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Tres gobernadores muertos o heridos en atentados violentos en los últimos 10 años son evidencia de que en Colima se libra una guerra de mafias políticas y del narcotráfico que se disputan el control de un estado que, aunque es de los más pequeños territorialmente, posee el estratégico puerto de Manzanillo, el mayor punto de entrada a México de las dos drogas más consumidas en el mundo: las metanfetaminas y la cocaína.
El atentado a balazos ayer contra el ex gobernador Fernando Moreno Peña, un político de fuerte presencia en el PRI, se suma a otros dos hechos que ensangrentaron la política colimense en la última década: la muerte del gobernador Gustavo Vázquez Montes, en un accidente aéreo nunca esclarecido en 2005, cuando volaba de Toluca a la ciudad de Colima, y el asesinato a balazos del gobernador sustituto Silverio Cavazos Ceballos, en noviembre de 2010, ejecutado a las puertas de su domicilio en la capital del estado por hombres fuertemente armados.
Moreno Peña, jefe del grupo de la Universidad de Colima, es considerado desde que ejerció la gubernatura (1997-2003) cacique político en el estado. El ex mandatario, que se encuentra hospitalizado grave tras recibir ayer varios balazos mientras desayunaba en un restaurante de la capital, fue señalado en su momento por Idalia González, la viuda de Silverio Cavazos, como “autor intelectual” del asesinato de su esposo. De hecho, la Procuraduría de Justicia del Estado acusó al sobrino de Moreno Peña, Samuel Rodríguez Moreno, de participar en el asesinato de Silverio en 2010.
Aunque la versión oficial atribuyó el crimen a La Familia Michoacana, las denuncias de una venganza política han perseguido al grupo de Moreno. El pasado 21 de noviembre de 2014, en un acto en el panteón de Tecomán, al cumplirse cuatro años del crimen, Andrea Cavazos González, dijo que el asesinato de su padre fue “producto de una confabulación de quienes aún están en el poder”. En aquellas fechas, la viuda del gobernador asesinado, Idalia González, acusó al entonces gobernador Mario Anguiano de negarle el derecho a declarar en la investigación sobre la muerte de su esposo. En la página de Facebook de Idalia se leía: “Hay errores que pagamos hasta con la vida. Lo cierto es que muchos pagando nuestro pecado alcanzamos la redención. (MI PECADO FUE CONFIARME). Y yo en estos días estoy más que felizzzz porque ya se van a largar. POR FIN!!!!”.
También ayer en redes sociales circuló un mensaje que la hija menor, Zaira Cavazos, presuntamente habría subido a su página personal de Facebook en el que, junto a la foto de la joven que radica en Tecomán, se lee el siguiente mensaje: “Ojo por ojo, diente por diente. Dios es tan justo”.
Entre sus últimas actividades políticas, Moreno Peña fue delegado del CEN del PRI en Guanajuato, donde fue acusado de falsear encuestas para la definición de candidatos a diputados en la elección del 7 de junio. Varios políticos guanajuatenses, rechazados con base en esas encuestas, se quejaron de que hubo fraude en su realización y lo señalaron como responsable de manipular los sondeos con una empresa de su propiedad.
Antes, en noviembre de 2011, Moreno fue también delegado del CEN priísta en la elección de Fausto Vallejo en Michoacán. Durante la campaña hubo denuncias de la candidata panista, Luisa María Calderón, de que Los Caballeros Templarios financiaban la campaña del PRI. Esas acusaciones se comprobarían después con la detención del secretario de Gobierno y gobernador interino, Jesús Reyna, quien fue acusado por el comisionado Alfredo Castillo y detenido por la PGR tras aparecer en un video al lado de Servando Gómez La Tuta, al igual que el hijo de Vallejo, Rodrigo Vallejo, quien también estuvo preso por sus nexos con el capo templario, aunque fue liberado tras pagar una fianza de 7 mil pesos.
Además de las mafias políticas, en Colima se libra una guerra entre cárteles por el control de Manzanillo y su estratégico puerto que históricamente estuvo en manos de La Familia Michoacana, luego de Los Caballeros Templarios y que hoy pelea el Cártel Jalisco Nueva Generación. Manzanillo, punto de entrada de la efedrina y otros precursores utilizados en la elaboración de las drogas sintéticas, es también un puerto a donde llegan toneladas de cocaína procedente de Colombia.
Así que entre las disputas de mafias políticas y del narcotráfico (a veces entrelazadas), el cuarto estado más pequeño del país, con apenas 5 mil 784 km2, es también escenario de una guerra sangrienta.
sgarciasoto@hotmail.com