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Cuándo se trata de analizar números y porcentajes, el secretario de Educación, Aurelio Nuño, puede ser muy flexible. Por ejemplo, si más de un millón 300 mil niños en el país no pudieron iniciar ayer el ciclo escolar por el paro de la CNTE —unos 480 mil en Oaxaca, 10 mil en Michoacán y 810 mil en Chiapas— la cifra no es importante y, en su balance, el secretario sólo dirá que “casi el 100% de escuelas” reiniciaron ayer clases, minimizando a ese 1.3 millones de niños. Pero si se trata de valorar las cinco medallas que obtuvo una delegación olímpica mexicana en Río de Janeiro formada por 126 atletas —algo así como una medalla por cada 25 atletas—, entonces el resultado es “consistente con el promedio” de medallas que siempre obtiene nuestro país en Olimpiadas y no amerita pensar en la renuncia del titular de la Conade, Alfredo Castillo.
Así, la realidad se acomoda a los intereses y conveniencias del señor secretario. Más de un millón de niños sin clases no significan gran cosa, con tal de mandar el mensaje de que no afectó tanto el paro de la Coordinadora magisterial; pero cinco medallas son un resultado “promedio” aceptable para el funcionario, cuando no dejan de ser un resultado raquítico —aunque a todos nos den gusto y orgullo— y un fracaso para un presupuesto destinado este año al deporte, vía la Conade, de dos mil 800 millones.
Ese ha sido el problema de Aurelio Nuño desde que fue jefe de la Oficina de la Presidencia y lo sigue siendo en su desgastada posición como titular de la SEP: su soberbia y carencia de autocrítica no le permite ver que la realidad es como es —sobre todo al evaluar un problema— y no como él quiere que sea. Eso le sucedió cuando, en las horas y días posteriores al 26 de septiembre de 2014 le dijo al presidente Peña Nieto que no tenía de que preocuparse, que el problema de la desaparición de 43 normalistas de Ayotzinapa a manos de la policía y el narco en Iguala era “sólo un problema local” y que “allá se va a hacer cargo el gobernador”. Casi tres años después el Presidente paga, y seguirá pagando de por vida, el costo de un problema que nunca fue “local” y, gracias a la torpeza política de Nuño, se volvió internacional.
Lo mismo le volvió a pasar al secretario cuando, envalentonado con el apoyo incondicional del Presidente, quiso imponer a sangre y fuego la reforma educativa a la disidencia magisterial y le recomendó al Presidente aplicar la “mano dura”, correr a los maestros, descontarles sueldos y encarcelar a los líderes porque con eso “acabamos con la Coordinadora”. Hoy no sólo no acabó con la CNTE, sino que la volvió más fuerte que nunca; los maestros que corrió fueron devueltos a sus plazas por Gobernación; los sueldos que dejó de pagar ya se pagaron íntegros y los líderes que ordenó encarcelar hoy están libres, sujetos a proceso, pero fortalecidos y en pie de lucha.
Eso por no mencionar la infiltración de la guerrilla y de los grupos subversivos en el movimiento magisterial, que se vieron actuando claramente en Nochixtlán y sus 9 muertos, cuando el mismo Aurelio Nuño les dijo en tono de burla a directivos de áreas de inteligencia de Sedena y el Cisen que lo alertaron sobre la presencia de grupos subversivos en el país —en una junta efectuada a mediados de 2014 en Los Pinos— que “en México ya no hay guerrilla, esos es cosa de los 70.”
Ayer, cuando le preguntaron en el noticiero Despierta de Carlos Loret si iba a pedirle su renuncia a Alfredo Castillo, luego de los magros resultados obtenidos por el deporte olímpico mexicano en Río de Janeiro, el secretario de Educación, que es al final el responsable jerárquico de la política deportiva, le volvió a dar su respaldo al polémico titular de la Conade: “Más allá del ambiente y diversas polémicas, el resultado de nuestro país es consistente con lo que ha tenido en las últimas cinco olimpiadas: el promedio de medallas es de cinco, exactamente las que se obtuvieron”, dijo eximiendo de cualquier responsabilidad a Castillo.
El respaldo incondicional de Nuño a Castillo no es nuevo. Ya antes, en noviembre de 2015, cuando su subalterno provocó un pleito de cantina con las federaciones y los Comités Olímpicos mexicano e internacional, que estuvo a punto de costarnos la asistencia a Río, el secretario le dio todo su apoyo: “El titular de la Conade, Alfredo Castillo, tiene mi respaldo… Por supuesto que tiene mis instrucciones de seguir avanzando”, dijo entonces el titular de la SEP. Y otra vez la realidad y su soberbia lo traicionaron: Castillo no avanzó, se peleó con todos en las olimpiadas, se paseó cínicamente con su novia y terminamos con dos medallas menos que en Londres. Y aún así lo respalda el secretario.
sgarciasoto@hotmail.com