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Sí, ya sé que muchos pensarán que exagero. Que no es para tanto. Que soy un alarmista.
Pese a todo, estoy total y absolutamente convencido de que la reconstrucción es necesaria y urgente. Y no soy el primero en advertirlo. Todavía resuenan en mis oídos y mi corazón las palabras de mi entrañable y fraterno Miguel Angel Granados Chapa, cuando le confirieron la medalla Belisario Domínguez: reconstruir la casa.
Y yo creo que ha llegado el momento de hacerlo. Y que el instante es propicio. No porque los astros se nos hayan alineado. Por el contrario: es que ya tocamos fondo. Y si alguien lo duda, aquí un recuento elemental de los daños que a diario atormentan nuestra existencia. La vida cotidiana de la inmensa mayoría de quienes habitamos este país:
—La situación económica se agrava día a día con la baja sensible en el poder adquisitivo de las mayorías, el notable incremento en el número de pobres —ahora uno de cada dos mexicanos— y en la pérdida sistemática de empleos. La devaluación persistente del peso frente al dólar —llamada eufemísticamente depreciación— es otro indicador que influye indudablemente en la depresión nacional. Como si todos nos devaluáramos un poco cada día.
Lo peor es que no hay una sola señal luminosa en el horizonte: el petróleo seguirá a la baja en el mercado global; Standard and Poors, Moodys y las otras, nos bajan de calificación cada semana, no sólo por los números, sino porque nos perciben como ineficientes y corruptos y advierten una crisis de gobernabilidad.
En lo social, el aumento de la criminalidad, el empoderamiento del crimen organizado, las decenas de miles de desaparecidos y las heridas abiertas de los 43, Nochixtlán, Tanhuato y tantas otras que no nos dejan estar en paz.
Y lo más grave es que en la acera de enfrente, apenas cruzando la calle, se exhiben los privilegiados: los altos funcionarios públicos, los ministros, los diputados, los senadores y los consejeros electorales que ganan millones cada año, mientras el ciudadano común, los empleados y los profesionistas son perseguidos permanentemente por los precios y los impuestos. Y es por eso que rebasaron lo del mal humor social y sobreviven furiosos contra nuestros gobernantes y las pequeñas y grandes cortes de parásitos que los rodean. A ver:
—Esta es la última llamada para que se convoque a una mesa de emergencia nacional para que quienes toman las decisiones en lo político, discutan con empresarios, académicos, sindicatos y otros factores de la producción fórmulas inmediatas y duraderas para reactivar el mercado interno, incentivar la inversión extranjera y local, y crear riqueza a partir de la pobreza; urge darle viabilidad al país, antes del colapso total. Sí, por supuesto. Hablo de un Nuevo Modelo Económico.
En lo social, es imperativo solucionar los obsesivos días circulares del conflicto con la CNTE. Y de una vez por todas, cerrar al precio que sea los casos de Iguala-Ayotzinapa, San Fernando, Tlataya y los otros que ya sabemos. Los hombres del poder saben todas estas verdades y ya es inaplazable revelarlas. Por más crudas y terribles que puedan ser.
Esto va a reventar si quienes nos gobiernan —que se consideran de primera— siguen creyendo que 60 millones de mexicanos están resignados a ser de segunda o hasta de quinta; o que, de plano, en este país todos somos idiotas.
Periodista
ddn_rocha@hotmail.com