Debe ser escatológico. Así que, desde luego, hablo de desentrañar la personalidad de un tipo llamado Donald Trump, que casualmente es presidente de Estados Unidos; el mismo que en sus primeros y frenéticos diez días ha trastocado su país, a México y al resto del mundo:

—Todo comenzó con el burdel del abuelo, Frederich Drumpf, nacido en Kallstadt, Alemania, un pueblito alemán, quien con apenas 16 años huyó del servicio militar y llegó a Nueva York. Sin una palabra en inglés, pero dispuesto a todo, incluso cambiarse el nombre a Frederick Trumpf y luego a Trump, para asimilarlo al inglés.

—Luego de seis años de ahorro y en plena fiebre del oro, el abuelo Trump se fue al otro lado del mapa, hasta Seattle, en cuya zona roja compró un restaurante que bautizó como el Poodle Dog, donde ofrecía alcohol, comida y prostitutas al mejor postor. Ya con cierta fortuna regresaría a Nueva York, para dedicarse al negocio inmobiliario.

—Aparece entonces en escena Fred junior, el padre de Donald, que se dedica obsesivamente a la compra, venta y renta de viviendas y edificios en las populares zonas de Brooklyn y Queens. Donde, según la hemeroteca del New York Times, Fred Trump se vincula al Ku Klux Klan y participa en una pelea que enfrenta a mil racistas contra 100 policías, siendo uno de los arrestados.

—Ya en plena Segunda Guerra Mundial, los Trump intentan borrar su origen alemán para que no los relacionen con los nazis y aseguran tener ascendencia sueca.

—El caso es que, a la muerte de su hermano mayor Fred por alcoholismo, Donald se integraría al negocio inmobiliario de su padre, con una frase que lo marcaría para siempre: “ganar lo es todo, no hay límites”.

—La irrupción de Donald Trump como cobrador de rentas, no estuvo exenta de escándalos, como cuando en 1971 la empresa enfrentó una demanda por negar el alquiler de departamentos a negros e hispanos.

—Luego seguiría una compra compulsiva de edificios en litigio que, con mil artimañas y sobornos, multiplicaban su valor por diez veces o más.

—Pero el despegue de su fortuna se da con la compra de hoteles y casinos en Atlantic City, no lejos de Nueva York, donde Trump, como se acostumbra en esos establecimientos, juega cinco a uno de ventaja sobre los incautos apostadores. Y donde si a alguien se le ocurre ir ganándole a la casa, se le envía una belleza de película para llevárselo de la mesa a un lugar más íntimo. ¿Reminiscencias del abuelo?

—En lo personal Trump también ha sido impetuoso: casado con la deportista checa Ivana Winkelmair, la actriz Marla Maples y la modelo eslovena Melania Knauss, ha tenido hijos con todas ellas. Cortejó sin éxito a la mismísima Diana de Gales luego de su divorcio y a la celebérrima Madonna, de la que ahora ha dicho que “es asquerosa”.

—En lo mediático, ha escrito cinco libros sobre cómo triunfar en los negocios: “si mi adversario es débil primero lo aplasto, luego negocio; si es fuerte primero negocio, luego lo aplasto”. Igual condujo un reality show en la televisión y en marzo del 90 apareció con una conejita en la portada de Playboy: “no importa lo que escriban, si estás arrimado a un buen culo”, dijo.

—En lo político, pues ya sabemos que, a pesar de todo, fue electo presidente de Estados Unidos.

Señoras y señores del gobierno, con ustedes, Donald Trump. Con él, están “dialogando”.

Periodista.

ddn_rocha@hotmail.com

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