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En las próximas elecciones locales del 5 de junio varios gobernadores serán un problema para sus partidos. Son mandatarios que, por sus altos negativos y sus actuaciones polémicas, lejos de sumar, restan votos a los candidatos de sus fuerzas políticas al convertirse en blancos de los ataques y campañas de la oposición. Es el caso de los priístas Javier Duarte, en Veracruz; César Duarte, en Chihuahua; Miguel Alonso, en Zacatecas y Roberto Borge, en Quintana Roo; pero también del perredista Gabino Cué en Oaxaca.
El caso más evidente en estos momentos ocurre en los comicios veracruzanos. En sondeos recientes de la alianza PRI-PVEM-Panal en el estado, tienen medido que la aparición del gobernador Javier Duarte en el acto de toma de protesta de su candidato Héctor Yunes Landa, el pasado 13 de marzo, le costó al priísta cinco puntos en las encuestas. “La sola fotografía de Yunes Landa con Duarte se reflejó a la baja en las encuestas e hizo que el candidato priísta arranque con desventaja de dos o tres puntos frente al panista Miguel Angel Yunes”, comentó a esta columna una fuente de la alianza priísta.
La misma fuente señaló que dentro de la alianza no todos estuvieron de acuerdo en que Duarte fuera invitado a la toma de protesta, pero desde el PRI justificaron que no podían dejar de invitarlo siendo el gobernador, por lo que asistió aun contra el deseo del candidato, que se vio obligado a darle la mano en una imagen que le costó, de inicio, cinco puntos en las encuestas.
En Chihuahua, si bien el candidato del PRI, Héctor Serrano, está adelante en los sondeos a unas horas del arranque formal de las campañas, el panorama para el tricolor se puede complicar con un PAN que viene en ascenso con su candidato Javier Corral, y un candidato independiente, el empresario José Luis Barraza, que también trae tendencia creciente. En contra de Serrano y a favor de Corral y de Barraza juega la imagen del gobernador César Duarte Jáquez, cuyos escándalos de corrupción y desgaste entre los chihuahuenses son temas en las campañas electorales.
Para complicarle más las cosas al PRI, en Chihuahua se habla ya de un acuerdo explícito entre el panista Corral y el independiente Barraza, según el cual cualquiera de los dos declinará por el otro que esté mejor posicionado en las encuestas antes del 5 de junio. Ambos candidatos tienen como común denominador en su campaña la promesa de castigar la corrupción del gobierno de Duarte.
Zacatecas y Quintana Roo son dos estados que se le complicaron al PRI por obra y gracia de sus gobernadores. En el primer caso, Miguel Alonso Reyes fue incapaz de controlar la sucesión dentro de su propia familia y la división del PRI, con la salida del líder del Congreso local, Pedro de León, cuñado del gobernador, fue un golpe directo a la continuidad priísta. Aunque De León no fue reconocido por el Tribunal Electoral federal, que validó la candidatura del PRD a Rafael Flores, el pleito familiar del gobernador Alonso terminará dañando al abanderado priísta Alejandro Tello y favorecerá el avance del PT y su candidato David Monreal.
En Quintana Roo el gobernador Roberto Borge logró lo que parecía imposible: que un estado que se veía “fácil” para el PRI ahora esté en la lista de las elecciones “complicadas” para el viejo partido. Aunque el candidato priísta, Mauricio Góngora, quien ayer tomó protesta en Chetumal, arranca arriba en las encuestas, hay preocupación en la alianza PRI-PVEM-Panal por el crecimiento de la alianza opositora que encabeza el ex priísta Carlos Joaquín. Y es que, según reportes recientes en la campaña priísta, hay varios distritos de Cancún donde la votación tricolor está en riesgo, tras la postulación del junior del PVEM, Remberto Estrada. El municipio de Benito Juárez, donde se ubica Cancún, representa más del 60% del padrón total del estado; una derrota ahí significa perder la entidad.
Finalmente, entre los gobernadores que serán un lastre para su partido en los próximos comicios, está el perredista Gabino Cué. El desastre de la administración de Cué es un duro hándicap para el candidato aliancista José Antonio Estefan y favorece, en teoría, al candidato del PRI, Alejandro Murat. Sin embargo, en Oaxaca está por verse el papel que jugará el abanderado del PT, Benjamín Robles, cuya candidatura aún está en análisis por el Tribunal Electoral. Si Robles crece al nivel que le daban las encuestas antes de su postulación, con el discurso en contra del gobernador Cué y la corrupción de su sexenio, pueden pasar dos cosas: o da la sorpresa y se alza con el triunfo o su campaña divide el voto perredista y termina ayudando al avance del PRI.
sgarciasoto@hotmail.com