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La hipocresía y doble moral de la sociedad mexicana en temas como los derechos de los homosexuales y su pleno reconocimiento legal es la misma que muestran los senadores y diputados del PRI. Porque mientras ayer en su plenaria los senadores priístas dedicaban un minuto de aplausos en memoria de Juan Gabriel, al mismo tiempo su coordinador, Emilio Gamboa Patrón, confirmaba que, por motivos políticos —miedo a la Iglesia católica y grupos conservadores que la rechazan— las bancadas priístas en el Congreso frenarán la iniciativa de reforma constitucional que reconoce el matrimonio como derecho de los homosexuales.
“No está ahorita en la agenda del PRI”, dijo ayer el coordinador de la bancada del PRI, Emilio Gamboa, secundado por varios de sus senadores que con sus declaraciones sepultaban la iniciativa presidencial sobre el matrimonio gay que, decían, “nunca fue prioridad”.
¿Por qué entonces los senadores priístas, acompañados por el secretario de Gobernación, Miguel Osorio, y el gobernador mexiquense, Eruviel Ávila, homenajean y lamentan la muerte de Juan Gabriel y mandan a la congeladora legislativa una iniciativa de su jefe político el presidente Enrique Peña Nieto? ¿No saben acaso los priístas que el cantante al que le reconocen su genio y talento era homosexual? ¿Que vivió siempre ocultando su vida privada y sentimental ante el temor y amenazas de chantaje y que, antes de triunfar también padeció y sufrió discriminación, burlas y el rechazo de la homofobia que caracteriza a buena parte de la sociedad mexicana?
Por supuesto que lo saben; porque si bien Juan Gabriel, llamado en vida Alberto Aguilera Valadez, nunca se declaró abiertamente homosexual —algo que por lo demás no era permitido ni aceptado en su generación— tampoco nunca negó serlo, ni necesitaba negarlo. El artista ante el que se rindieron millones de mexicanos e hispanos que lo idolatraban y aplaudían, tal como ayer hicieron los senadores del PRI, sabía muy bien que su preferencia sexual y su vida privada, nunca pusieron en duda su talento y su genio.
Los congresistas del PRI son tan cobardes que les bastó un manotazo de los obispos y cardenales (que llamaron a votar en su contra en las elecciones estatales de junio) para acobardarse y doblarse ante el poder de las sotanas. Se parecen los señores priístas —y su Presidente que no defiende una ley que él envió al Congreso— a los supuestos “machos” mexicanos que, con sombrero, bigotes y botas, acudían a los conciertos y palenques donde se presentaba Juan Gabriel. Por un par de horas, aquellos “machos” hacían a un lado su “hombría” y cantaban, bailaban y se contoneaban al ritmo de las coreografías de Juanga, mientras joteaban fascinados.
Al final mexicanos, los congresistas del PRI no sólo se muestran débiles ante el embate conservador de la Iglesia e incongruentes con la laicidad a que los obliga la ley, sino también homofóbicos. Como una cuarta parte de la población mexicana que estaría de acuerdo en penalizar las muestras públicas de homosexualidad, según la Encuesta sobre Derechos Humanos, Discriminación y Grupos Vulnerables realizada por el Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM. Tres de cada 10 mexicanos, según la misma encuesta, no tolerarían que un hijo suyo se declarara homosexual ni aceptarían vivir con uno en su casa, y menos de 3 de cada 10 están a favor del matrimonio gay.
Ese es el nivel de homofobia que aún prevalece en la sociedad mexicana, la misma que hoy llora y lamenta la muerte de un artista que, con su personalidad, sensibilidad y sus canciones era, él mismo, un homenaje a la homosexualidad. Y ese es también el nivel de hipocresía, incongruencia y cobardía de los priístas.
NOTAS INDISCRETAS… A propósito de Emilio Gamboa, la propuesta de darle al senador del PVEM, Pablo Escudero, la presidencia de la Mesa Directiva fue totalmente suya. Se lo planteó a los senadores de su partido en Ixtapan de la Sal y el argumento que utilizó para que lo apoyaran fue el trabajo de Escudero en la defensa y operación de las leyes anticorrupción y la cuestionada 3de3. Nada que ver, dicen los priístas con un guiño a su compadre Manlio Fabio Beltrones, quien por cierto regresa al país este jueves después de un largo viaje por el extranjero... Sobre la polémica que despertó ayer la columna de Nicolás Alvarado, director de TV UNAM, con sus críticas y ataques a Juan Gabriel, sólo dos cosas: una, que hasta el ex rector José Narro la consideró “intolerante” y dos, que a algunos que nacen y crecen en pañales de seda les da por adoptar un aire de superioridad que los hace ver inferiores, “nacos” e “iletrados” a todos los que no tuvieron ese origen privilegiado… Los dados repiten Serpiente. Falla el tiro.
sgarciasoto@hotmail.com