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Solamente así se explicaría el extrañísimo anuncio del fin de semana de los dirigentes del PAN y el PRD para la creación de un Frente Amplio Opositor que en 2018 logre “sacar al PRI de Los Pinos”. Una insensatez por donde se le vea. Y no me refiero a la intención que puede ser muy válida en la lucha política, sino a un montón de razones más.
En primer lugar hay un fuerte tufo a hipocresía en el exhorto mismo: de lo que se trata es, sobre todo, de impedir que Andrés Manuel López Obrador llegue a la Presidencia de la República. Propósito que, casualmente, es el mismo que persiguen partido y habitante de la casa oficial, contra el que supuestamente iría la coalición para desalojarlo de una residencia de la que muy probablemente se habrá de ir solito.
A ella le quedan días, cuando mucho semanas. A él le restan semanas, si acaso meses. Por eso no se explica el planteamiento de armar “una convocatoria muy amplia donde no solamente cabrían partidos, sino organizaciones sociales, académicos y hasta candidatos independientes. “Eso sí —me dice la Barrales— sin que nadie venga a tratar de imponer su candidatura; sino con la disposición de construir una plataforma y luego someterse a un proceso de selección detallado y confiable. Alguien se imagina una fila compuesta por Margarita Zavala, Rafael Moreno Valle, Miguel Angel Mancera y hasta el mismo Andrés Manuel, para hacer sus exámenes y que al final Ricardo y Alejandra decidan que los mejores candidatos serán él para la Presidencia y ella para la Jefatura de Gobierno. Ridículo. Por no decir estúpido.
Porque, además, para llegar a ese remoto supuesto ambos todavía dirigentes tendrán que superar la oposición que su sospechosa propuesta ha generado ya al interior de sus propios partidos. Él con las rabiosas reacciones de los Calderones y el ex de Puebla y ella con los aullidos de las tribus y la descalificación total del pater Cuauhtémoc que ha señalado como absurda y antinatural la propuesta que los de más abajo califican ya de un vulgar sabadazo.
Para acrecentar el demonio de la suspicacia: resulta todavía más extraño que Ricardito y Alejandrita digan que están dispuestos a ir juntos en 2018, pero que no en este 2017 en la elección clave del Estado de México. Para nadie es un secreto que la suma de votos que alcanzarían Josefina Vázquez Mota del PAN y Juan Zepeda del PRD —en una declinación de cualquiera de los dos en favor del otro— podría arrebatarle el triunfo a los punteros: Alfredo del Mazo del PRI y/o Delfina Gómez de Morena. A propósito, no sé si Alejandra Barrales consideró que esta propuesta eliminaría de facto la posibilidad de una alianza amplia de izquierda no sólo con Morena, sino con otros partidos izquierdosos, aunque sean de membrete.
Por cierto, y más allá de la anécdota, el anuncio de la nueva pareja Anaya-Barrales tiene una sola virtud: anticiparnos que nuestra capacidad de asombro estará sometida a prueba cada uno de los días y meses de aquí al 18. Cuando lo que menos importarán serán las ideologías y las propuestas. Y que la batalla por la Presidencia de la República será tan encarnizada como desesperada; capaz de generar episodios tan tragicómicos como éste. Una versión electoral de El Circo de los Horrores.
Periodista.
ddn_rocha@hotmail.com