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Fueron dos encuentros entre el presidente Enrique Peña Nieto y el dirigente del PRI, Manlio Fabio Beltrones, el primero el martes pasado y el segundo el sábado por la tarde. Ninguno de los dos fue precisamente terso, por lo fuerte que se habló sobre las derrotas del PRI del 5 de junio, sus causas y sus consecuencias. Desde el martes, el dirigente priísta puso sobre la mesa su renuncia si no se le daban condiciones para proceder y realizar “ajustes profundos”, entre los que se habló de enjuiciar a gobernadores corruptos que contribuyeron a la derrota. Ante la petición del Presidente de que lo apoyara, el sábado se reunieron de nuevo y se habría tomado una decisión en uno u otro sentido: o se queda Manlio con todo el apoyo del Presidente para actuar o se va en un acto de dignidad. Cualquiera de las dos se sabrá hoy por la tarde en la Comisión Política Permanente del PRI.
En la primera comida, el martes pasado en Los Pinos, Beltrones habló fuerte sobre lo que causó una de las peores debacles del priísmo: traiciones internas desde el gabinete, lo mismo en áreas políticas que económicas (aumento a gasolina una semana antes, despidos masivos en Pemex, estructuras de Sedesol apoyando al PAN en estados como Veracruz, iniciativa de matrimonios gays y activismo político de la Iglesia en contra del PRI). También mencionó el caso de tres gobernadores, cuyo desprestigio, caprichos y rechazo de la población, arrastraron al PRI y a sus candidatos a perder sus estados, a saber Javier Duarte, César Duarte y Roberto Borge. Contra ninguno de ellos y sus excesos se actuó en su momento y el costo político fue para el priísmo.
Versiones que surgen de Los Pinos señalan que el Presidente escuchó el duro diagnóstico del dirigente y tomó nota de los fuertes señalamientos que alcanzan a sus hombres más cercanos y de confianza. Incluso, hace unos días surgieron rumores fuertes de cambios inminentes en el gabinete, entre los que se mencionó la posible salida de José Antonio Meade de la Sedesol para ocupar la Secretaría de Hacienda. También circularon versiones que hablaban del acelerado secretario de Agricultura, José Calzada Rovirosa, como uno de los posibles sustitutos en el PRI, en caso de que se diera la renuncia de Beltrones, aunque a esa posición también aspira el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, a quien le urge un cambio que favorezca sus desatadas aspiraciones al 2018.
Por lo demás, no le falta razón a Beltrones. Se sabe de buena fuente que, tras la debacle histórica que sufrió el PRI en los estados, hubo secretarios del gabinete peñista, especialmente del área económica, que festejaban la derrota —a la que contribuyeron con extrañas decisiones como aumentar la gasolina, despedir a trabajadores o perseguir a maestros— porque creían que de ese modo eliminaban del camino a un adversario al que le temen.
Todo eso ha generado malestar dentro del PRI, que llega incluso a los gobernadores, que no se explican cómo secretarios y asesores presidenciales tomaron decisiones tan costosas políticamente semanas antes de las elecciones. Una de ellas fue la que desató un activismo abierto de la Iglesia católica en contra del Presidente y su partido por impulsar los matrimonios gays. Hay documentados al menos tres casos de obispos que abiertamente llamaron a votar contra el PRI. El de Aguascalientes, José María Martí, que incluso asistió al acto en el que el candidato panista Martín Orozco recibió su constancia de ganador de la elección; el de Culiacán, Jonás Guerrero, que hasta se mofó del Presidente diciendo que buscaba gavioto, y el de Ciudad Juárez, José Guadalupe Torres, que después de ser quien casó a Peña Nieto por la Iglesia en sus segundas nupcias y le ayudó a “arreglar” sus trámites religiosos, llamó abiertamente a votar contra el PRI y a favor del independiente ganador, Armando Cabada. ¿Así o más claro?
Hoy se sabrá la decisión tomada el sábado por Peña Nieto y Beltrones, y de qué manera eso impacta no sólo el futuro del PRI, sino del gobierno peñista que, secuestrado por sus cercanos y tecnócratas colaboradores y cada vez más solo y extraviado, parece enfilarse al precipicio en 2018.
NOTAS INDISCRETAS… Antes de que le pregunten oficialmente, Josefina Vázquez Mota ya tiene respuesta contundente sobre ser candidata a la gubernatura del Estado de México. “No me interesa. No voy a aceptar ninguna postulación y menos en el estado donde está el PAN más corrupto”, ha dicho la ex candidata presidencial a sus amigos. ¿Les queda el saco a los panistas mexiquenses?... Se lanzan los dados. Doble Serpiente.
sgarciasoto@hotmail.com