Tanto insistió Aurelio Nuño, con su tono altanero y bravucón, en que no habría “diálogo de ningún tipo con la CNTE”, que ayer, cuando finalmente el gobierno modificó su postura, ante el agravamiento del conflicto magisterial y los ocho muertos de Nochixtlán, el secretario de Educación tuvo que salir públicamente a pronunciar la típica declaración del funcionario al que le movieron el piso: “No voy a renunciar”.
Y es que la instrucción presidencial para que el secretario de Gobernación, Miguel Osorio Chong, entrara a coordinar la mesa de diálogo con los maestros disidentes fue una derrota para Nuño que, a pesar de la violencia del domingo en Oaxaca, se opuso al interior del gabinete a que se dialogara. La mesa que hoy se instala en Bucareli confirma que el problema desatado por la intransigencia de la SEP y la radicalización de la Coordinadora —aunado a la infiltración de grupos radicales y guerrillas que se subieron al movimiento de los maestros— ya se convirtió en una crisis política para el gobierno de Peña Nieto que, con la llegada ayer a Oaxaca de relatores especiales de la ONU, cobra dimensiones internacionales.
Incluso la declaración del secretario de Educación, de que el diálogo que encabezará Osorio “es de corte político” y no sobre temas educativos, pareció ingenua e innecesaria, pues sólo confirmó el rebasamiento de Nuño en un conflicto que él generó y que escalaron los sectores más radicales de la CNTE apoyados en grupos y organizaciones vinculadas a las guerrillas del EPR y el EZLN.
El problema para Aurelio Nuño es que si ya muchos lo veían completamente lejos de sus aspiraciones presidenciales, con este conflicto, que ya cobró ocho vidas humanas que —“haiga sido como haiga sido” y mientras se investiga de dónde salieron los disparos— tendrán un alto costo político ya no para el secretario, sino para su jefe el presidente Peña Nieto, prácticamente se le puede anular de la lista de presidenciables priístas. O ¿alguien se imagina a un candidato al que en plena campaña le saquen sus muertitos?
Porque aunque resultara que todo fue una “emboscada” de grupos radicales como sostiene el discurso oficial —y oficioso—, lo cierto es que el gobierno peñista en general, y Nuño Mayer en particular, son responsables de torpeza e insensibilidad de no haber visto venir lo que finalmente sucedió en Oaxaca el domingo pasado. Desde hace semanas el Cisen y gobernadores como el de Chiapas, Manuel Velasco, habían dado la voz de alerta sobre la infiltración de organizaciones radicales vinculadas a la guerrilla en las movilizaciones de la CNTE, pero ni en Los Pinos ni en la SEP quisieron escuchar.
Eso recuerda un pasaje que cuentan del joven Nuño, allá por 2014, siendo aún jefe de la Oficina de la Presidencia. En reunión en Los Pinos, integrantes de áreas de inteligencia del Ejército, la Marina y el Cisen le presentaron una radiografía actualizada de los focos y organizaciones subversivas en el país, especialmente en Guerrero y Oaxaca. “Nooo, ¿en serio? Quién dice que todavía hay guerrilla en México, eso es de los años 70”, les dijo el asesor presidencial a los expertos. Después de ver las imágenes de Nochixtlán, las tomas violentas de la CETEG en Guerrero, de la CNTE en Michoacán o el secuestro en que vive medio estado de Chiapas, ¿seguirá pensando Aurelio que la guerrilla es algo del pasado? Con razón tuvieron que entrar los bomberos de Bucareli a apagarle sus fuegos.
NOTAS INDISCRETAS… Lo cuenta quien lo escuchó directo de voz del secretario de Hacienda. Un día después de los comicios del 5 de junio, en llamada telefónica, don Luis Videgaray saludó al teléfono con una pregunta: “¿Cómo viste? Ya acabamos con el mito de Manlio Fabio”, dijo en tono festivo el secretario. Él celebraba un triunfo cuando el partido de su jefe el Presidente acababa de perder 7 gubernaturas… A propósito de Videgaray, su pupilo, el gobernador de Colima, Ignacio Peralta, apenas tiene 4 meses en el cargo y ya tiene su primer escándalo. Recientemente Peralta presumió la compra —en 170 millones de pesos— de un terreno de 93 hectáreas en la capital para construir un “parque ecológico”, lo que anunció como una “ganga”, pues el predio estaba valuado, dijo, en 299 millones. El problema vino cuando se supo a quién se lo compró: a una inmobiliaria de la que es socio Jesús Occelli, ex cuñado de Carlos Salinas de Gortari. Y lo peor fue cuando la prensa local desmintió la “ganga” de Peralta y documentó que, además de estar sujeto a varios litigios y reclamado por otros propietarios, el predio está valuado en 95 millones y no en 299 millones. ¿Corrupción ecológica?... Paran los dados. Escalera y subimos.
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