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En los últimos seis sexenios todos los secretarios de Gobernación que aspiraron a la sucesión presidencial terminaron relegados o despedidos y el único que salió del despacho de Bucareli para obtener la candidatura presidencial del PRI, Francisco Labastida, acabó derrotado en las urnas en el año 2000, siendo el primer priísta en perder la Presidencia de la República. En la lista de los titulares de la Segob que quisieron y no pudieron ser se encuentran Mario Moya Palencia, en el sexenio echeverrista; Manuel Bartlett, con Miguel de la Madrid; Fernando Gutiérrez Barrios, durante el salinato; Emilio Chuayffet Chemor, con Ernesto Zedillo, y Santiago Creel Miranda en el gobierno de Fox.
Los últimos secretarios de Gobernación que salieron de ese despacho para ser candidatos y luego presidentes fueron Gustavo Díaz Ordaz, designado por el presidente López Mateos, y Luis Echeverría Álvarez, designado por Díaz Ordaz. A partir de la sucesión echeverrista, el Palacio de Covián se convirtió en una oficina “maldita” para cualquier aspirante presidencial. Desde ahí lo intentó Moya Palencia, que a pesar de ser visto como “el favorito”, fue desplazado y relegado por el entonces secretario de Hacienda, José López Portillo, en 1975. Después Manuel Bartlett buscó infructuosamente desde Bucareli, en 1987, la nominación priísta que perdió con Carlos Salinas; cinco años después, en 1993, el poderoso secretario de Gobernación, Fernando Gutiérrez Barrios, fue despedido ignominiosamente por Salinas cuando su nombre comenzó a sonar como presidenciable. José Córdova Montoya y Patricio Chirinos operaron su destitución por ser visto como “jefe de la vieja guardia” y “obstáculo” para los planes transexenales del salinismo.
Con Ernesto Zedillo, Emilio Chuayffet fue construyendo desde Gobernación su candidatura, basado en el enorme poder político que le cedió el presidente tras designarlo en 1995. Pero con el intento de golpe a la instalación de la Cámara de Diputados de mayoría opositora el 1 de septiembre de 1997, la fuerza del mexiquense se desgastó hasta que en diciembre de aquel año la matanza de Acteal hizo que en enero de 1998 Zedillo le pidiera su renuncia. Al año siguiente, su sucesor, Francisco Labastida, sería el primer secretario de Gobernación en llegar a ser candidato presidencial del PRI en más 23 años, pero sólo para perder después estrepitosamente la elección presidencial ante Vicente Fox y pasar a la historia como “el primer priísta que perdió la presidencia”.
La maldición de Bucareli se reanudó con Santiago Creel, que a pesar de haber tenido todo el apoyo de Vicente Fox y de haber hecho pactos con Televisa, a la que otorgó concesiones de casinos, no pudo ser candidato presidencial al ser derrotado en una interna panista en octubre de 2005 por el “desobediente” Felipe Calderón. Luego, ya presidente, Calderón llevó a Gobernación, en enero de 2008, al más joven secretario que haya ocupado ese despacho (37 años) y quien era su delfín para la candidatura presidencial panista, Juan Camilo Mouriño, que murió trágicamente en un accidente aéreo, cuando el jet en que regresaba a la Ciudad de México, procedente de San Luis Potosí, se estrelló en las Lomas de Chapultepec el 4 de noviembre de 2008.
Hoy que Miguel Osorio Chong es el priísta mejor posicionado en las encuestas, muchos se preguntan si el secretario de Gobernación logrará vencer la maldición del despacho que ocupa. Eso si antes no es movido de ese cargo, porque después de los resultados electorales del domingo pasado ya se especula en círculos políticos que el presidente Peña Nieto podría hacer ajustes “muy fuertes” en su gabinete que alcanzarían al encargado de la política interna. La pregunta es si al hidalguense lo mandan a otra posición desde donde pueda construir la candidatura que tan afanosamente busca o si las versiones que circulan de que apoyó a adversarios del PRI en algunos estados tendrán otras consecuencias. ¿Se repite la maldición de Bucareli?
NOTAS INDISCRETAS… Mientras el asunto de Tajamar sigue bajo análisis del Juzgado Segundo de Distrito en Cancún, la Profepa comunicó el martes pasado una resolución con la que exonera al Fonatur y señala que no cometió “ninguna irregularidad ambiental” durante su actuación del 16 de enero de este año cuando el organismo realizó el desmonte de los terrenos del manglar. “Profepa como autoridad ambiental determinó que Fonatur acreditó totalmente el cumplimiento de todos los términos y condicionantes de la Autorización de Impacto Ambiental”, dijo la procuraduría en su resolución del 30 de mayo pasado. Falta ver qué dicen los jueces al respecto… Los dados mandan Serpiente. Caída libre.
sgarciasoto@hotmail.com