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Lo primero que hay que decir del único cambio —uno solo— anunciado ayer por el presidente, con sus necesarios reacomodos, es que fue obligado y orillado por las circunstancias. La crisis que le abrió a su gobierno la torpe invitación a Donald Trump llevó a Peña Nieto a sacrificar, con gran dolor, a su adorado Luis Videgaray y con esa decisión —equivalente a amputarse el brazo derecho— los demás enroques se hicieron inevitables. Fue más un sacrificio obligado de Peña, aunque no por ello menos trascendente, que una decisión de cambio de rumbo o golpe de timón; eso no ocurrirá a partir de un solo movimiento de piezas, por más que en términos ajedrecísticos la renuncia de Videgaray sea comparable al espectacular “sacrificio de dama”.
Tanto le dolió a Peña Nieto perder a su “hombre fuerte” —al que en su propio gabinete llamaban “su conciencia”— que despidió con aplausos y elogios a uno de los secretarios de Hacienda más brillantes, pero también más rechazados por los sectores económicos y los contribuyentes en los últimos tiempos, y una vez consumado el “sacrificio”, el mismo presidente fue a Zacatecas y asumió la responsabilidad de sus errores y decisiones, eximiendo de culpa al “ángel caído” de Los Pinos. “Las decisiones en el orden político a veces también están sujetas a enorme polémica, pero me sostengo en lo que siempre he dicho, sólo las he tomado pensando en México y en el futuro que tendrá”, dijo Peña en reconocimiento tácito de que la criticada visita de Trump estuvo detrás de sus movimientos en el gabinete.
El mea culpa de Peña explica claramente el sentido del cambio y sus enroques. Videgaray se va, pero no del todo, porque en su lugar queda su amigo y compañero de grupo José Antonio Meade, que con toda su experiencia y trayectoria, pero también su amistad, dará continuidad a la misma política económica y recaudatoria de su antecesor. Es pues un cambio para que nada cambie y la sombra del poderoso ex secretario seguirá gravitando en el manejo financiero y político de esta administración.
Y si el apego a Videgaray se hacía evidente en gestos, aplausos y abrazos, el desapego (casi desprecio) a Miguel Osorio Chong también se registraba en las imágenes y en la dureza de gestos, miradas y menciones que le dedicaba el presidente. Al secretario de Gobernación que, para dolor del “renunciado” y de su grupo, sigue siendo el priísta mejor posicionado en las encuestas, se le negó la posibilidad de crecer en la carrera presidencial y, como si cuatro años de sacrificio y lealtad de Osorio al frente de la dependencia más problemática y desgastante no importaran frente a la “eficiencia recaudatoria” y demás virtudes de Videgaray, al hidalguense se le confina a seguir al frente de Gobernación y se le niega una mejor plataforma política como la Sedesol.
Peña prefirió, otra vez, la cercanía e incondicionalidad por encima de la capacidad o experiencia, algo que por lo demás será el sello de su sexenio. Al mandar a la Secretaría de Desarrollo Social a su amigo más cercano, Luis Miranda Nava, el presidente no sólo crece a un subsecretario que tampoco mostró gran eficiencia en su trabajo en Gobernación y que más bien fue el responsable directo del crecimiento y fortalecimiento de la CNTE, a la que una y otra vez, lo mismo en 2013 que en las recientes negociaciones, les dio cuánto pidieron a cambio de nada; con esa decisión también Peña Nieto confirma la soledad en que se encuentra al llegar apenas a su cuarto año de gobierno y, lejos de abrir o reorientar su gobierno, lo encierra cada vez más en un cerrado círculo de amigos e incondicionales.
Así, tras los anuncios ayer desde Los Pinos, tenemos a un presidente que salva a sus amigos y se culpabiliza a sí mismo de todos los yerros de sus colaboradores, algo que explica su marcada soledad, su enorme desgaste y su mínima aceptación y popularidad entre sus gobernados. A un ex secretario de Hacienda que, aunque fuera del gabinete, seguirá teniendo influencia y gravitará en la política económica y en la política presidencial; a un secretario de Gobernación que, a pesar de que todos en el gabinete se unen contra él —ya se habla del “Tucochong” o “Todos unidos contra Chong— sigue creciendo en las encuestas y es el aspirante priísta mejor posicionado y casi en empate con Zavala y López Obrador; y a un gobierno que, aún con los cambios obligados y de sacrificio, parece a la deriva cuando todavía le quedan dos años y cuyo único rumbo parece dirigido a perder el poder en el 2018.
NOTAS INDISCRETAS… Confirmado: Manlio Fabio Beltrones sí estuvo ayer en Los Pinos. Se reunió con el presidente antes de que se anunciaran los cambios, se le propuso ocupar una posición del gabinete —se dice que fue la Sedesol— algo que no aceptó, pero se confirmó la buena relación política y personal entre el sonorense y Peña Nieto… Los dados se lucen. Escalera doble.
sgarciasoto@hotmail.com