho, mientras decía que la decisión de su gobierno era “dolorosa, pero responsable” y “difícil de tomar”, el Presidente se daba tiempo para mostrarse contento y sonriente por el regreso de su amigo y consejero Luis Videgaray, a quien colmaba de abrazos y palmadas en la espalda, al mismo tiempo que les deseaba “feliz año” a los enardecidos mexicanos.
Peña no parecía entender, ni por su discurso ni por su comunicación corporal, la gravedad de las movilizaciones históricas que se están registrando prácticamente en toda la República. No supo o al menos no lo registró en sus palabras, que la molestia y la ira que se asoma en estas protestas civiles ya rebasó incluso el tema del aumento de las gasolinas, que terminó siendo sólo el catalizador para que aflorara un hartazgo y un enorme rechazo social a las promesas de bienestar incumplidas por su gobierno y sus reformas, a la par de un grito unánime contra la corrupción y los privilegios de la clase política. ¿Acaso nadie le ha dicho al Presidente que además de gritar “¡no al gasolinazo!”, en las calles también resuena al mismo tiempo el grito de “!fuera Peña!”?
Porque el esperado mensaje de ayer no cumplió para nada las expectativas ante el nivel de caos y furia social con que comenzó el año, que hacían esperar un mensaje contundente del Presidente y, para los más optimistas hasta un recule gubernamental en el gasolinazo. Pero ese mensaje nunca llegó. Sólo lugares comunes, explicaciones generales y la reiterada petición de “comprensión” a una sociedad cansada de escuchar que tiene que “apretarse el cinturón” y pagar los costos económicos por supuestos “factores externos”, corrupción, saqueo y decisiones equivocadas de sus gobernantes, que siguen viviendo en el privilegio y la opulencia.
En lugar de eso, la prioridad de Peña Nieto fue anunciar, gustoso, el rescate político de su “hombre fuerte” a quien, sin importarle el nivel de rechazo que le generó el error histórico de haber planeado y organizado la repudiada visita de Donald Trump a México durante su campaña, ahora lo nombra canciller, sin ninguna experiencia diplomática —“yo no soy diplomático, vengo a aprender”— y con la única ventaja aparente de su gran cercanía e influencia en Los Pinos, además del objetivo claro de complacer al próximo presidente de Estados Unidos.
Porque no queda claro si Videgaray es el canciller que le conviene a México y a sus intereses o el que más se acomoda a Trump. Si el ex secretario de Hacienda que dejó las finanzas públicas en un máximo nivel de endeudamiento —bajo amenazas de las calificadoras internacionales y obligó a su antecesor Meade a hacer recortes drásticos al gasto— y que además instrumentó la reforma fiscal que liberalizó los precios de las gasolinas a la par que aumentó hasta 40% el impuesto que nos cobra el gobierno por litro de combustible, repite ahora su actuación como inexperto canciller y termina cediendo a los caprichos de Trump en una renegociación del TLC, Videgaray y su polémico regreso terminarán sellando el entierro político de Peña Nieto.
NOTAS INDISCRETAS… En el escenario de caos e ingobernabilidad que se está generando con los saqueos, rumores y bloqueos, hay dos versiones encontradas. Por un lado, ayer el secretario de Gobernación, Miguel Osorio, aseguró que dio “instrucciones a la Policía Federal para apoyar a los estados” en el restablecimiento del orden, pero por otro varios gobernadores consultados por esta columna afirman que lo que recibieron fueron llamadas del gobierno federal para exigirles que sean ellos, con sus policías locales, quienes actúen y retiren los bloqueos y eviten saqueos. Lo que sí está confirmado es que el Ejército, desde sus cúpulas, advirtió que no van a intervenir para frenar los disturbios. ¿Quién gobierna entonces en el caos?... Los dados vuelven recargados. Primer Serpiente de 2017. Tiro de furia.
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