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A diferencia de la tibia reacción que tuvieron con la revelación de la Casa Blanca de Angélica Rivera, el 9 de noviembre de 2014, ayer la Presidencia de la República reaccionó de inmediato a la noticia del diario The Guardian sobre el uso por la esposa del presidente Peña Nieto, de un departamento en Miami, valuado en 2.5 millones de dólares, del empresario Ricardo Pierdant, a quien el diario británico calificó como “potencial” contratista del gobierno mexicano, interesado en el tema de puertos marítimos y trenes en el país.
El mismo vocero de la Presidencia, Eduardo Sánchez, que en noviembre de 2014 —tras la publicación del reportaje de Aristegui sobre la lujosa residencia en Las Lomas— decía que la casa era propiedad de la señora Rivera y ofrecía que ella daría mayores aclaraciones a su regreso de China —donde se hallaba de viaje con el Presidente—, ayer habló a nombre del “gobierno de la República” y aclaró que Pierdant no es contratista federal. “El señor Pierdant no ha celebrado contratos con el gobierno de la República, ni participa en ningún concurso en proceso”, dijo el vocero presidencial, quien cuestionó a The Guardian por publicar “una especulación a todas luces dolosa” y de “orientar a sus reporteros a predecir el futuro, más que a confirmar la veracidad de la información”.
¿Qué cambió entre la publicación de la Casa Blanca y el departamento de lujo en Miami? Todo. Del equivocado tratamiento que le dieron a la mansión de Las Lomas, cuando intentaron presentar a la señora Rivera de Peña Nieto como única propietaria del lujoso inmueble que supuestamente compró a Grupo Higa —ese sí contratista favorito del gobierno— con la solvencia que le dio su trabajo como actriz de telenovelas, al tratamiento de un “asunto de seguridad” que ahora dieron al exclusivo departamento que usaría la esposa del Presidente, hay un viraje radical de la Presidencia de la República, en el tratamiento de una información que cuestiona no sólo a la señora sino al Presidente mismo y a su familia.
Lamentablemente, el cambio es sólo en la forma, porque en el fondo del asunto, que es lo que realmente importa a los mexicanos, el vocero presidencial no aclara ni explica cómo es que la señora Rivera, con sólo su trabajo de actriz de telenovelas, fue capaz en unos cuantos años de amasar una fortuna que le permitió comprarse dos departamentos de lujo en Miami, valuados en conjunto en más de 5 millones de dólares. Un departamento es el que ella misma reconoció haber comprado en 2005, con un crédito a nombre de una empresa ficticia, pero que liquidó en 2011 cuando ya como esposa de Peña Nieto pagó 1.3 millones de dólares de golpe; y el otro departamento, que sería una segunda propiedad, a nombre de Angélica Rivera que es la revelada ayer por The Guardian. Ambos departamentos están en la exclusiva zona de Key Vizcayne.
Si a eso se suma la versión —que ella misma dio por instrucciones del Presidente el 18 de noviembre del 2014— cuando dijo que la Casa Blanca, valuada en 86 millones de pesos (7 millones de dólares) la había adquirido con el producto de su trabajo de 25 años como actriz de telenovelas exitosas (durante los cuales dijo haber recibido sueldos estratosféricos de la empresa Televisa que tan sólo en 2010 le pagó 88 millones de pesos, con motivo de la liquidación de su contrato de exclusividad, además de regalarle una residencia en Las Lomas), la pretendida solvencia económica de Angélica Rivera se vuelve más bien una enorme fortuna que le dio para convertirse en acaudalada propietaria en unos cuántos años y justo después de contraer matrimonio con el entonces gobernador del Estado de México y hoy Presidente.
Eso es lo que no se explicó ayer y que tal vez tampoco vayan a explicar. Hay cosas que, de tan evidentes, se vuelven inexplicables.
NOTAS INDISCRETAS… Ayer fue día de comparecencias. En un mismo día, pero en distintos escenarios, compareció ante la Fiscalía de Veracruz, Miguel Ángel Yunes, por la denuncia por presunto enriquecimiento ilícito. Al mismo tiempo Duarte comparecía ante los medios, y decía en entrevista radiofónica que no pediría licencia y que no estaba seguro de asistir a la ceremonia de entrega de poderes en su estado. Y, contra todos los pronósticos, el que sí se presentó en el juzgado en el proceso por apoyos ilegales a la empresa automotriz Kia, fue Rodrigo Medina, el ex gobernador de Nuevo León, que sorprendió al pedir que se le finquen ya acusaciones formales sobre ese proceso, del que dijo sentirse tranquilo ¿Le cree a alguno de los tres?... Los dados mandan Escalera doble. Mejora el tiro.
sgarciasoto@hotmail.com