Nunca he visto a nadie con tal capacidad de resistirlo. Encabezó ayer la misa de cuerpo presente y con el ataúd abierto donde se perfilaba el rostro de su hija Mónica Arriola Gordillo, senadora de la República por el Panal, y fulminada por un cáncer en el cerebro. Estando bajo arresto en el hospital, La Maestra sufrió a la distancia la pena cotidiana de no poder consolar a Mónica desde que en julio del año pasado le dieron el diagnóstico brutal que la condenaba a muerte. Tal vez por eso ahora la miraba infinitamente a veces sonriéndole, y por momentos ocultando el llanto y mesándose los cabellos. Aunque la mayor parte del tiempo con esa mirada inescrutable asintiendo apenas con milímetros las palabras nunca suficientes del sacerdote. Porque perder un hijo es siempre contra natura.

No es esta, sin embargo, la primera pérdida fatal para esta suerte de matriarcado bajo el signo de la tragedia. Hace unos años, Francisco, su nieto favorito, hijo de Maricruz, fue desnucado por un elevador. Pero seguramente el drama más prolongado de esta peculiar familia son los más de tres años de prisión que lleva La Maestra desde el 26 de febrero de 2013. Aun cuando ahora se encuentre en un hospital privado.

Conocí a Elba Esther Gordillo en un año convulso, aquel del alzamiento zapatista y la ejecución de Colosio, cuando ante la inminencia del “choque de trenes” que podría representar la elección entre Zedillo, Cárdenas y Fernández de Cevallos, a mitad de ese 1994 se creó el Grupo San Angel. Un conjunto de notables encabezado por Carlos Fuentes y Jorge Castañeda y en el que destacaban figuras tan relevantes como Federico Reyes Heroles, Adolfo Aguilar Zinser, Tatiana Clouthier y la entonces poderosísima líder del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, el SNTE, con su millón de agremiados que lo hacían el más poderoso de América Latina. Pese al paso de los años, nadie podría negar ahora que La Maestra fue una de las más decididas impulsoras de ese Grupo San Angel, que contribuyó a que ese no fuera el año del descarrilamiento y que como propuso el propio Fuentes, “siguiéramos a bordo del convoy de la democracia”.

Por supuesto que La Maestra fue también protagonista de las feroces disputas por el poder. Y disfrutó de los lujos y excesos con que se premian quienes ganan en este cíclico “sistema mexicano” en el que, por lo demás, nada ha cambiado sustancialmente en cuanto a corrupción y abusos. Y tampoco en cuanto a la saña con que castiga a los enemigos y caídos en desgracia. Por lo pronto, los abogados de la maestra Gordillo aseguran que el gobierno manipuló la ley para llevarla a prisión con fines de “vendetta política” y que por ello no ha podido probarle los graves delitos de delincuencia organizada y lavado de dinero. Así que en dos semanas tal vez obtengan el beneficio de prisión domiciliaria para su celebérrima defendida. Ayer y de acuerdo con preceptos legales, lograron que se le permitiera, durante 6 horas y vigilada por 6 custodios, asistir al funeral de su hija.

¿Es Elba Esther Gordillo completamente culpable o totalmente inocente? No soy quien para decirlo. Pero sí estoy moralmente convencido de que con su carga de dolor ha expiado ya todos sus pecados.

Periodista

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